También en el frente social luchan heroínas
Trabajo Social. El colegio profesional combate desde su grupo de emergencias una crisis social agravada por la sanitaria
Familias confinadas y hacinadas, ancianos que quedan desatendidos, discapacitados con necesidades básicas, enfermos mentales que requieren un permiso para un simple paseo, menores en situación de vulnerabilidad, gente sin Internet o sin habilidades para las gestiones telemáticas, trabajadores que se quedan sin recursos porque su empresa ha cerrado, mujeres maltratadas conviviendo con su agresor las veinticuatro horas...
Lo malo siempre es peor para los más indefensos. La crisis sanitaria del coronavirus está generando a su vez una crisis social que agudiza la brecha ya existente y que tardará en solucionarse incluso más. Los más vulnerables son siempre los más castigados.
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Canal de comunicación para recoger demandas (covid19larioja@cgtrabajosocial.es) y servir de puente con las administraciones
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Guía de Recursos Sociales COVID-19 en colaboración con la UR y la Coordinadora de ONGD, con toda la información y contactos (cgtrabajosocial.es/la_rioja y ongdcar.org/es/)
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Bolsa de voluntarios con trabajadores sociales y estudiantes de último curso
Pero no están solos ni desatendidos. En otro frente, quizás menos visible que el de los sanitarios pero también vital, están las trabajadoras (mayoritariamente mujeres) sociales. También ellas son esenciales; ahora aún más. Y también son nuestras heroínas.
«Estamos ahí, al pie del cañón. Se nos ve menos, pero no dejamos de dar la cara», afirma Marta Alguacil, presidenta del Colegio de Trabajo Social de La Rioja.
Desde el comienzo de la crisis este colectivo ha puesto en marcha un grupo de emergencias sociales en el que trabajan catorce profesionales de forma voluntaria fuera de su jornada laboral coordinando a todo el gremio.
«Hacemos largas jornadas a un ritmo vertiginoso porque son muchas las necesidades que surgen y porque el teletrabajo lo complica todo. Pero estamos coordinadas. Somos especialistas en inventar soluciones», asegura Marta.
Mariluz García Velasco, directora del servicio de Teleasistencia, afirma que «han aumentado alarmantemente las llamadas de urgencias sociales». «Atendemos desde personas que necesitan alimentos y medicinas o las que reclaman una pequeña conversación para paliar su soledad hasta casos más graves de violencia intrafamiliar».
Urbi Aguilar, trabajadora social del centro de salud de Arnedo y responsable de una amplia zona de Rioja Baja, cuenta que estos días las intervenciones presenciales se han restringido a lo imprescindible para evitar contagios. «Pero por teléfono cubrimos todo tipo de servicios: trabajo psicosocial y de acompañamiento a población vulnerable, atención a personas dependientes con discapacidades severas, sin apoyos familiares o cuyos cuidadores dan positivo por COVID-19...»
«La crisis sanitaria pasará pero la brecha social será aún mayor»
«Mientras la población está confinada no podemos dejar atrás a las personas más necesitadas. Los servicios sociales no cierran. Las trabajadoras sociales somos la puerta de entrada al sistema y allí estaremos recibiendo a las personas». Marta Alguacil, presidenta del Colegio de Trabajo Social, garantiza que la atención social está redoblando esfuerzos durante la pandemia. Pero también advierte de la necesidad de mirar al futuro y reforzar uno de los pilares del Estado del Bienestar: «La crisis sanitaria pasará pero la brecha social será aún mayor».
Ida Belén Rodríguez, directora de zona de La Ribera-Lobete de los servicios sociales del Ayuntamiento de Logroño, explica por su parte el tipo de necesidades que se han disparado: «Hay muchas familias afectadas por ERTE con necesidades económicas, y otras que ya necesitaban rentas de ciudadanía. Estamos atendiendo muchos casos de personas que nunca habían tenido que recurrir a los servicios sociales: personas mayores que necesitan ayuda para las tareas domésticas, gente cuyos hijos no pueden atenderles por riesgo de contagio o urgencias hospitalarias, y familias hacinadas sin garantías para no enfermar»... La lista es interminable.
Una de las necesidades más apremiantes detectadas desde el inicio de esta crisis es precisamente un alojamiento alternativo para población en riesgo social. Es una de sus principales reclamaciones a la Administración.
Pero ellas nunca piden sin dar, y su aportación en estos días es generosa: han formado el mencionado grupo de emergencias sociales, han establecido un canal de comunicación y coordinación, han creado la Guía de Recursos Sociales COVID-19 en colaboración con la Universidad de La Rioja y la Coordinadora de ONGD y han puesto en marcha una bolsa de voluntarios.
Y todo ello con el convencimiento de que la crisis sanitaria pasará algún día pero la social tardará mucho más. Como declara Emiliana Vicente, presidenta del Consejo General del Trabajo Social, «la pandemia ha puesto de manifiesto el frágil equilibrio de la sociedad». «Las profesionales del trabajo social juegan un papel clave y vital. Tras la trinchera de los profesionales sanitarios, estamos en la línea de flotación de un barco en el que todos somos necesarios para evitar su naufragio».