
'La seño' sigue siendo 'la seño'
Cuanto más pequeños son los alumnos, menos hombres hay dispuestos a acompañarles en sus primeros pasos
La educación obligatoria en España discurre entre los tres y los deiciséis años, aunque cada vez más niños se incorporan al sistema educativo con apenas unos meses de edad. Si se observa la demografía del profesorado en La Rioja, salta a la vista una primera conclusión: cuanto más pequeños son los alumnos, menos hombres hay dispuestos a ponerse una bata y a enseñarles las vocales o a manejar los rotuladores y la plastilina. El desequilibrio se va paliando a medida que se avanza por el sistema educativo, como si los profesores varones solo les empezaran a encontrar la gracia a los chavales a partir de los 12 años y en cambio sus compañeras supieran que en esas etapas infantiles o incluso preescolares –trabajosas y exigentes– se construye la persona y se siembran las semillas de una buena educación.
En realidad, el profesorado es mayoritariamente femenino en todas las etepas educativas, según revelan los datos de la Consejería de Educación. Si sumanos todas las etapas preuniversitarias, en el curso 2024-2025 de los 5.508 profesores riojanos, 3.951 son mujeres. Siete de cada diez. Solo al poner la lupa encontramos que la desproporción es mayor en los niveles más tempranos del sistema. En Infantil y Primaria, el número de maestras supera las 2.100 mientras que el de maestros se queda en poco más de 500. Cuando se llega a los institutos, el paisaje cambia notablemente en los cuatro cursos de ESO y en los dos de Bachillerato. Aquí el porcentaje de profesores varones sube hasta el 35% y un poco más (40%) si nos centramos en la Formación Profesional.
Los datos de la Consejería no permiten distinguir entre Infantil y Primaria, pero un simple vistazo a los colegios demuestra que la etapa de 3 a 6 años sigue siendo casi un monocultivo femenino. Y no parece que las cosas vayan a cambiar en un futuro próximo, al menos si atendemos a las generaciones que ahora mismo están estudiando en la Universidad. Son muy elocuentes las cifras de alumnos y alumnas matriculados en los diferentes grados de la UR. En el curso 2024-2025, el 92,28% de los estudiantes que cursan el grado en Educación Infantil son mujeres. Solo 23 de los 298 futuros maestros son hombres.Sin embargo, la sitación cambia si observamos los datos de quienes estudian Educación Primaria. Aquí el porcentaje de mujeres baja hasta el 60%, una cifra semejante a la que encontramos en grados como Derecho, Química o Relaciones Laborales. «Pero incluso hay que mirar estos datos con lupa para ver qué esconden. A la hora de elegir especialidad en Educación Infantil, una mayoría de hombres escoge Educación Física», advierte Andrea Gutiérrez, doctora en Psicología, profesora del departamento de Ciencias de la Educación y delegada de Igualdad en la UR.
Eduardo Martínez Echarri es de los 23 alumnos matriculados este año en el grado de Educación Infantil en la Universidad de La Rioja. Estudia primero. Su historia es la historia de una vocación que comenzó a fraguarse cuando en la ESO le tocó entrenar a un equipo de fútbol en su pueblo, Villatuerta (Navarra). Luego hizo el grado medio de Deporte y más tarde, el superior. «Hacíamos muchas actividades con niños y ahí confirmé que eso era lo que más me gustaba», relata. Decidió entonces acceder a la Universidad y estudiar Educación Infantil.
«Los amigos al principio siempre estaban con la broma de que si el collar de macarrones, de que si estaba lleno de chicas... –recuerda–. Y lo cierto es que pensaba que no iba a ser para tanto, pero luego llegamos el primer día y allí estábamos cuatro o cinco chicos entre noventa chicas. Fue un poco chocante, aunque ahora ya lo tengo normalizado». Eduardo no le encuentra muchas explicaciones a que esta carrera se haya convertido en un reducto femenino: «Quizá haya algo de estigma social que nos marque indirectamente desde niños. O tal vez sea por la edad tan temprana de los niños. Hay que tener mucha paciencia y mucha tranquilidad para educarlos adecuadamente e igual los chicos somos más impulsivos y nos falta sangre fría. Por lo demás, no me lo explico».
«Todas estas cuestiones están ligadas a cómo nos socializan a los hombres y a las mujeres –advierte Andrea Gutiérrez–. Habría que analizar diferentes factores y estudiar cómo están valoradas esas carreras, cómo se remuneran... Los trabajos a los que se dirigen las chicas son muchas veces los que tienen menor reconocimiento social y también los peor remunerados», advierte Andrea Gutiérrez.
LAS CIFRAS
92,28% es el porcentaje
de alumnas en el Grado de Educación Infantil en la Universidad de La Rioja
2.139 mujeres
ejercen como maestras de Educación Infantil y Primaria; los hombres son 507
En el tramo no obligatorio de la Educación Infantil, el que va de cero a tres años, la escasa presencia de profesores masculinos es una norma con muy pocas excepciones. «De cada diez currículos que nos llegan, solo uno corresponde a un varón», confirma Sandra Íñiguez, presidenta de la Asociación de Escuelas Infantiles de La Rioja, integrada en la FER. «No sé por qué sucede esto –apunta Íñiguez–. Quizá el hombre se encuentra muy lejos del nacimiento del bebé, de la lactancia, de ese vínculo tan íntimo que se crea con la madre, y les dé un poco más de miedo; pero no es desde luego porque estén menos cualificados o vayan a hacerlo peor». Las profesionales de la educación infantil más temprana constatan cómo los prejuicios corren en varias direcciones: «A muchos padres les da más tranquilidad que sea una mujer la que se ocupe de sus hijos, seguramente por el impacto de algunas noticias feas que a veces salen a la luz», apostilla Íñiguez.
Sin embargo, hay rayos de sol que se van colando entre las rendijas del sistema. «En lo que sí se ha notado cambios es a la hora de interesarse por los niños, de acudir a las reuniones, de participar en la educación –apunta Íniguez–. De unos años a esta parte se está notando una mayor implicación de los padres. Antes le hablabas a algún padre de que el niño necesitaba baberos y se extrañaba incluso de que los usaran. Todavía son mayoría las mujeres, pero la implicación de los hombres ha crecido mucho». Faltan, en todo caso, referentes. Como apunta la maestra Mireia Madinabeitia, las figuras masculinas en la educación infantil son muy positivas para que se deje de ver este ámbito como responsabilidad exclusiva de la mujer. Y, con su experiencia propia, el estudiante Eduardo Martínez lo corrobora: «En Infantil teníamos un profe que era joven y siempre ha sido mi referente. Me fijaba mucho en él. Ojalá pudiera ser como él».
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