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Iván y Zuleima posan en uno de los veleros del embarcadero del Club Náuticio El Rasillo, donde trabajan y viven con su hija desde este verano. Justo Rodríguez

Vivir y trabajar en un paraíso natural

Iván y Zuleima se han trasladado a vivir al embalse González Lacasa, donde regentan el restaurante y las actividades del Club Náutico El Rasillo

Diego Marín A.

Logroño

Viernes, 5 de septiembre 2025, 07:36

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Despertar en medio de un bosque y con un mar de agua dulce delante. El cielo claro y la tierra en calma apenas pisada por la fauna al amanecer. En plena montaña, a mil metros de altitud, y un embarcadero con un par de veleros atracados. Ese es el escenario de su casa y también el de su trabajo. Así de idílico. Así de utópico. Iván (36 años) y Zuleima (34) han decidido utilizar la vivienda incluida en el contrato de explotación del restaurante del Club Náutico El Rasillo que gestionan desde el pasado mes de junio junto a las actividades recreativas. Su hogar es ahora una coqueta cabaña de película que custodia un perro. Ni en una película de la sobremesa del fin de semana.

«Ya teníamos pensado hace tiempo venir a vivir al mundo rural y hemos aprovechado la oportunidad. Por la mañana es todo tranquilidad y por la noche incluso escuchas a los ciervos, hasta los ves bajar», describe Zuleima. Allí crecerá su hija de 2 años, a la que han llevado este verano a la ludoteca de El Rasillo y matricularán este curso en la guardería de Torrecilla en Cameros, a la espera de poder acudir al colegio en Ortigosa. «Yo prefiero que crezca en un entorno rural que en la ciudad», subraya la madre, quien destaca los servicios sanitarios y educativos de la zona. Incluso bromea: «Hasta tenemos helipuerto al lado de casa, ¿quién puede decir eso?». En realidad es la zona reservada en el aparcamiento para que pueda aterrizar y despegar con seguridad el helicóptero de rescate.

Iván dirige Logroaventura y cuenta con bares en la capital riojana, lo que motivó su interés por el club náutico. «Vimos la oportunidad de dirigir las actividades y después surgió lo del restaurante. La temporada veraniega ha ido muy bien y esperamos que el año que viene sea mejor», desea. Y es que el pasado mes de junio, cuando arrancó la temporada y su prestación del servicio, el embalse González Lacasa estaba al 97%, una de las mejores cifras de los últimos años y, por tanto, un escenario óptimo, aderezado por los dieciséis días de ola de calor en agosto que convirtió el embalse en refugio climático. «Han sido unas condiciones perfectas para iniciar la campaña, además ha hecho mucho calor, aunque también ha habido alguna tormenta», admite Iván.

Claro que esa ha sido la cara amable, el bullicioso verano, a partir de ahora llega el otoño y el invierno, en los que las temperaturas no invitan tanto a acudir a esta playa de montaña. «Tenemos pensado organizar eventos, conciertos y karaoke, para que la gente se acerque, que en los pueblos de alrededor tengan algo que hacer y puedan venir y disfrutar de actividades lúdicas y deportivas», anuncia Zuleima. También piensan celebrar cursos acuáticos guiados para grupos. Y el restaurante continuará abierto a diario. «Queremos captar al público de alrededor y aprovechar los fines de semana», advierte Iván. Todo residiendo allí, en el embalse, un paraíso natural.

Iván y Zuleima posan en el Club Náutico El Rasillo. Justo Rodríguez

«Nos gusta el entorno»

«Nos gusta el entorno, que no lo tienes en muchos sitios, pero también, para poder realizar una gestión adecuada, tienes que estar cerca», reconoce Zuleima. E Iván da otro argumento importante: «Esto nos permite estar en el trabajo o en casa al momento». Por contra, inevitablemente, desconectar es más difícil y trabajar más horas es inevitable. «Poder vivir aquí era un punto importante, venir desde Logroño todos los días te condiciona bastante porque te quita horas», confiesa Iván.

Con ellos el Camero Nuevo gana una familia más y una niña más. Y su objetivo, además de asentarse en lo personal, es poder convertirse en una referencia gastronómica en el Alto Iregua gracias a especialidades como el costillar, carpaccio de tomata con burrata y canónigos, codillo, paella… aunque en invierno cambiarán la carta, siempre con producto local. «Queremos que la gente quiera venir aquí», subraya Iván. Y es que el restaurante del Club Náutico El Rasillo es ya la casa de Iván, Zuleima y su hija.

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