La liberación de las cañas

Cuando La Rioja avanzó a Fase 1, los pescadores no salían de su asombro. Podían salir a correr por un Parque del Ebro atestado de gente, pero no se les autorizaba a cargar con sus aparejos para marcharse a pescar al remoto recodo de algún río. Finalmente, las quejas de los pescadores y de los cazadores españoles (que llegaron a interponer sendos recursos ante el Supremo) hicieron mella en el Gobierno y el pasado sábado, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, anunció que se iban a permitir ambas actividades en aquellos territorios, como La Rioja, que ya hubieran entrado en la fase 1 de la desescalada. «Nos ha costado mucho, pero al final lo hemos conseguido. Estamos contentos. No se trataba tanto de esperar una o dos semanas más como de convencer a la Administración de que teníamos razón. El colectivo se ha unido para defender que somos un deporte y que como tal se nos debe tratar», señala José Manuel Fernández, presidente de la Federación Riojana de Pesca.

El Boletín Oficial del Estado lo certificaba el pasado 16 de mayo: «Queda permitida la práctica de la pesca deportiva y recreativa en todas sus modalidades siempre que se respete la distancia de seguridad y las medidas de higiene y prevención fijadas por las autoridades sanitarias». La misma Orden Ministerial autorizaba la práctica cinegética, aunque su impacto ha sido menor porque la media veda en La Rioja no se abre hasta el 15 de agosto. Sí podrá realizarse la llamada «caza de gestión» para evitar los desperfectos causados por la fauna silvestre: «No tenía ningún sentido que, en la época en la que estamos, fuera de temporada y donde la actividad cinegética se centra exclusivamente en la prevención de daños, no se autorizase con las medidas sanitarias que fueran oportunas. ¡Quienes estaban siendo más perjudicados no eran los cazadores sino los agricultores!», explica Eduardo Cornejo, presidente de la Federación Riojana de Caza.

Los pescadores riojanos sí que han podido salir libremente a los ríos desde el lunes, fecha en la que la Orden Ministerial entraba en vigor. Era el momento que estaba esperando el fotógrafo logroñés José Luis Garrido, que decidió subir por la tarde a Ortigosa con su hijo, de 11 años. «Teníamos muchas ganas porque el chaval lleva pescando desde hace dos años y ya le apetecía volver a coger las cañas». Como el decreto entraba en vigor un lunes, no todo el mundo pudo aprovechar el día completo para marcharse al río; muchos tuvieron que dedicar la mañana a trabajar y la tarde a echar el anzuelo (el domingo era día de pesca sin muerte). Carlos Fernández lo hizo en Torrecilla. «Estábamos impacientes; después de estos dos meses por fin tenemos la posibilidad de ir», apunta. «Además el río lleva mucho caudal y está precioso».

Ninguno comprende por qué se ha tardado tanto tiempo en autorizar la práctica de la pesca: «Es algo incomprensible. Hemos visto practicar deporte en calles saturadas y sin embargo no se ha podido ni pescar ni cazar ni ir a por setas», advierte Garrido. Y Carlos Fernández corrobora: «La pesca está considerada como un deporte; y además es un deporte individual en el que no tienes por qué tener contacto alguno con otras personas».