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Rex, uno de los perros del Centro de Acogida de Cañas, descansa en uno de los jardines de este refugio. RODRIGO MERINO
Refugio

Una lealtad que se paga con el abandono

Los centros de acogida de la comunidad de La Rioja luchan contra el desamparo de los animales

María Aguirre y Lucía García-Blanco

Martes, 19 de agosto 2025, 07:25

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Tirados en cunetas, en basureros o presas de la maldad y violencia. Atropellados, desnutridos, maltratados o incluso víctimas de trampas de cazadores. Tristes, miedosos, solitarios, aterrorizados e incomprendidos. Llenos de perdigones o enfermedades no tratadas. Esas son las condiciones en las que se encuentran, en palabras de APA, «200.000 animales cada año a nivel nacional». Para paliar esta situación de abandono y darles un hogar, España cuenta, según el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, con un total de 1.608 refugios. Una labor que desempeñan en La Rioja centros como la Asociación Colaboración Animal, Centro de Acogida de Logroño, Asociación Protectora de Animales (APA) y el Centro de Acogida en Cañas

A unos 10 kilómetros de Logroño se encuentra la Asociación Colaboración Animal. Allí, desde hace más de una década, su presidenta Silvia Clemente y sus dos fundadoras y voluntarias, Rosa López y Ana Sánchez, abren las puertas para recibir a perros, gatos, palomas e incluso hurones que están buscando un hogar donde poder quedarse.

En el recinto que, según explica Rosa, «fue construido hace poco más de dos años y está dedicado a Marian, una mujer a la que le encantaban los animales», hay actualmente tres perros (Alejo, Gonza y Aiken) y sesenta gatos repartidos en tres chelines (los que están sanos y los que tienen leucemia) porque, como explica Rosa, «puede transmitirse entre ellos y los cuidados son más especiales». Unos que consiguen cubrir gracias al servicio de veterinario. «Tenemos más de uno para contrastar segundas opiniones, además ellos nos permiten pagarles más adelante porque para nosotras lo principal es ayudarles cuando lo necesitan, no esperar a tener el dinero para entonces hacerlo», comenta.

En España son abandonadas 200.000 mascotas al año, según datos de la Asociación Protectora de Animales (APA)

Alejo y Mateo, uno de los perros y gatos del refugio, respectivamente, se encuentran en esa situación. Alejo llegó con afilalía, una enfermedad que le hizo tener gusanos en el corazón y estuvo a punto de morir. Actualmente, está sano gracias a los medicamentos óptimos para su tratamiento y unas condiciones necesarias para su posterior recuperación. Mateo, por su parte, es un gato que también necesita de una atención más exhaustiva debido a que «un perro le mordió el glúteo y ahora tiene incontinencia de orina y heces».

En este refugio, la adopción pasa por entrevistas previas y un donativo de 135 euros que incluye desparasitación, puesta de microchip, pruebas de leucocito e inmunodeficiencia, vacunas al día, esterilización y seguimiento. Sin embrago, a los animales con estas características les cuesta más encontrar un hogar.

En el Centro de Acogida de Logroño, Sandra Tre Ortega y Olga Sellares, veterinaria y auxiliar administrativa, se encargan de llevar, cuidar y dar en adopción a los animales que llegan. El año pasado, la cifra de perros adoptados ascendió a ochenta y seis; y en gatos fueron setenta y seis. Un número que ha alcanzado los veintinueve en perros y treinta y ocho en felinos de enero a junio de este año.

Imagen principal - Una lealtad que se paga con el abandono
Imagen secundaria 1 - Una lealtad que se paga con el abandono
Imagen secundaria 2 - Una lealtad que se paga con el abandono

Algunas de las historias

Van Gogh (ocho años) es un perro potencialmente peligroso que fue recogido hace cinco años y medio en Villamediana de Iregua. En 2022 su situación empeoró: le diagnosticaron leishmaniosis y, partir de ese año, empezó un tratamiento. «Es un perro muy sociable y noble, pero al ser PPP y tener esa enfermedad habrá recibido menos de cinco visitas en todo este tiempo», expone Sandra. Sin embargo, la falta de fortuna se acabó la semana pasada: «Una señora dijo que buscaba un PPP, preguntó qué perro lo tenía más complicado para salir y ese fue Van Gogh», detalla la veterinaria.

Una historia que no pueden contar de Copito o Ronco, dos canes que, por enfermedad y ser PPP, como Copito, o por edad, como Ronco, «seguramente vayan a morir aquí».

La labor de estos refugios es proporcionar a los animales cuidados veterinarios, tratamientos específicos y programas de socialización

En el caso de este centro, que también cuenta con servicio de veterinario, quirófano y crematorio, la adopción sigue siempre el mismo procedimiento: presencial. «Cuando vienen al centro les preguntamos a los posibles adoptantes sobre su estilo de vida para ver qué animal se adapta mejor a sus condiciones», concluye Sandra.

En cuanto al refugio de APA, el procedimiento de atención se basa en la recepción, valoración sanitaria y la búsqueda de adopción de los que van al refugio. Tal como explica Carmen Faulín, que se encuentra al frente de la asociación, «cuando llega un animal, lo primero es asegurarnos de que esté sano, vacunarlo y revisar su historial». Además, se coordinan con voluntarios y otros refugios para facilitar la integración y bienestar de cada uno de ellos.

Mercadillos y paseos

En APA ofrecen varias actividades que están destinadas tanto a los propios animales como a la comunidad. Algunas de estas ideas consisten en un mercadillo solidario donde recaudan fondos y garantizan el mantenimiento del propio refugio. Por otro lado, se encuentran los paseos. En ellos el perro puede salir del recinto acompañado de uno de los voluntarios; una forma de mejorar su bienestar y adaptabilidad.

Una de las historias que ha tocado el corazón de Carmen es el caso de Benito. Llegó al refugio en malas condiciones tras haber caído en la trampa de un cazador en Calahorra que le provocó un corte en la mitad del cuerpo. «Aunque tenía unas heridas muy profundas, los órganos no habían resultado muy dañados y milagrosamente salió adelante. Ese animal está todavía para adoptar», apostilla Faulín.

La encargada de la protectora también señala que «muchas veces es la propia asociación la que se encarga de asumir los costes». Además, agrega que «hemos llegado a poner 400.000 euros de nuestro bolsillo».

En Cañas, su refugio se dedica a la atención de perros abandonados o en condiciones de maltrato, ofreciendo un entorno en el que se pueden recuperar tanto física como emocionalmente. Desde su llegada, cada animal pasa por un protocolo que consiste en una revisión veterinaria, higiene y un seguimiento constante de su estado. Como relata Cristina Varo, una de las responsables del refugio, «nosotros los desparasitamos, vacunamos, esterilizamos y los ponemos en condiciones de salud óptima».

El recinto ofrece diferentes servicios: participación de los animales en paseos diarios, en juegos y en diferentes actividades con los voluntarios. Además, las familias que están interesadas en adoptar pueden conocer a los animales y recibir un asesoramiento para garantizar una buena integración en el hogar. «Tenemos un cuestionario previo, que se lo pasamos, vemos cómo es la familia y siempre hacemos que el interesado en adoptar vea al perro de manera directa», apunta Varo.

Entre las historias más destacadas se encuentra el caso de Titán, un perro que tiene, en palabras de Mónica Chacón, la entomóloga del refugio, un problema «entomológico». Es un perro que sufre de «estrés acumulado» y eso le deriva en ansiedad, explica Chacón. Aunque es un perro «extremadamente cariñoso con las personas» requiere un tratamiento doble. Esto se lleva a cabo con una modificación de conducta donde se le da paseos, juegos de olfato, kongs y ejercicios para gestionar la excitación. Según la entomóloga, «Titán ya ha mostrado mejoras porque no sale tan alterado como antes y a veces prefiere primero estar en contacto con las personas que trabajamos aquí en vez de salir a correr». Sin embargo, el equipo confirma que aún necesita un poco más de tiempo para gestionar bien la ansiedad.

En estos refugios, cada adopción es más que un trámite. Se trata de un trabajo constante por devolverle la dignidad a esos animales que un día fueron olvidados. Mientras existan historias como las de Alejo, Titán, Mateo o Benito, el labor de las protectoras es imprescindible para que el abandono deje de ser una condena irreversible.

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