Una Navidad con 12 comensales
La familia... y nadie más. Los Moraga González se quedarán este año 'solos' con sus 10 hijos en Nochebuena y Nochevieja. Las comidas navideñas las harán «en dos turnos» en casa de una de las abuelas
El ministro de Sanidad y el resto de autoridades no ganan para desazones en los días previos a las celebraciones navideñas. Que si contabilizan los ... niños. Que si deben ser núcleos de convivencia. Que hay que apostar por 'las burbujas' (no, las del cava, no: los 'grupos burbuja'). Que ok a los allegados. Pero que no más de 10 personas...
Publicidad
Y ahí entra la casuística. Que si «somos tres unidades familiares no convivientes pero no superamos las 10 personas». Que si «nuestros vecinos de toda la vida son como de la familia». Que si «nuestros allegados son muy allegados»...
Y luego están los Moraga González.
Constituyen un núcleo de convivencia en el que los progenitores trabajan fuera de casa (Ana es enfermera a media jornada en un centro de discapacidad intelectual en Logroño) e incluso en diferente comunidad (Josechu ejerce de economista en Pamplona), y los hijos pertenecen a varios 'grupos burbuja' en el colegio, por sus diferentes edades (con presencialidad total), con el primogénito ya en la universidad (estudia Medicina en Pamplona) y el pequeño, en la guardería.
Una sanitaria. Un marido que trabaja en otra comunidad. Ocho hijos en otros tantos grupos burbuja. El benjamín, en escuela infantil. El primogénito, en una universidad de otra ciudad. ¿Un reto para el binomio Illa-Simón? No, son los Moraga González.
Publicidad
La familia Moraga González es un ecosistema en sí misma. Josechu (48) y Ana (44) y los 10 hijos que atesoran: Ignacio (18 años), Inés (17), María (16), Pablo (14), Jaime y Gabriel (13), Teresa (12), Lucas (10), Gonzalo (7) y Mateo (2).
Huelga tanto decir que estarán todos juntos en Navidad como que no incumplen ninguno de los preceptos sanitarios establecidos o recomendados. Pero lo del aforo limitado en su caso y en su casa roza la entelequia. Y no porque sea Navidad. Que se juntan casi a diario en la mesa tantos como uvas nos comemos en Nochevieja...
Publicidad
Pero eso no es ningún problema. Ninguno, al menos para una pareja que tiene una solución para cada problema, incluso una facilidad pasmosa para, directamente, no ver (o no crear) problemas. Para una familia que es capaz de 'ensayar' la cena de Nochebuena con el objetivo de confirmar que a todos les gusta el pollo relleno, o de comer en dos turnos en Navidad y Año Nuevo en casa de una de las abuelas con tal de hacerle compañía. Que ponen las uvas de Nochevieja en brochetas para evitar que se desparramen y ensuciar. Para quienes el único atisbo levemente incómodo, que ni siquiera preocupación, es el presupuesto que tienen los Reyes Magos con sus 10 hijos... ¿Problemas para una mujer que tiene la solución hasta para el emparejamiento de calcetines de 9 hijos? No, no es Ana González mujer que se deje vencer por las adversidades. Ni por las circunstancias.
«Estamos todos bien, gracias. Y eso que en esta segunda ola en el trabajo nos ha pegado fuerte, he estado haciendo test de antígenos todas las semanas, pero hemos salido airosos», comienza Ana, interrogada, inevitablemente, por el estado de salud de toda la familia. «Yo estoy supercontrolada, me hago test semanales, eso también me da mucha tranquilidad», añade.
Publicidad
Y se armó... el 'misterio'
Y con todos bien de salud y en las fechas en las que nos encontramos, belén, el que se montará en su casa... «Bueno, instalamos uno chiquitín, lo que sí preparamos es varios 'misterios' por la casa (la Virgen, San José, el Niño Jesús, la mula, el buey y los Reyes Magos). Lo primero que montamos es el árbol, normalmente solemos ponerlo en La Inmaculada, pero este año había muchas ganas de luz y alegría y lo pusimos el día 1 de diciembre», relata con entusiasmo en el inicio del relato de las que serán unas navidades... diferentes.
«Otros años nos reuníamos en mi casa, porque siempre había bebés y niños pequeños, y venían mis padres y hermanos. Nos juntábamos la mitad de mis hermanos con sus familias en Nochebuena y la otra mitad, en Nochevieja. Igual nos reuníamos 30 personas cada noche...», describe Ana. «En mi piso, que tengo un salón muy grande, retirábamos todo, montábamos varias mesas... Incluso venían unos tíos de Madrid», recuerda entre risas. ¿Y Navidad y Año Nuevo? «Las comidas del 25 y del 1 las hacíamos en casa de mi suegra, que son solo dos, ella y mi cuñada», termina por dibujar unas celebraciones que ya se antojan remotas.
Publicidad
¿Qué cenaban 30 personas? «Aperitivos y embutido de picoteo. Mi madre siempre hacía una zarzuela de pescado y marisco. Otros años hemos encargado pizzas para los niños» , rememora Ana como una Nochebuena tradicional en su casa. «Y en Nochevieja cenábamos aperitivos, consomé, merluza al horno, dulces...». Muy de cenar pescado es esta familia: «Sí, el cordero lo dejamos para las comidas», corrobora Ana.
Nada que ver lo descrito con lo que acontecerá (para ellos, como para el resto), esta Navidad: «Mis padres, que viven dos pisos más arriba, cenarán solos, pero subiremos a cantarles un par de villancicos cinco minutos con mascarilla y en dos turnos, para desearles buena noche. Ha hecho mi madre mazapanes, polvorones y turrones. Este año, nada, ellos, arriba solos y nosotros, abajo, los 12 solos también. Bueno... solos entre comillas», dice Ana. Y suelta una risotada.
Noticia Patrocinada
Eso sí, los abuelos les echarán muchísimo de menos. Pero tampoco es un problema: «Ni tan mal, así ellos cenan pronto y se acuestan», zanja Ana.
Y tras las noches, los días. «Navidad y Año Nuevo vamos a comer en dos turnos en casa de mi suegra. Iremos de 6 en 6, en dos veces. Cuando vuelva el turno 1, irá el 2», relata, como aquel que establece los reemplazos de la fábrica. «Irá primero el turno de la una y media a comer, y cuando vuelvan, a las tres, irá el segundo turno. Igual van los mayores en la primera tanda y luego vamos mi marido y yo con los pequeños. Así nos apañaremos, que estamos entrenados...», plantea. Rozando la profesionalización de las tropas.
¿Variará en esta ocasión el menú navideño? «Este año en mi casa en Nochebuena toca pollo relleno para los 12. Prepararé aperitivos y pollo relleno, que ya lo hemos probado y nos ha gustado. Hemos hecho ya también un ensayo de cena con el pollo», desvela Ana. ¿¿Un ensayo?? «Sí. Compré el pollo, que lo venden ya relleno, y lo guisé, no fuera que no les gustara...», dice entre risas, «Hemos hecho ya el ensayo de cena con el pollo», remarca, sin parar de reír. Algo así como el tradicional ensayo de las campanadas en la Puerta del Sol... «Y luego, claro, dulces».
Publicidad
«Nochevieja este año vamos a hacer merluza al horno», termina esta madre de familia supernumerosa por describir la configuración de menús de las cenas navideñas. «Lo que sí compramos es mucho confeti y serpentinas. ¡Manchamos más que comemos!». Y remata: «Aunque he oído que en un supermercado está la langosta a muy buen precio, ¡así que igual hasta me doy el capricho!».
Los Moraga González son tantos como campanadas despiden el año. «Uvas no sé cuántas compro, 2 kilos o así. Las ponemos en brocheta para evitar que se caigan. Y las comemos como si fuera un pincho moruno». Incluso ésta se antoja como una buena idea de alguien que tiene solución para (casi) cualquier contingencia. «Luego ponemos música y bailamos», dice Ana.
Publicidad
¿Y a qué hora es el toque de queda en esta casa? «Normalmente sobre la una y media. Yo me tiro dos horas recogiendo confeti...», confiesa, sin amago de queja.
Reyes Magos estajanovistas
De presupuesto, ni hablamos... «Bueno, no más que otra noche normal. Cenaremos más o menos con lo que es el presupuesto de una comida diaria, poco más. Además, como mi madre me hace los turrones y los dulces... Ese tema no me asusta, me asusta más el presupuesto que tienen los Reyes Magos... ése sí que es bueno...», dice, en un alarde de solidaridad con Sus Majestades de Oriente... Porque a esta casa Papá Noel no llega, pero «el Niño Jesús, como es su cumpleaños el 25, trae unos cucuruchos de chuches, sólo eso».
¿Y qué ha pedido la familia Moraga González a los Reyes este año? «Yo», revela Ana, «un carro de la compra, que me lo robaron en un supermercado ¡y estoy ya que me deslomo!», ríe abiertamente. «Mi marido, patines. El hijo mayor, que estudia Medicina, cosas de médicos. Las chicas, sobre todo, ropa y los pequeños, algún juego... en general, cosas prácticas. Y por supuesto, salud y que nos sigamos queriendo todos, aunque no podamos estar juntos. Que con amor todo se consigue», sentencia.
Publicidad
Y los Reyes Magos atenderán sus demandas, seguro. Que si en algún momento Melchor, Gaspar y Baltasar abrazan el estajanovismo es cada 5 de enero en el domicilio de los Moraga González. Y este año tienen toque de queda.
De las 27 horas del día y del emparejamiento de calcetines
Ah, buenoooo, tengo poco tiempo a mediodía, cuando salgo de trabajar voy corriendo a la guarde, corriendo a comer... pero vaya, que me organizo bien.
Nooooo, las 24 mías más las 3 de la chica que me ayuda... unas pocas más ya salen, sí, pero así estoy bien (risas).
Monto una bolsa de las de la compra hasta arriba y cada dos o tres meses los echo sobre la mesa de la cocina y cada pareja... 25 céntimos. Y ya está. Luego nos vamos por ahí a tomar algo. Cuantas más parejas hagas, más presupuesto tienes.
– Sí, cuando se me monta una bolsa tremenda y tengo miles de calcetines. Al final, cuando los cajones están vacíos y tengo más calcetines desemparejados que emparejados recurro a ello. Cada pareja, 25 céntimos.
Sí, en verano nos fuimos a tomar un helado y ahora en Navidad cuando lo disponga pues nos iremos a por unos churros, que les encantan. El que gane 3 euros le llegará para una docena, y el que gane 2, pues para media. Cada uno se gasta luego lo que gana. Bueno, y mi suegra también me echa una mano, ¿eh? Que las abuelas echan muchas manos, también con el tema calcetines.
¿Organización? ¿Disciplina? Educación.
¡Oferta especial!
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión