Desamparo tras la muerte en el trabajo de un ser querido
Accidentes laborales ·
Tres familias integrantes de la plataforma '28 de abril' relatan su mala experiencia no solo por la pérdida de un familiar sino por la «desatención» posteriorDIEGO MARÍN A.
Domingo, 19 de septiembre 2021, 02:00
Un accidente laboral mortal es una herida abierta. A la tristeza que supone perder para siempre a un ser querido se suma la tragedia que supone el suceso y lo que se alarga el proceso de duelo, a veces años, hasta que se produce el juicio, que aunque no resuelve lo más importante sí puede permitir cerrar un capítulo.
La plataforma '28 de abril. Stop Accidentes Laborales' creada por tres familias riojanas con muertos durante su jornada de trabajo se reúne cada segundo jueves de mes en la plaza Amós Salvador de Logroño para reivindicar que gran parte de los fatales sucesos «se podrían evitar con el cumplimiento de la ley, con vigilancia y con sanciones ejemplarizantes», expone uno de los pasquines que distribuyen y en el que también reclaman reunirse con la Dirección Territorial de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social en La Rioja.
La plataforma ha cumplido un año y ha fijado sus objetivos en combatir la precariedad laboral y la resignación, exigir el cumplimiento de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, convertir la salud laboral en una prioridad y acercarse a las víctimas. Porque muchas de ellas, las familias de los fallecidos, se sienten solas, desatendidas. Por ejemplo, a todas, salvo en el primer momento, al serles comunicada la nefasta noticia, no les han vuelto a prestar apoyo psicológico.
«Tienes que vivir o malvivir, sobrevivir con un duelo que lo vas gestionando como puedes», declara Ana María García Bretón
El objetivo de 'Stop Accidentes Laborales' es llegar al Defensor del Pueblo y a la Fiscalía General. Las familias Almonacid-Cardedo, Simón y García Bretón son el corazón de la plataforma, las tres han perdido a un ser querido en accidente laboral. Su lema es: «Fueron a trabajar y no volvieron, ¿es justo morir así?». Las tres familias, además, protagonizan el documental 'Perder la vida por ganarse el pan' de Alfonso Ortiz de Zárate, en el que cuentan sus tragedias personales.
En todos los casos afirman sufrir una desatención que les aturde, después del mazazo que supone la muerte de un familiar (un padre, un hijo, un hermano, una pareja), aparece la soledad. «Lo único que te dice la psicóloga es... 'Ha pasado esto...'. Yo lo único que me imaginé es que, como mi padre es camionero, que había tenido un accidente de tráfico. No nos dijeron que se había caído a una máquina. Las formas, cómo nos trataron... es algo que tenemos que gestionar en el momento de 'shock' que sufrimos al enterarnos de la noticia», declara Ana María García Bretón, hija de Roberto, quien murió en el 2012 en un accidente laboral.
Lo que queda después no es mejor: «Tienes que vivir, o malvivir, sobrevivir, con un duelo que lo vas gestionando como puedes. No es una muerte justa y no se hace justicia. A mí, sinceramente, cómo acabó el juicio, me duele en el alma porque siento que no se ha hecho justicia», declara Ana María.
En La Rioja se produjeron siete accidentes laborales mortales en el 2020, dos más que en el 2019, según las estadísticas del Gobierno regional. De enero a junio de este año 2021 hay contabilizados cuatro casos, a los que hay que sumar uno muy grave, diecisiete graves y 2.207 leves, la mayoría en el sector servicios, seguido de la industria.
Familias Almonacid y Carcedo | Daniel Almonacid, muerto a los 32 años en 2019
«A nivel de apoyo a las víctimas nadie se hace responsable»
El 11 de diciembre del 2019 murió a los 32 años Daniel Almonacid, por atrapamiento, cuando trabajaba en la empresa Geopanel del polígono industrial Cantabria de Logroño. «Según el informe de Inspección de Trabajo, el día de los hechos el sistema de protección de la máquina no funcionaba», recuerda Santiago, el padre. La investigación sobre lo ocurrido sigue abierta y la familia espera que se decrete una fecha para el juicio.
En breve se cumplirán dos años de aquel trágico suceso y durante este periodo la familia se ha sentido sola. «Estamos desamparados», reconoce Alba Carcedo, viuda de Daniel. «No sabemos ni para cuándo va a ir el juicio. Llevamos ya casi dos años y no sabemos si va para dos o cinco. Nadie lo sabe porque no han testificado aún ni los testigos, está todo en proceso», expone con resignación Santiago.
Alba relata cómo aquel fatídico 11 de diciembre «vinieron a buscarme al trabajo para darme la noticia de que Dani había fallecido y no pudimos ni siquiera verlo, nadie nos explicaba qué había pasado, nadie entendía por qué y cómo había pasado porque Daniel, que era responsable y precavido, llevaba muchos años trabajando allí y conocía el mecanismo de seguridad, de hecho era el encargado de enseñar a sus compañeros, no pasaba las normas por alto».
Al margen de lo sucedido, ellos, la familia, denuncian que «a nivel de apoyo a las víctimas nadie se hace responsable y desde la plataforma estamos luchando por una solución ante estos trámites tan largos porque los procesos judiciales son eternos», añade Alba. La incertidumbre, el desconocimiento, la incomprensión... son barreras dolorosas.
«Ni un telegrama»
En esa tensa y por momentos desesperante espera la familia del fallecido sigue sufriendo sin saber a ciencia cierta qué sucedió. «No sabemos si se tropezó, si entró, si no llegó a entrar, si la máquina le enganchó por la inercia...», lamenta Alba. Para colmo, «las instituciones se echan la pelota unas a otras», critica María Jesús, madre de Daniel. «Del Gobierno de La Rioja no nos han mandado ni un telegrama con dos líneas sintiéndolo mucho, pero a la empresa sí fue la presidenta», recuerda con rabia el padre.
Familia Simón | Robert Simón Corres, muerto a los 35 años en 2020
«Lo que es un drama es cómo se quedan las familias»
El martes 25 de febrero del 2020 fallecieron dos trabajadores de Nidec Arisa en el polígono Lentiscares de Navarrete. Eran Robert Simón Corres, de 35 años y padre de dos hijos, y Jesús María Lázaro Moreno, de 54 años, padre de tres. Robert murió intentando salvar a su compañero de lo que al final les causó la muerte a los dos, el aplastamiento por una gran estructura
«Robert estaba muy preocupado. La empresa fabrica estructuras de muchas toneladas y la última conversación que tuve con él fue, precisamente, sobre lo inseguro que se sentía. Y ocurrió», lamenta Ana Corres, madre de Robert. «Hay dos informes emitidos: el de Inspección de Trabajo y el de la empresa. Y uno se parece al otro como un huevo a una castaña», ejemplifica el padre, añadiendo que «el caso es que nadie quiere tener culpa».
«Cuando sucedió, la empresa nos reunió y nos preguntó qué queríamos, y yo respondí: 'Quiero saber por qué está muerto mi hijo. Qué ha ocurrido, qué ha pasado'. Y hasta ahora. No nos ha dicho absolutamente nada nadie», subraya Ana, con el temor de que «sabemos que esto puede ir para largo, para siete u ocho años hasta que haya un juicio y que se intente culpabilizar a nuestro hijo y a su compañero».
Por otra parte, les queda la espina clavada de cómo les fue transmitida la noticia. «Me acuerdo como algo muy doloroso que la psicóloga no se iba de casa de mi nuera hasta que no se atreviera a decirle a sus hijos, de 2 y 5 años, lo que había pasado. Se lo tuve que decir yo para que se fuera. Ella estaba haciendo su trabajo pero ni mi nuera ni mis nietos estaban preparados. Tengo ese trauma», confiesa Ana. «Lo que es un drama es cómo se quedan las familias, esto no se puede alargar tanto», zanja el padre.
Ana María García Bretón | Roberto García, muerto a los 55 años en 2012
«Es un proceso interminable que nos impide cerrar capítulo»
Roberto García Gutiérrez murió al caer a una tolva el lunes 19 noviembre del 2012, con 55 años, en las instalaciones de la empresa Juan Cruz Hernández de Recajo (Agoncillo), aunque se encontraba allí como trabajador de Odenor. «Mi padre trabajaba conduciendo un camión de volquete, creemos que la tolva donde tenía que hacer la descarga no tenía las medidas de seguridad necesarias y se cayó», describe su hija, Ana María García Bretón. Después de nueve años desde lo sucedido, el juicio se produjo este año y «la sensación que se nos queda es que hemos tirado todo este tiempo porque es un proceso interminable que nos impide cerrar capítulo».
«Tienes que ir haciéndote a la idea de que te tienes que resignar a recibir una indemnización de chiste mientras a los responsables del accidente no les pasa nada», critica Ana María. La hija de Roberto tampoco está satisfecha del trato dispensado desde el inicio, desde la atención psicológica a la hora de recibir una información que les cambia la vida: «Viene una psicóloga, te da la noticia y ahí te las apañes».
Ana María cuenta una vicisitud que le ocurrió cuando su padre murió: «Mis padres estaban empadronados en Logroño pero vivían en Villamediana. La que vivía en la casa familiar era yo y me dieron la noticia prácticamente tres horas después de que sucediera el accidente, después de que saliera publicado en los medios de comunicación y tuve que subir a darle la noticia a mi madre y a mi hermano, recientemente operado de corazón. Tuve un panorama...». Es más, en un principio ella pensó que su padre había tenido un accidente de tráfico, «tuve que llamar yo al jefe de Odenor a las nueve de la noche para saber que, en realidad, se había caído a una máquina».
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