Trece 'picaos' se flagelan en San Vicente de la Sonsierra

Los disciplinantes han recorrido descalzos unos dos kilómetros por las angostas calles de esta villa riojana, a la que se han desplazado cientos de visitantes

EFE

Jueves, 2 de abril 2015, 21:47

Un total de trece disciplinantes han revivido este jueves la tradición de los "picaos" en San Vicente de la Sonsierra (La Rioja), donde cada Semana Santa un grupo de penitentes anónimos se flagela para cumplir un rito ancestral.

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Según ha informado a el portavoz de la Cofradía de la Santa Veracruz, José Ramón Eguíluz, los trece "picaos" han recorrido descalzos unos dos kilómetros por las angostas calles de esta villa riojana, a la que se han desplazado cientos de visitantes animados por el buen tiempo.

Hasta el inicio de la procesión no se conoce el número exacto de disciplinantes, su identidad o los motivos que les llevan a participar en esta penitencia.

La cofradía, cuyos estatutos datan de 1551 y es una de las más antiguas de España, solo permite que se flagelen sus cofrades o bien aquellos cristianos que presenten un certificado de su párroco, y todos han de ser varones mayores de edad.

Como reza la tradición, los trece "picaos" han acudido a la ermita protorrománica de San Juan de la Cerca, de San Vicente, donde se han puesto una capa marrón sobre una túnica de lino blanco que les cubre el rostro para mantener su anonimato pero deja al descubierto la espalda.

Después, han cogido un flagelo denominado "madeja", que está hecho con cuerdas de cáñamo de unos 80 centímetros y cuyo peso oscila entre 850 y 950 gramos.

Ya en la calle, los disciplinantes han caminado descalzos durante la procesión de la Santa Cena, acompañados por un hermano cofrade, que les ha ofrecido consejo y protección durante su penitencia.

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Símbolo de los apóstoles

Tras infligirse entre 750 y 950 golpes a ambos lados de la espalda, un "práctico" ha acudido a "picar" la piel en la zona lumbar con una "esponja", un utensilio de cera virgen que tiene incrustados seis cristales en forma de estrella.

El objetivo de estos pinchazos -doce, como símbolo del número de los apóstoles- es conseguir que brote un poco de sangre que evite molestias posteriores a los penitentes.

Finalizada la procesión, los trece "picaos" y sus acompañantes han regresado a la sede de la cofradía, donde les han lavado las heridas con agua de romero.

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Despojados de las túnicas y vestidos con sus ropas, estos trece hombres han recuperado su identidad sin desvelar su sacrificio, que permanecerá en secreto.

Así, cientos de turistas volverán a arremolinarse este viernes en las intrincadas calles de esta localidad riojana, de unos 1.100 habitantes, que logró en 2005 que la de los "picaos" fuera declarada fiesta de interés turístico nacional.

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