Los crímenes de la niña de Haro y del profesor de la calle Pepe Blanco esperan respuestas

Veintidós días separan al 27 de enero del 18 de febrero, dos fechas inscritas ya en los registros de la crónica negra de La Rioja. Poco más de tres semanas pasaron entre el descubrimiento del cadáver de la niña Carolina Corral (5 años) en una habitación del hotel Los Bracos de Logroño (el cuerpo de su abuela, Olga Febles, apareció 24 horas después en las aguas del Ebro), del hallazgo de los restos de Pedro José Sáez en su vivienda de la calle Pepe Blanco de la capital. Veintidós días de diferencia entre sendos crímenes que, casi dos meses después del segundo de ellos, comparten una misma realidad: aún quedan demasiadas preguntas buscando una respuesta.

De todas, la más inquietante es la que pivota en torno a la identidad del asesino o asesinos de Pedro José Sáez en la mañana del 18 de febrero. Su cuerpo fue descubierto a primera hora de aquella tarde por uno de sus hijos con evidentes signos de violencia (el cadáver presentaba golpes y heridas de arma blanca). Los investigadores, sin signos de cerraduras forzadas, concluyeron que la víctima franqueó el paso a su verdugo (o verdugos), centraron la investigación en su círculo de amistades y clientes (esporádicamente ejercía de masajista) y confiaron en que el análisis de su teléfono móvil arrojara unos resultados que aún hoy continúan sin llegar.

Sin autores materiales identificados, el caso continúa bajo el candado del secreto sumarial ordenado por el titular del Juzgado de Instrucción número 1 de Logroño, Ulpiano González. «No, no se ha detenido a nadie relacionado con ese crimen. Los grupos de investigación siguen trabajando y practicando las diligencias que se pueden instruir en estos momentos», confirman desde Policía Nacional explicando que el refuerzo del área de Seguridad Ciudadana vinculado al estado de alarma «no ha hecho que los grupos de investigación no sigan operativos. Ahora el trabajo se centra en el análisis de las numerosas pruebas de la escena del crimen. Es un trabajo minucioso».

En el caso de la pequeña Carolina Corral, las dudas se centran más en las causas de la muerte que en la autoría. Al menos teóricamente: tres días después de que la llamada de un vecino de la avenida de Portugal de Logroño alertando de las presuntas intenciones suicidas de una mujer hospedada en el hotel Los Bracos acabara descubriendo el crimen, el titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Logroño, José Carlos Orga, enviaba a prisión, sin fianza y como presunta autora de la muerte de la niña de la supuesta suicida: Adriana Ugueto. La madre de Carolina. La crisis sanitaria ha dejado la investigación judicial en punto muerto: al no ser un caso esencial, no se está tramitando, informan desde el Palacio de Justicia de La Rioja. Todos sus plazos están paralizados a expensas de que se reactive la actividad normal en la sede judicial.

Dos son los interrogantes sobre esa muerte una vez despejado, al menos de momento, el quién: el cuándo y el cómo. La primera autopsia no arrojó resultados concluyentes (más allá de que el cuerpo no presentaba signos de violencia) y desde el Instituto de Medicina Legal se remitieron diferentes muestras al toxicológico de Madrid para, a partir de su análisis, determinar tanto el momento como las causas de la muerte de la menor. Era el 28 de enero y, a priori, tres semanas después el juzgado de instrucción debería haber tenido sobre su mesa el informe de resultados. «No se ha recibido nada», confirman, diez semanas después, desde Justicia.