«'La Iberia' se rompe, pero no se dobla»
Desde 1857 trabajó Sagasta como periodista en 'La Iberia', diario liberal progresista, del que pasó a ser propietario y editor tras morir su fundador Calvo Asensio. Fue una década clave para entender su posterior defensa de la libertad y su exquisita oratoria
Desde 1857 trabajó Sagasta como periodista en 'La Iberia', diario liberal progresista, del que pasó a ser propietario y editor tras morir su fundador, Calvo Asensio. Fue una década clave para entender su posterior defensa de la libertad y su exquisita oratoria
Al acabar el Bienio Progresista (1854-1856), comenzó Práxedes Mateo Sagasta a colaborar con el periódico liberal La Iberia, que dirigía su amigo y correligionario Pedro Calvo Asensio, al principio como articulista y luego como redactor. Ocurrió, sin embargo, que Calvo Asensio falleció en 1863, dejando el futuro del diario en el aire, lo que empujó a Sagasta a comprar las acciones, junto a José Abascal. De un plumazo, se convirtió en propietario y editor de 'La Iberia'.
Argumenta el escritor Roberto Iglesias que «en tiempos de la monarquía isabelina Sagasta utiliza el diario liberal progresista 'La Iberia' para poner en evidencia los males de los sucesivos gobiernos del moderantismo, sobre todo los de Narváez, y para difundir la necesidad de una revolución contra la corrupta camarilla gobernante», revolución que acabaría estallando en 1868.
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De hecho, el lema de la cabecera no dejaba lugar a duda alguna: «'La Iberia' se rompe, pero no se dobla». Si como articulista tuvo que sortear Práxedes la censura con su fina retórica y con su inteligencia, como editor y propietario se vio obligado a mantener, en clara desventaja, constantes batallas judiciales y políticas frente a las leyes de imprenta impulsadas por el moderantismo. Y es que hasta la caída de Isabel II, el oficio periodístico estaba mucho más perseguido por Narváez y sus acólitos moderados que el robo o la corrupción sistémica que sufría el país.
Entre otros colaboradores, Mateo Sagasta se codeó en 'La Iberia' con firmas tan prestigiosas como las de Ángel Fernández de los Ríos, Francisco Montemar, Pedro Calvo Asensio, José Abascal, Concepción Arenal, Patricio de la Escosura, Gaspar Núñez de Arce o Manuel José Quintana.
La duradera Ley de Imprenta
La etapa del riojano al frente del diario liberal progresista quedó abruptamente truncada cuando en 1866 fue detenido, juzgado y condenado a muerte por conspirar, junto al general Prim, en la sublevación del madrileño cuartel de San Gil. Por suerte, pudo el torrecillano huir con varios de sus compañeros y exiliarse en París, hasta que dos años más tarde triunfo la Gloriosa.
Siendo ya primer ministro, el Gabinete de Sagasta aprobó el 26 de julio de 1883 la Ley de Policía de Imprenta, legislación en la que pudo poner en práctica todo aquello que había aprendido en 'La Iberia', sobre todo a través de su lucha contra la censura.
La Ley Gullón, así llamada por el apellido del ministro de la Gobernación, se mantuvo vigente, en parte, durante 83 años: superó la pérdida de las colonias y la crisis del 98; la muerte de Sagasta (1903); atravesó a duras penas la Dictadura de Primo de Rivera; la II República; la Guerra Civil y algún párrafo de la implacable Ley de Prensa de Serrano Suñer (1938), hasta que la Ley Fraga (1966) enterró la dicha normativa por completo.
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