El Logroño pierde su lucha en el barro

El Ciudad de Logroño no tuvo buenas sensaciones desde el principio ya que empezó el partido espeso, tanto en ataque como en defensa. Antonio Bazán aprovechó la apatía inicial de la retaguardia visitante para marcar cuatro de los primeros cinco goles de un Anaitasuna que se mostró mucho más ambicioso que un equipo riojano en cuadro y que intentó regular los ataques posicionales para evitar el desgaste físico.

El partido, lento y embarullado de a ratos, se jugó a rachas porque después de que Sasha Markelau detuviese dos lanzamientos consecutivos, el bloque franjivino igualó las cosas (5-5) gracias a un Ismael El Korchi que jugó con intermitencias, capaz de cosas muy buenas con otras de desgano.

El Ciudad de Logroño intentaba marcar un ritmo pausado a las acciones por la falta de efectivos, que se incrementó en el minuto 22 del partido cuando se marchó expulsado con roja directa Álex Rubiño, después de un rifirrafe con Mikel Redondo, que tumbó al catalán al suelo y éste reaccionó de mala manera. Lo extraño fue que el jugador del Anaitasuna no fue penalizado por la acción.

A partir de entonces, Edu Cadarso se ubicó en el extremo izquierdo, impidiendo un recambio (los pocos con los que contaba Miguel Ángel Velasco) para la primera línea del conjunto riojano, que pese a todo se mantuvo en partido.

El partido se jugaba en el barro y era el Anaitasuna el que se mostraba, lógicamente, mucho más necesitado que un Logroño que llegaba a Pamplona con los deberes hechos.

Sin embargo, los franjivino, con la camiseta alternativa, volvieron a igualar la contienda gracias a un gol de Álvaro Preciado (11-11) y se llegaba al descanso con tablas en el marcador. Todo se definiría en los últimos treinta minutos. Había que ver si el conjunto dirigido por Velasco iba a aguantarle el físico.

La segunda parte fue igual de pareja que la primera, con rachas de ambos equipos y con un arbitraje que no supo estar a la altura. Los colegiados Colmenero y Rollán, además de expulsar a Rubiño, excluyeron once veces, seis a jugadores locales y cinco a los riojanos, que perdieron definitivamente a Palomino, hasta ese momento el mejor del encuentro, al ver el tercer dos minutos en el minuto 52.

A partir de entonces, aprovechando sus dos hombres de más por la exclusión de Edu Cadarso, el Anaitasuna dio vuelta un marcador que en esa segunda etapa le había sido favorable al equipo logroñés, que intentó seguir luchando en el barro como hasta ese momento. Pero ya poco había que hacer porque los navarros supieron jugar con más frialdad esos minutos calientes y celebraron la salvación.