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Manos a la obra en el otro Sagasta
Vuelta a clase ·
Más aulas y accesos, itinerarios, alfombras desinfectantes, termómetros, hidrogel, retirada de bancos y taquillas... El centro logroñés ultima los trabajos para recibir el lunes a un millar de alumnos y docentesHan preparado el curso como para un sobresaliente, pero se conformarían con el aprobado porque no descartan el suspenso ante la seguridad de la visita, tarde o temprano, del SARS-CoV-2.
Acostumbrado a las adaptaciones por su mudanza desde el emblemático edificio de la Glorieta logroñesa en obras, el IES Sagasta afronta el lunes próximo, como el resto de centros, el examen más difícil. Ese día, a partir de las 9.30, y de forma escalonada, su sede provisional de Luis de Ulloa reabre su puertas para el retorno de un millar de personas entre alumnos, docentes y resto de personal. No todo está preparado para el curso del COVID, pero casi. En su interior, la actividad era ayer frenética para rematar a tiempo las reformas necesarias para tratar de garantizar la seguridad frente al coronavirus. «Sobre el papel es todo muy bonito, pero igual al segundo o tercer día nos damos cuenta de que hay que cambiar los protocolos. Yo tengo que ser optimista y pensar que todo lo que estamos haciendo va a funcionar, pero es imposible no tener miedos, incertidumbres e, incluso, cierto pesimismo», resumía el director, Carlos Jiménez Ruiz-Alejos, que acompañó este miércoles a Diario LA RIOJA en una visita a la sede.
En el recinto se han habilitado todas las puertas del perímetro, incluidas las de emergencia, lo que permite cinco puntos de acceso para evitar las concentraciones. «En cada entrada habrá dos personas, una para tomar la temperatura y otra para regular el tráfico y que se mantengan las distancias, revisar que nadie llega sin mascarilla y garantizar que limpian el calzado al acceder», explicaba el director, mientras comprobaba las medidas de los felpudos que serán impregnados con desinfectante.
«Yo tengo que ser optimista y pensar que todo lo que estamos haciendo va a funcionar, pero es imposible no tener miedo»
Carlos Jiménez | Director
De los pasillos, ayer con cajas y material, se han retirado bancos, armarios y taquillas e incluso las puertas acristaladas intermedias para evitar posibles atascos y facilitar la ventilación. A sus paredes se han atornillado ya los dispensadores de gel hidroalcohólico y entre hoy y mañana se instalarán en los suelos las flechas que indicarán los recorridos.
Uno de los mayores retos ha sido habilitar más aulas para reducir los grupos y garantizar la distancia de seguridad. En el Sagasta han logrado cinco nuevos espacios a costa de eliminar la sala de profesores y la biblioteca, entre otros, que han sido reubicados en un reconvertido gimnasio, dividido ahora en dos por un tabique de pladur para separar el espacio de los docentes de la improvisada biblioteca, junto a la que también se ha montado el área de informática y un aula para grupos reducidos. «Temíamos que nos limitaran el número de alumnos por aula, pero al final solo se exige separación entre pupitres, lo que nos permite poder acoger en la mayoría de clases a 20-21 alumnos y en algunas, que son más grandes, hasta 26 o 28», aclara el director, que abre una de las aulas en la que ya están ubicadas las mesas sobre los cuatro puntos de pintura bajo cada pata que marcan su posición correcta.
Mientras el personal de mantenimiento prosigue con su ruidosa labor, sus compañeros de limpieza avanzan a buen ritmo con la desinfección completa del edificio. Ayer muchos de los espacios lucían ya en sus puertas un cartel blanco en el que rezaba, en letras negras y rojas: 'Zona higinenizada. No pasar'.
Las reformas no son solo han sido físicas. El plan de contingencia del Sagasta, en el que el centro trabaja desde mayo y presentó el 22 de julio, recoge también cambios organizativos y reglamentarios. «Para evitar la movilidad y cambios de clases y buscar que el profesorado tenga contacto con el menor grupo posible de alumnos hemos agrupado las horas lectivas de cada asignatura en bloques de dos horas. Además, aunque mantenemos una franja horaria diaria con siete periodos lectivos, unos van a estar desde el primero al sexto y otros, desde el segundo al séptimo, lo que nos permite escalonar las entradas y salidas», prosigue Carlos Jiménez, que añade que «no va a haber recreos como tal, sino descansos de 10-15 minutos escalonados que se aprovecharán para que salgan y ventilar las aulas».
«No va a haber recreos como tal, sino descansos de 10-15 minutos escalonados que se aprovecharán para que salgan y ventilar las aulas»
Con una petición de solo tres profesores de refuerzo para cumplir el plan de contingencia, el centro ha modificado también su reglamento de convivencia. «Había que estipular el tipo de conductas o infracciones que se pueden dar en esta situación y sancionar, de hecho siendo muy inflexibles desde el principio porque nos jugamos mucho», justifica el director.
El centro ha contemplado todos los posibles escenarios, incluido el confinamiento de algunos algunos alumnos y, para ello, ha adquirido una veintena de cámaras que permitirían emitir online la clase en directo.
«¿Va a salir bien? Me gustaría poder decir que sí, pero... Mientras en la calle sigamos funcionando igual, da igual las medidas que pongas aquí donde no hay duda de que positivos asintomáticos vamos a tener. Sería imposible que no ocurriese con mil personas aquí dentro».
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