Derrota del Ciudad de Logroño en la pista, victoria en las gradas

Al Ciudad de Logroño posiblemente la gran cantidad de aficionados le pudo amedrentar porque le costó arrancar. Sobre todo en tareas ofensivas. Los atacantes franjivino chocaron una y otra vez con la muralla blaugrana y con Gonzalo Pérez de Vargas. El toledano demostró seguir en un altísimo nivel y solo en esa primera parte detuvo nueve lanzamientos rozando el 50 por ciento de efectividad.

No tenían fina la puntería los hombres de Miguel Ángel Velasco en esos primeros minutos. Palomino, Ponciano, Preciado ni Roly Uríos podían romper el cerco del Barça, que por contra atacaba con cierta facilidad.

El Barça empezó a sentenciar en esos primeros minutos desde el exterior. Un Timothey N'Guesan certero enmudeció al Palacio de los Deportes, que pese a todo aplaudía las pocas acciones positivas de los locales. Con un 2-9 en contra Velasco solicitó el primer tiempo muerto. Xoan Ledo sustituyó a un Kristof Palasics sin suerte y nada cambió: el Barça siguió a lo suyo, con Pérez de Vargas ensanchando sus estadísticas y los atacantes catalanes marcando en posicional.

Con 3-12 en contra, el técnico segoviano utilizó su segundo tiempo muerto. Ordenó atacar con siete jugadores y el Ciudad de Logroño empezó a limar distancias con un Barça que falló varios lanzamientos sin portero después de encajar gol. Creció el equipo riojano y también su afición. Sin embargo, en el marcador mandaba cómodamente el conjunto catalán, que al descanso se marchó (10-16).

En la segunda parte, el Logroño jugó a la goma. La entrada de Ismael Ismael El Korchi le dio más verticalidad al conjunto franjivino y en esos primeros compases el equipo logroñés se acercó en el marcador. El Palacio creció en intensidad nuevamente, airado también por el flojo arbitraje de Rodríguez y García que no gustó nada al elenco local.

Pero cuando el equipo riojano se ve sometido crece la grada. Y así fue. Aumentaron los decibelios y el Ciudad de Logroño volvió a dar un paso al frente. Xoan Ledo tocó algunos balones y el bloque de Velasco se puso a cuatro goles (20-24), lo que obligó a Ortega a solicitar un tiempo muerto para reordenar a los suyos de cara a los últimos once minutos del encuentro. «Sí, se puede», gritaban desde los cuatro costados del Palacio.

Pero no se pudo. Dika Mem, Melvyn Richardson, Ariño y Emil Nielsen –con guarismos parecidos a los de su compañero en portería– lo impidieron. El Barça marcó su sello nuevamente y ahogó los sueños de los más de 2.500 espectadores, que pese a todo gozaron.

A partir de ahora el conjunto riojano debe afrontar un calendario más terrenal. Ya pasó por el dentista. Los franjivino deben centrar su trabajo en el objetivo de lograr la plaza europea. Y la siguiente estación es Torrelavega.