Gran Casino de Logroño, 120 años repartiendo juego

Miles de personas caminan a diario por la Gran Vía logroñesa. Riojanos y visitantes llegados de todos los lugares posibles. Transeúntes que, al pasar por el número 18 de la céntrica calle, se topan con un llamativo rótulo, en letras mayúsculas, 'Gran Casino', y lo leen para saciar su curiosidad. Sin embargo, pocos son, y así lo reconoce el presidente de la sociedad que alberga ese edificio, los que saben qué se esconde detrás de esas dos palabras. «Creo que el 60% de la población de Logroño no conoce lo que hacemos», señala Juan Carlos Fernández. «Somos unos grandes desconocidos en la ciudad», lamenta.

Y eso que la historia del Gran Casino de Logroño es amplia. Muy extensa. No en vano, en este 2025 se cumplen 120 años desde que un 11 de mayo de 1905 su nombre quedara escrito en el libro de registro de Asociaciones del Gobierno Civil de la Provincia de Logroño, dando así oficialidad a una idea que rondaba desde meses atrás por las cabezas de un sector de la burguesía local. El palacete de los Herreros de Tejada fue su primer hogar hasta que en 1914 se produjo el traslado a la conocida como finca de los Azpilicueta, en Miguel Villanueva. Esa fue su casa (salvo unos años de traslado forzado a los bajos del Café de los Leones en Hermanos Moroy) hasta 1970, año en el que se inauguró su sede actual.

Esos 120 años dan para mucho. «Se han pasado momentos complicados y diferentes altibajos, sobre todo económicos», admite el presidente de la sociedad cultural y recreativa, quien cifra el número actual de socios en más de 300. «Pero contando que cada socio puede acompañarse de un beneficiario, seremos en total unas 600 o 700 personas», apuntilla Fernández, antes de congratularse del periodo de «estabilidad económica» por el que atraviesa el Gran Casino, gracias a los alquileres que les proporcionan las empresas que se han instalado en el edificio. «De las diez plantas, cinco y media las utilizamos nosotros y las otras cuatro y media están arrendadas», destaca la cabeza visible de la junta.

Parece que los peores momentos económicos han quedado atrás. «La junta anterior, presidida por Víctor Viguera, hizo una gran labor porque tuvo que afrontar días complicados», reseña el actual presidente de la sociedad, quien considera que, una vez alcanzada esa deseada estabilidad económica, es el momento de dar un paso más. Un paso hacia el conocimiento del Gran Casino y hacia su apertura a la sociedad. No hay que olvidar, recuerda Fernández, que hace no tantos años, el hermetismo formaba parte del ADN de esta organización. «No podía entrar nadie de la calle, había una planta para mujeres y otra para hombres, las normas de vestimenta eran estrictas...», enumera Fernández. «Pero ya llevamos unos años en los que hemos tratado de darle un giro a esto», añade.

Para lograr esos objetivos, lo primero que los responsables de la actual junta quieren conseguir es que los logroñeses sepan realmente qué es el Gran Casino. Su nombre puede confundir, ya que no se trata de un lugar en el que la gente arriesga su dinero en diferentes juegos de azar. «Hace años sí era así y teníamos, por ejemplo, bingo», recuerda Fernández. «Pero eso ha cambiado», apostilla. Ahora es un punto de encuentro para jugar a las cartas o al dominó, ver la televisión o disfrutar con el baile de los sábados, domingos y festivos. «Mucha gente encuentra aquí cobijo, por decirlo de alguna manera: por la mañana lee el periódico, por la tarde juega a las cartas, los viernes viene al pincho-pote, los sábados a cenar y bailar…», relata el presidente del Gran Casino, a quien también le gustaría abrirse a un público más joven, puesto que la media actual de los socios se sitúa entre «los 75 y los 80 años».

El segundo punto de este proceso de reinvención es la apertura al exterior y para ello se organizan diferentes actividades. «La Universidad Popular, por ejemplo, tiene un espacio en el que da clases de pilates, de yoga y de otras disciplinas», cuenta el anfitrión. «Y, de octubre a junio, organizamos nuestros Viernes Culturales con actividades de todo tipo», remarca. También, desde hace un tiempo, se organizan catas de productos como vinos, cervezas o chocolate. «Y tenemos muchas otras ideas en la cabeza», asegura.

Con estas iniciativas, Fernández ansía terminar con la imagen «distorsionada» que la sociedad tiene del Gran Casino y aspira recuperar el protagonismo del que gozó hace años, cuando contaba, por ejemplo, con una carroza en San Mateo o se elegía a la Miss Casino. Épocas pasadas a las que se tratará de dar relevo. «El Gran Casino de Logroño tiene vida para largo», se congratula su presidente.

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