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Ricardo Martínez, brasileño, profesor de Historia jubilado y estudiante del grado de Turismo, en el edificio Quintiliano. Irene Jadraque/Sadé Visual
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Universitarios después de muchas vueltas

Ricardo, un jubilado brasileño de 63 años, está de 'Erasmus' en Logroño mientras que Azucena cumple a los 45 su sueño de estudiar Enfermería

Pío García

Logroño

Lunes, 22 de septiembre 2025, 07:19

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Azucena Barrios apenas puede sujetar las lágrimas. Está sentada en un banquito del patio interior del edificio de Enfermería. Sus compañeros la miran con curiosidad, más divertidos que escamados, mientras la fotógrafa busca los mejores ángulos para retratarla. Azucena atiende al periodista entre clase y clase, en vísperas de las fiestas de San Mateo. Lleva la mochila al hombro. Tiene 45 años, dos hijos, un trabajo, mucho estrés, poco tiempo libre. A Azucena a veces se le quiebra la voz porque siente que está cumpliendo un sueño antiguo, un sueño que aparcó a los catorce años, cuando se puso a trabajar cuidando ancianos a domicilio, y que ahora, por fin, ha conseguido atrapar: «Me emociono porque para mí era muy importante», dice.

Azucena Barrios lleva quince días en clase. Trabaja desde hace 26 años como técnico de emergencias en la base de Zambrana (Álava). Este curso ha logrado acceder a la Universidad gracias al programa de acceso curricular para mayores de 40 años: tuvo que superar una prueba y una entrevista. «Esperaba las notas como una loca –confiesa–. El día en que las recibí me quedé cinco minutos callada, diciéndome: lo he conseguido». Sin el apoyo de sus compañeros y de su familia le sería imposible cuadrar el sudoku cotidiano al que se enfrenta. «Sé que voy a tener momentos de bajón, pero no los temo –resuelve–. Mis hijos, que tienen 16 y 10 años, y Javi, mi pareja, me apoyan un montón. Ellos me dicen: 'Mamá, no te agobies, tú vas a poder, siempre has podido con todo'».

«El día en que recibí las notas de acceso me quedé cinco minutos callada, diciéndome: lo he conseguido»

Azucena Barrios

Estudiante de Enfermería

A medida que la conversación avanza, los pasillos de la facultad se van llenando de estudiantes apresurados que van de aquí para allá buscando su aula. A casi todos les lleva Azucena más de veinte años. «Yo estaba preocupada por el escalón generacional porque ya no es solo una simple cuestión de edad; pero qué va. Son la hostia –suspira–. Tengo un compañero al que le llevo seis años y con el que hago piña, pero todos los jóvenes nos han aceptado superbién: ¡hasta nos invitan a sus fiestas!»

Azucena Barrios, técnico de emergencias y estudiante del grado de Enfermería en la UR. Irene Jadraque/Sadé Visual

De Erasmus a los 63

A Ricardo Martínez, brasileño, le parece que su caso, que hoy parece tan singular, pronto será moneda de uso corriente. «Tenías que ver la cara de los del consulado cuando fui a pedir el visado de estudiante», sonríe. Ricardo ha sido durante muchos años profesor de Historia. Cuando se jubiló, siguió trabajando de voluntario con emigrantes en Sao Paulo, pero quiso hacer algo más. Se matriculó en el grado de Turismo, conoció los programas de movilidad internacional (una especie de Erasmus global), se presentó a las pruebas y a finales agosto llegó a Logroño. «Había posibilidades de ir a Perú, México, Colombia o Portugal, pero elegí España porque mi abuelo era de Valencia, así que había una ligazón emocional», explica.

Durante seis meses, Ricardo ha cambiado una metrópoli de 12 millones de habitantes por una ciudad de 150.000 y no se arrepiente: «La Rioja no me era desconocida por el vino, pero Logroño tiene una atmósfera que me gusta. Dice el himno que nadie aquí se siente extranjero y creo que es verdad. Es una ciudad sencilla, segura y con los precios más contenidos que en Madrid o en Barcelona». En la UR sigue tres asignaturas: Geografía de España, Planificación y Gestión de Turismo Enológico, y Patrimonio Cultural. «Soy como el padre de todos –bromea–, aunque estoy muy acostumbrado porque toda mi vida he trabajado con jóvenes. Y lo mismo me pasa en Brasil, soy más viejo que los profesores».

«Este intercambio de juventud y veteranía que aún nos parece raro, dentro de unos años será normal»

Ricardo Martínez

Estudiante de Turismo

En Logroño comparte piso con otros dos estudiantes, una de ellas brasileña, y disfruta dándose largos paseos por la ciudad, visitando museos y asistiendo a encuentros culturales. En febrero regresará a Sao Paulo para continuar sus estudios. «Me parece muy importante subrayar que esto es el futuro: la mezcla entre la juventud y la veteranía. Es un intercambio muy interesante. Esto que aún nos parece raro dentro de unos años será normal», vaticina. Desde la facultad de Ciencias de la Salud, su compañera Azucena asiente: «La enseñanza presencial, el ambiente universitario, nos aporta mucho a todos».

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