Un calamar con porra y tupé
La libertad de expresión defendida por Sagasta propició que él mismo fuera la principal víctima de la prensa satírica de la época, crítica con su contorsionismo político
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a libertad de imprenta defendida por Sagasta propició que él mismo fuera protagonista (o víctima) de la prensa satírica de la época, una voz muy popular entre el cuarto poder, que de hecho lo convirtió en el personaje más caricaturizado. Auténticos artistas, sobre todo entre la prensa republicana –aunque también en la tradicionalista–, firmaron crónicas y semblanzas gráficas de un político que pasó de despertar grandes esperanzas por sus inclinaciones progresistas a decepciones aún mayores y críticas siempre mordaces.
El pragmatismo de Sagasta y su habilidad para adaptarse a las circunstancias y mantenerse próximo al poder o escapar de sus enemigos hicieron de él un 'insigne calamar'. A menudo aparece representado con una figura estilizada y flexible para expresar el 'contorsionismo ideológico' propio del antiguo camarada revolucionario transformado en gobernante autoritario y corrupto. Obailando con dos acompañantes antagónicas (por ejemplo, las constituciones de 1869 y 1876)o haciendo equilibrios entre opciones políticas opuestas o cambiando de careta. Un tupé juguetón y altanero, como un tentáculo, lo hacía parecer una veleta al viento. Los ojos grandes y los labios gruesos eran signos groseros de una dudosa moralidad.
La fuerza con que en ocasiones reprimió manifestaciones opositoras le hicieron merecedor, como vulgar bastón de mando, de una cachiporra. Ylos pucherazos que se le achacaban en la manipulación de los resultados electorales lo coronaron con un embudo y otros útiles de trilero y tahúr. Todo un figurón dibujado como personaje cómico.
