A Santiago, ocho más un burro y un caballo
Dos familias holandesas pasan por La Rioja al recorrer la Ruta Jacobea con la singularidad de estar acompañadas de dos equinos
Un burro y un caballo pastan apacibles en el césped de la fuente de Murrieta de Logroño. No es una estampa habitual. Llama la atención de los transeúntes. Son Dumbo y Quartz, de 22 y 21 años, y vienen de Francia. Son, quizá, los peregrinos más singulares de los últimos años en el Camino de Santiago a su paso por La Rioja. Claro que no viajan solos. Los animales transportan el equipaje de dos familias amigas formadas por María, de 43 años, residente en Triaize (Francia), y sus cuatro hijos: Inés (21), Arthur (14), Alexia (10) y Melchior (8); y Rose, de 44 años y residente en Amsterdam (Holanda), con sus dos hijos: Sebastian (13) y Joop (8).
«Rose y yo hicimos por primera vez el Camino de Santiago cuando teníamos 18 y 17 años desde Saint Jean Pied de Port hasta Finisterre y pensábamos en repetirlo cuando tuviéramos hijos», explica María. Y así lo hicieron en 2014, desde Francia, cada año una semana, cuando solo tenían dos y un hijo, respectivamente, e Inés contaba 11 años, Arthur, 3; y Sebastian, 2. Los demás, Alexia, Melchior y Joop no habían nacido. «Como cada año teníamos más hijos, necesitábamos un burro para ayudarnos. Y como Inés no había podido venir los dos últimos años porque todavía estaba estudiando, empezó en mayo el camino desde donde vivimos [Triaize] hasta Bayona», cuenta María.
Inés, solo acompañada de los animales, llegó hasta Ustaritz, donde se juntó con su familia. «Mi sueño desde niña es viajar con mi caballo y mi burro, que son los mejores amigos y se estresan si no se ven, donde va uno va el otro», relata Inés. Pero este idílico sueño entraña la dificultad del alojamiento. Si ya muchos albergues ni siquiera permiten el acceso de perros, hacer noche con equinos es una quimera. Por eso llamaron a diferentes albergues, como el municipal de Logroño, donde no se lo permitieron, pero sí en el privado Ikigai, a la entrada de Navarrete, donde no solo se alojaron los ocho humanos sino que Quartz y Dumbo pastaron tranquilamente en su jardín el pasado viernes. «Llevábamos tres semanas sin dormir en una cama de verdad porque acampamos. No es sencillo alojarnos todos juntos, está todo muy lleno y con dos animales... Esto ha sido un sueño», agradece Inés al albergue navarretano.
«Como cada año teníamos más hijos, necesitábamos un burro para ayudarnos. Inés empezó en mayo desde Triaize hasta Bayona»
María
Peregrina holandesa
«Llevábamos tres semanas sin dormir en una cama de verdad porque acampamos. No es sencillo alojarnos todos juntos»
Inés
Peregrina francesa
Gracias a Ikigai el caballo y el burro gozaron de sus primeras horas de esparcimiento libre desde hacía muchos días. Por delante, hasta el final en Burgos este año, desde donde reiniciarán el Camino el año que viene, no cuentan o no saben si volverán a tener esa suerte. «Abrimos en marzo de 2024 y no cobramos más por los animales, aunque la mayoría son mascotas. Tenemos 5.000 metros cuadrados de parcela, el caballo y el burro me hacen una labor de desbroce», valora Bea, responsable de Ikigai.
El marido de María viene ya desde Francia con una camioneta para llevarse a Dumbo y Quartz de vuelta a casa. Caminan unos 20 kilómetros al día y los niños, cada vez más mayores, empiezan a disfrutar la Ruta Jacobea. «Es divertido pero difícil, son muchos kilómetros», confiesa Sebastian.
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