Personas que dan duros a cinco pesetas
Economía Solidaria Riojana ofrece préstamos sin intereses a proyectos de asociaciones y a personas autónomas
La Cooperativa Frutos del Campo Nuestra Señora Villavieja de Nalda tuvo una deuda de 18.000 euros con la Seguridad Social que, por sus pequeñas ... dimensiones, no podía afrontar. Un préstamo solidario no solo le permitió salir del atolladero sino generar empleo en la zona rural del Bajo Iregua. Por otra parte, el Ateneo Riojano solicitó una subvención para renovar el equipo de sonido y se la concedieron, si bien debía hacer el gasto antes de recibir la ayuda, pero si la había pedido era, precisamente, porque no tenía dinero, así que fue un préstamo solidario de 16.000 euros el que le permitió afrontar la obra. También hay casos personales, como el de las queseras artesanas Alicia Fernández (Roca de Cabra) e Isabel Ochoa (La Cilla) o la primera granja avícola ecológica de La Rioja, Rosalinda, que pusieron en marcha sus proyectos, en parte, gracias a la ayuda de estos préstamos.
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Economía Solidaria Riojana (Esor), que forma parte de la Red de Economía Alternativa y Solidaria de La Rioja (Reas Rioja), tiene como fin sensibilizar sobre el uso ético del dinero y ejerce de herramienta financiera a quienes desean invertir en proyectos con criterios éticos y solidarios, sin una recompensa económica. «En lugar de meter el dinero en entidades bancarias sin control, y en las que hacen un uso de él que a veces no se corresponde con lo que nos gustaría, se planteó fomentar la economía solidaria. La idea es que alguien que tenga un proyecto empresarial, generalmente de autoempleo, no muy grande, y con dificultad para acceder a un préstamo convencional, nos solicita uno solidario y, si se ve que es viable, se aprueba», explica Enrique Orduna, presidente de Esor.
Cuando esta entidad da el visto bueno a un proyecto confiando en su viabilidad, lo da a conocer a sus socios, que deciden libremente apoyar o no con su participación, con el condicionante de que nadie puede prestar más del 10% del total. Suelen ser cantidades de unos 4.000 euros, y los más cuantiosos no han superado los 20.000. No hay intereses. Y el plazo máximo de deuda es de dos o tres años, pero suele ser flexible. «La asociación hace el seguimiento y se suele sortear quién empieza a recibir la devolución del dinero», apunta Enrique Orduna.
«La idea es que alguien que tenga un proyecto empresarial, generalmente de autoempleo, nos solicita un préstamo solidario»
Enrique Orduna
Presidente de Esor
«Todos somos voluntarios. Hay quien solo puede prestar 50 euros y no pasa nada, vale lo mismo que el que presta 500»
Julio Ruiz
Socio prestamista de Esor
«Si hay un contratiempo, esperamos un poco. A veces pasa que se tarda en devolver el préstamo cuatro años»
Raquel Ramírez
El Colletero (Reas Rioja)
«Das algo que te sobra y es una buena obra. Y cuando te lo devuelven es una gozada porque ya ni te acordabas»
Sari Sedano
Socia prestamista de Esor
«Ha habido proyectos que no han funcionado, entonces intentamos que se devuelva el dinero, pero sin acosar ni presionar»
Mila Díez
Fademur Rioja (Reas Rioja)
«Hay un máximo pero no un mínimo. Todos somos voluntarios. Hay quien solo puede prestar 50 euros y no pasa nada, su dinero vale lo mismo que el que presta 500», explica Julio Ruiz, uno de los socios y prestamistas de Esor. «La gente que presta no es que sea rica y se desprende de un dinero, le puede suponer a alguien un esfuerzo mayor prestar 50 que a quien da 500», destaca Julio Ruiz. Mientras que los bancos a menudo exigen avales y plazos que muchos no pueden cumplir, Esor solo exige la devolución del dinero cuando el proyecto empiece a ser rentable. «Sabemos que son proyectos de riesgo, que se pueden producir retrasos e imposibilidades, pero tratamos de ser una alternativa financiera», advierte Julio Ruiz.
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Claro que, antes de aprobar un proyecto que financiar, se estudia su viabilidad. «Si hay un contratiempo, esperamos un poco. Hay que tener paciencia. A veces pasa que se tarda en devolver el préstamo cuatro años», subraya Raquel Ramírez, de El Colletero, entidad que forma parte de Reas Rioja. «Se mantiene el contacto y hay un seguimiento, se estudia la situación... En algún caso se ha acudido al Juzgado, si hemos perdido la pista, para reclamar si la persona cuenta con bienes y se intenta renegociar», especifica Enrique Orduna, porque hablamos de préstamos solidarios, no a fondo perdido.
Pero, ¿quién ofrecería su dinero a un desconocido sin un beneficio económico u otra contraprestación, con el riesgo de perderlo? Cierto es que en el préstamo solidario puede intervenir una veintena de socios, por lo que la pérdida se reduce mucho. Es una especie de micromecenazgo con unas reglas que establece Esor. «Hacemos posible proyectos de emprendimiento. Es cómodo, das algo que te sobra y es una buena obra. Y cuando te lo devuelven es una gozada porque ya ni te acordabas de que habías prestado ese dinero», confiesa Sari Sedano, socia prestamista con cantidades de 100 y 200 euros. «Es una satisfacción, piensas que haces algo bueno y no te compromete. Y son dos momentos de alegría: cuando se presta y cuando te lo devuelven», asegura Sari Sedano, quien también afirma que nunca han discutido porque asumen que esta es una acción social y solidaria. «Lo que prestas supone un bienestar porque piensas que estás ayudando a alguien que no tiene nada y así puede salir adelante», opina Sari Sedano, quien confía en que, si esta iniciativa se conociera más, mucha gente estaría dispuesta a colaborar con los demás.
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«Un salvavidas»
Juan Carlos Pínola emigró desde Uruguay y, tras presentar su proyecto de taller de reparación de calzado en varios bancos que le exigían un aval que no podía presentar, conoció a Reas Rioja y accedió a un préstamo de Esor. «Iba con mi familia a las reuniones. Uno juntó en su pueblo 400 euros, otro aportó 100, Julio me prestó 8.000... Así pude abrir un taller en la calle Industria en el que estuve 8 años, no tuve que volver a mi país, me jubilé y lo traspasé. Gracias a esa ayuda me pude instalar aquí», recuerda Juan Carlos Pínola. Su hija siguió sus pasos y, del mismo modo, abrió el taller de cerámica La Plazuela, trasladada de la calle Barriocepo a Huesca.
Antes de aprobar un proyecto que financiar, Esor estudia su viabilidad. Y también aconseja no seguir adelante si cree que va a suponer más deudas
En el préstamo solidario, generalmente de unos 4.000 euros, puede intervenir una veintena de socios, con un máximo del 10% por persona
La Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur) en La Rioja también recibió un préstamo de Esor. «En un momento muy crítico, cuando se nos cerraba la puerta porque nadie nos daba crédito, llegó de forma natural la única solución, un salvavidas para poder sacar adelante un proyecto de formación en cocina y catering con el objetivo de crear cooperativas de servicios en entornos rurales», reconoce Mila Díez, presidenta de Fademur La Rioja. Y es que muchas mujeres que desean seguir viviendo en su pueblo emprenden negocios de artesanía o agroalimentación y así se palía verdaderamente la despoblación, «no con papelitos», ejemplifica Mila Díez. «Fue muy importante a nivel emocional puesto que nos permitió continuar funcionando como entidad. A nivel asociativo pudimos continuar impartiendo formación a nuestras socias», remarca Mila Díez, quien destaca el papel transversal, de auxilio y acompañamiento. «Te hace creer en ti misma», sentencia Mila.
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«Ha habido proyectos que no han funcionado, entonces intentamos que se devuelva el dinero pero sin acosar ni presionar. Pero cuando salen adelante y puedes contarlo es muy grande», destaca Mila Díez. Asociaciones, talleres, artesanos y locutorios han sido beneficiarios de estos préstamos, unos 80 proyectos ya, con una media de dos o tres al año. «Pedimos un plan de viabilidad que explique cantidades y eso nos sirve para decir que sí o no. Incluso aconsejamos que no se metan porque pueden salir con más deudas», señala Luis Sanjuán, presidente de Reas Rioja.
«Extraña el nivel de confianza que creamos porque no estamos acostumbrados. Y es que juntas a treinta personas que no se conocen para apoyar un proyecto y la gente no se lo cree», admite Sanjuán. Y es que no solo es difícil encontrar quien dé duros a cuatro pesetas, también a cinco.
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