Las bicicletas de Andrei y Adrián, aparcadas mientras ellos se bañan en el río Iregua a primera hora de la tarde de ayer. JUSTO RODRÍGUEZ

Refugio a la fresca dentro de la ciudad

El parque del Iregua de Logroño se convierte en una alternativa a las piscinas para sobrellevar las altas temperaturas

Diego Marín A.

Logroño

Lunes, 21 de agosto 2023

Los perros ni quieren pasear. Y si lo hacen, se tumban sobre la hierba fresca a la sombra. Algún corredor entrena a pecho descubierto. Los ... ciclistas pedalean aliviados por el aire que atenúa la temperatura. Hace un calor difícil de soportar al sol y algo más llevadero al refugio de la vegetación frondosa. Y en la ribera de los ríos, como el Iregua en Logroño, el termómetro baja hasta 5 grados con respecto al centro de la ciudad.

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Lidia Ortega aprovecha el bucólico entorno para escribir. «Con la pandemia me dio por empezar a escribir y sigo. Me sirve de distracción, es bueno para la mente. Y este es un sitio tranquilo, pasa poca gente y me relaja», explica. Lo cierto es que el parque, un lunes como ayer, poco tiene que ver con las calurosas jornadas dominicales de agosto, cuando la afluencia de gente no envidian al complejo deportivo Las Norias. Allí es habitual que se celebren misas de iglesias evangélicas con cientos de seguidores, incluso que se celebren bautizos en el agua. Además, los partidos de fútbol y voleibol están a la orden del día, igual que las comidas campestres, meriendas y cenas. También se toma el sol y no es raro el 'top less'.

Justo Rodríguez

«Hoy me ha dado por venir porque entre estos árboles te inspiras», confiesa Lidia Ortega, aunque, además de las musas, otra razón por la que escribir allí es salvar el calor. «En casa tienes que depender del aire acondicionado, bajar las persianas... y no es bueno estar todo el día a oscuras. Aquí hay claridad y respiras mejor», describe. La novela que escribe con fluidez, por cierto, se titula 'El espejo que refleja una mirada' y versa sobre una familia de Matute.

«En casa tienes que depender del aire acondicionado, bajar las persianas... y no es bueno estar todo el día a oscuras», describe Lidia

Lidia se mantenía a la sombra en la zona de recreo junto a la fuente de los Zapateros mientras Andrei y Adrián se bañaban en el río. Los dos jóvenes rumanos residentes en Logroño habían acudido, como acostumbran, a bañarse en el Iregua y pasar la tarde al refugio del calor. Sobre una piedra, un pequeño radiocasete con el que escuchaban música y un carrete de galletas. «Venimos habitualmente porque, por el calor, aquí se está bien, está fresquita el agua. Depende del día, traemos comida, te quedas más rato y pasas el día aquí, pero hoy solo estaremos un par de horas», explica Andrei. En otras ocasiones acuden con más gente, más amigos o sus familias, aunque ayer estaban solos sumergidos en una poza. «Venimos cuando hace mucho calor. También solemos ir a Las Norias pero aquí en el Iregua no hay que pagar entrada y se está muy bien. Como hay sitios en que el agua está más alta te puedes bañar», detalla Andrei.

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Cerca, Juan, igualmente rumano residente en Logroño, disfrutaba a la sombra, a la orilla del río. «Venimos por dos cosas: falta de dinero para ir a donde el lujo y porque no tenemos otra cosa que hacer, hoy que estoy libre», declara Juan. «Aquí se está bien, aunque vienen con perros... Vivimos aquí al lado, estamos dos o tres horas y ya está. No me suelo bañar pero metemos los pies en el agua», confiesa.

«Venimos cuando hace mucho calor. También solemos ir a Las Norias pero aquí en el Iregua no hay que pagar entrada», detalla Andrei

En una de las cascadas, junto a los puentes de madera, inspeccionan la zona tres personas. «Estamos mirando a ver si hay sitio y el día que hace para venir con la familia, pasar el día y comer...», describe uno de ellos mientras otro, por videollamada, enseña al resto cómo está el área elegida. Solo una familia árabe se baña, los adultos vestidos, los niños desnudos. «Los críos se divierten un ratico en el río. Cuando hace calor nos gusta venir al río. Venimos habitualmente y nos gusta más el río que la piscina, la verdad. Aquí no hay peligro porque no cubre y estamos más frescos. En el río siempre baja el agua natural más fresquita», dice el hombre. Y decidido, en unos minutos vendrá el resto de la familia, una decena.

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«Aquí pasaremos todo el día, hasta por lo menos las ocho. Aquí comemos, merendamos, nos bañamos...», anuncia. Fuera de la sombra y de la orilla del río el sol abrasa. Los pájaros ni vuelan. Solo el curso del río Iregua parece tener vida entre la ciudad y el polígono industrial La Portalada.

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