Punto final a setenta años de Molgoy
La empresa riojana de ropa, fundada en 1954, cierra sus tiendas de Logroño y Vitoria, así como su fábrica de Navarrete
'Liquidación total. Últimos días hasta el 21 de junio. Todo a 25 euros'. El que pasee por la esquina de las calles San Antón y Pérez Galdós de Logroño se topara con ese cartel. Es el que luce el escaparate del comercio que allí se ubica desde hace algo más de cinco años. La tienda de Molgoy cierra sus puertas, pero su despedida va mucho más allá, puesto que también cierra la fábrica, ubicada en Navarrete, así como el otro comercio con el que la firma contaba en Vitoria. De hecho, el establecimiento de la capital alavesa ya echó la persiana para siempre el pasado 31 de mayo.
«Se cierra todo». Así resume Rosa Molina la decisión tomada por los propietarios de este negocio especializado en las prendas de punto y las camisas. Se pone el broche final a una aventura que arrancó de la mano de sus abuelos allá por 1954 con la puesta en marcha de Manufacturas Molina SL, cuya marca comercial 'Molgoy' surgía de los apellidos de sus fundadores: el citado Molina y Goicoechea.
«Hay clientes que me han dicho que ya tienen 'Molgoys' para lo que les resta de vida», se congratula Rosa Molina
Así echó andar una empresa con sello riojano a la que dieron continuidad los hijos de los fundadores, Rafael y Juan María, para dejar paso más tarde a la tercera generación de la familia. «Mi hermana Mónica se incorporó en 2004 para llevar toda la parte comercial y la relacionada con la gerencia y en 2009 llegué yo para llevar las tiendas, el tema del marketing...», enumera Rosa Molina, quien señala que el cierre se debe a una cuestión de adaptación a los nuevos tiempos. «La tienda multimarca en España está desapareciendo y mantener nuestra estructura de fábrica, personal y tiendas, que funcionan muy bien, no merece la pena», lamenta, tras atender a los clientes que buscan su talla entre las últimas existencias de jerseys o camisas.
Molina admite que la despedida le da «mucha pena», pero asegura, por otra parte, que sacar adelante un comercio supone «muchos quebraderos de cabeza». Así, las hasta ahora responsables del negocio afrontan esta nueva etapa con «incertidumbre y un poco de miedo», pero al mismo tiempo lo hacen con ilusión. «Nos esperará algo bueno, seguro», vaticina una de las hermanas.
A ellas les da pena cerrar. Y a los clientes les da pena que Molgoy cierre. Y así se lo han hecho saber a Rosa desde que se anunció la decisión. «Nos han dicho que les produce tristeza, pero entienden que las cosas para las pequeñas y medianas empresas están muy complicadas», expone la propietaria de un negocio que llegó tener «hasta 25» empleados.
Ya hace varias semanas que en la tienda de Logroño está colgado el cartel que anuncia la liquidación y, desde entonces, los clientes no han querido dejar la oportunidad de hacer sus últimas adquisiciones. «Los primeros días fueron una locura y estos últimos, también», afirma Rosa Molina. «Hay clientes que se han llevado hasta cinco o seis prendas y algunos de ellos me han dicho incluso que ya tienen 'Molgoys' para lo que les resta de vida», relata.
La empresa echa el candado, pero sus jerseys no dejarán de verse por la calle, algo que a las nietas de los fundadores les produce una «enorme» satisfacción. «Sabemos que la calidad que ofrecemos es difícil encontrarla en otro lado», asegura Rosa, quien cree que sus abuelos estarían «muy orgullosos» al comprobar hasta dónde ha llegado aquella aventura que comenzó hace setenta años. «Hemos luchado hasta el final y nos vamos con la satisfacción de haber hecho un buen producto y haber ofrecido un servicio excepcional a los clientes», remata.
El proyecto empresarial de un andaluz y una vasca
Un andaluz y una vasca que querían llevar adelante un proyecto empresarial ilusionante». Así se explica en la página web de Molgoy cómo fueron los inicios de la empresa fundada hace siete décadas y que no tardó en asentarse en La Rioja, allá por los sesenta y los setenta. «En esos momentos se fabricaban géneros de punto para señora, caballero y niño, sin especializarse, y se producía más o menos de cada segmento dependiendo únicamente de aquello que los clientes demandaban», se expone.
A finales de los setenta, y ya de la mano de la segunda generación de la familia, se moderniza la maquinaria y se amplía «notablemente» el mercado de clientes. «Con la ampliación del mercado de distribución llega también la especialización en el segmento de caballero», se apunta en la web de una empresa que, antes de en su ubicación actual, levantó su tienda logroñesa en la calle Belchite y en la esquina de las calles Lardero y Somosierra, lugar donde se situó la fábrica antes de su paso a Navarrete.
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