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«El 024 contra el suicidio está muy bien, ¿pero qué pasa después?»

«El 024 contra el suicidio está muy bien, ¿pero qué pasa después?»

Magdalena Pérez Trenado | Psicóloga y presidenta del Teléfono de la Esperanza en La Rioja ·

Pérez Trenado reclama en el Congreso un plan nacional con dotación económica para afrontar un problema acuciante

Pío García

Logroño

Domingo, 15 de mayo 2022, 09:01

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La pasada semana, en el Congreso de los Diputados, se celebró una jornada para reclamar a los diputados la elaboración del Plan Nacional de Prevención del Suicidio. De la coordinación de la jornada se encargaron voluntarios del Teléfono de la Esperanza en La Rioja, encabezados por su presidenta, la psicóloga Magdalena Pérez Trenado.

– ¿Por qué es necesario un Plan Nacional de Prevención del Suicidio?

– Es necesario porque hace falta que exista un plan central sobre el que se apoyen los demás planes de las comunidades autónomas y que, además, marque directrices, indicadores y medidas concretas. Y que contemple las dotaciones de recursos. La OMS estipula diez indicadores que deben cumplir los planes de prevención del suicidio y en España ninguno de los que hay cumple los diez. Y todos, absolutamente todos, fallan en el requisito de estar dotados económicamente. Tiene que haber una dotación, probablemente compartida entre el Estado y las comunidades autónomas.

«Hay que cuidar los servicios de salud mental y ese es un enorme agujero en nuestro país»

PLANES DE PREVENCIÓN

«No podemos hablar de la pandemia como causa, pero sí que ha incrementado la vulnerabilidad»

EFECTOS DEL COVID

– En una tribuna publicada por usted en el año 2019 en este periódico señalaba que en todos los países que contaban con un plan de este tipo se había apreciado una reducción en el número de suicidios. ¿En qué dirección deben ir esas políticas?

– Esto es así. Hay 38 países con planes de prevención del suicidio en todo el mundo, y en todos o ha disminuido o al menos no se ha incrementado. En la UE el efecto se ha notado mucho en Dinamarca. Por lo que se ha llegado a la conclusión de que el abordaje debe ser global. Hay que tomar medidas en Atención Primaria, que es la puerta de entrada al sistema sanitario, y también cuidar los servicios especializados de salud mental. Y ese es un agujero enorme en nuestro país. Ahora se ha puesto en marcha un número de atención, el 024, que es algo estupendo, pero ¿qué pasa después? Nosotros, en el Teléfono de la Esperanza llevamos 50 años escuchando a esas personas. Hay que implantar un modelo de atención comunitaria integral, planes de formación para todos los profesionales implicados, investigación, campañas de concienciación, mejoras en los estudios estadísticos, supervisar a los medios comunicación y a las redes sociales, hacer planes en contextos educativos desde la infancia...

– Hablaba de estadísticas. Los datos son terribles, pero ustedes sospechan que pueden estar infravalorados.

– Sí, de hecho nosotros hablamos de los datos del INE como 'datos oficiales'. Cuando hablamos de que este año 3.941 personas se han suicidado en España son datos oficiales, pero sabemos que los reales son muchos más. Hay muchos fallecimientos por causas externas indefinidas detrás de las cuales hay suicidios. Por lo que sea, se les asigna otras causas de defunción: accidentes de tráfico, caídas, intoxicaciones farmacológicas...

– ¿Hay algún tramo de población especialmente vulnerable o sobre el que resulte más urgente actuar?

– Todos. Pero es cierto que en las últimas estadísticas hemos visto un incremento en la ideación y en las autolesiones en el tramo de los jóvenes y adolescentes. Y también en la población mayor, sobre todo en mujeres. Nunca el número de mujeres había sobrepasado el millar al año. Hay más intentos en las mujeres, pero más letalidad en los hombres. Ahora hemos visto que se ha incrementado muchísimo la letalidad en mujeres, especialmente en las mayores de 70 años. Esas son variaciones en las estadísticas, aunque el porcentaje mayor sigue estando en las edades intermedias.

Origen «multicausal»

– Tenemos la idea de que las malas condiciones económicas pueden desencadenar más suicidios y sin embargo algunas estadísticas, como las de los países nórdicos, parecen desmentirla. ¿Podemos señalar alguna causa especialmente relevante?

– Hay que distinguir entre causa y desencadenante. El suicidio nunca tiene una causa. Nadie se quita la vida por una causa concreta. En su origen en multicausal y no surge de una semana a otra. Va procesándose durante tiempo y en general no es una conducta impulsiva. Tal vez en jóvenes pueda haber una mayor cantidad de impulso, pero en adultos no. ¿Causas? Múltiples. Pueden tener que ver con la persona, con la familia y el entorno social... Luego están los elementos desencadenantes. Son situaciones que una persona vulnerable vive y que se convierten en la gota que colma el vaso. Esas suelen ser situaciones vitales adversas, que pueden ser arrastradas durante tiempo ('bullying', abuso sexual) o repentinas, como una pérdida afectiva.

«Nuestra sociedad intenta alejar la tristeza y el miedo, pero eso forma parte de la vida»

EMOCIONES

«Hemos visto un incremento en las ideas suicidas y en las autolesiones en jóvenes»

EVOLUCIÓN

– ¿Es pronto para medir el impacto de la pandemia en el nivel de suicidios?

– No podemos hablar de la pandemia como una causa de suicidio. Pero sí que ha puesto a las personas vulnerables en una situación de mayor vulnerabilidad, con menos recursos de ayuda y en mayor riesgo. Han aumentado los suicidios, pero es que antes ya llevábamos años de incremento. En 2021 ha habido 24 fallecimientos oficiales por suicidio en La Rioja, pero es que en otros años habíamos tenido 29 y 30... Lo que sí se ha incrementado, y eso lo hemos visto clarísimamente en el Teléfono de la Esperanza, es la ideación de suicidio, el malestar y el desgaste en la salud mental.

– ¿Estas cifras reflejan un aumento real o son fruto de una mayor atención al suicidio y de una mejor contabilidad?

– Los datos son complicados. Sabemos que las estadísticas, como hemos dicho, no refieren todos los casos. Y sabemos también que cada vez hay más gente que pide ayuda. Eso hace que afloren realidades que ya estaban ahí: el deterioro en la salud mental, la falta de ganas y de sentido, el sufrimiento... Pero durante mucho tiempo hemos vivido muy de espaldas al suicidio. Era un tabú, se escondía el dolor, se manejaba con culpa y con vergüenza e incluso estaba condenado. No sé si ahora hay más, pero sí sé que hay mucho. Las cifras nos tienen que ayudar a ver lo que está pasando. A las jornadas de la semana pasada en el Congreso acudió una madre que perdió hace nueve años a su hijo de veinte por suicidio y que ya había estado en las anteriores, en 019. Le decía a los políticos que en tres años habían muerto oficialmente por suicidio más de 11.000 personas y no se habían puesto todavía a ello. En el Teléfono de la Esperanza sí notamos que la ideación del suicidio es cada vez mayor.

– Vivimos en una sociedad en la que ser feliz parece una obligación. ¿Estamos peor equipados para digerir los reveses de la vida?

– Sí, estamos en la sociedad del 'mister Wonderful'. Es bueno tener mensajes positivos, que nos motiven, pero ¿nos estamos preparando para lo cotidiano? ¿Para las pérdidas, para el envejecimiento, para la enfermedad? Eso forma parte de la vida, pero en los últimos años la sociedad ha intentado alejar del escenario todas estas cosas y cuando suceden no estamos preparados para afrontarlas. Vivir emociones funcionales y sanas como la tristeza o el miedo nos asusta porque pensamos que somos flojos o débiles. Ese es un error tremendo. Nuestro día a día es un continuo inventario de pérdidas. Si no nos damos permiso para vivir la tristeza o el miedo nos quedamos sin recursos. Y el suicidio al final es una sobrecarga emocional al lado de una falta de recursos internos y externos para gestionarla. Yo no quiero morirme, quiero dejar de sufrir porque ya no puedo más. Todos somos corresponsables.

– ¿El posible suicida siempre da pistas? ¿Cómo podemos descubrirlas sin caer en la neurosis?

– Generalmente da pistas. Hay estudios que indican que nueve de cada diez personas en esta situación han dado señales. El problema es que no sabemos leerlas por falta de formación y de información. En esos planes de prevención una parte importante es que todos conozcamos factores de riesgo, factores protectores, señales de alarma verbales y no verbales... Y que no tengamos miedo a escuchar a alguien sin juzgar y sin reproches porque el sufrimiento además es muy subjetivo. Si en el colegio hubiera psicólogos preparados para detectar esto y para trabajar con los chicos y con las familias, tendríamos una sociedad más fuerte y mejor preparada.

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