El balonmano más allá del Ebro
Edu Cadarso, Ernesto López, Javi Espinosa, Edu Ortiz y Nagore Sáenz emigraron en busca de nuevas experiencias
Llevan la bandera de La Rioja por distintos pabellones de España y Francia. Se trata de los jugadores de la tierra que decidieron armar la maleta y emprender otras aventuras del otro lado del Ebro y de la sierra camerana. El presente les sonríe en el mundo del balonmano, aunque la tierra natal les haga sentir esa morriña de la que hablan los gallegos pero riojanizada.
El central Edu Cadarso fue el último en marcharse junto a su entonces compañero de vestuario Edu Ortiz. Fue para dar un salto de calidad: cambió el Ciudad de Logroño por el Chartres Metropole de la exigente Starligue francesa, que actualmente ocupa la undécima posición de la clasificación. «La experiencia es muy positiva. Desde el primer día todo ha ido muy bien, el club es increíble y muy profesional», afirma este central que es el cuarto en asistencias de la liga y que echa de menos a su familia y afectos, especialmente a su hermano David, con el que con «una mirada» era capaz de entenderse en el campo. «El hecho de que haya gente tan diferente, de diferentes nacionalidades, con experiencia, hace que tener otro punto de vista», añade un Cadarso que afirma que el balonmano es diferente, más físico, con pabellones que están siempre llenos y una liga muy apretada.
Balonmano más allá del Ebro
Edu Cadarso
Se crió en el Calasancio y con 15 años pasó a jugar con el Ciudad de Logroño, donde acabó siendo el capitán. Se marchó en el verano pasado al Chartres Metropole de la Starligue francesa
Ernesto López
De la cantera del Calasancio, hace siete años se fue a jugar al Anaitasuna. Un año después siguió su carrera de Abogacía en UBU San Pablo Burgos. Hoy es el capitán de un equipo que aspira a subir a Asobal.
Javier Espinosa
Criado en el Calasancio, este lateral ha jugado en León, en Ibiza y en Burgos, donde es uno de los referentes defensivos.
Edu Ortiz
De la cantera del Ciudad de Logroño, jugó más de un centenar de partidos con el primer equipo. El verano pasado se marchó a jugar al Ibiza, equipo con el que lucha por la permanencia.
Nagore Sáenz
Comenzó en el Itxako y el Sporting y en el 2015 emigró a Valencia, donde aprovechó para estudiar. Porriño, Tenerife y Francia han sido algunos de sus destinos en más de una década. Ahora está en el Mislata.
Tras jugar en el Calasancio y entrenarse con el Ciudad de Logroño, Ernesto López cruzó el Ebro para jugar en el Anaitasuna en el 2019, justo antes de fichar por el UBU San Pablo Burgos, universidad en la que acabó sus estudios de Derecho y realizó un Máster. Desde entonces, el extremo y lateral izquierdo está intentando como capitán ascender a la Liga Asobal con un equipo muy competitivo que este año fichó a Tomás Moreira. «Al principio da un poco más de vértigo salir de casa, el estar solo, pero la gente me acogió como un burgalés más», asume un jugador que viaja muy a menudo a ver a su familia a Logroño y Tricio. «Estamos en un proyecto muy ambicioso», sintetiza.
El camino hacia Burgos de Javier Espinosa, compañero y amigo de López en el Calasancio, fue más sinuoso. Llegó allí en la temporada 2019/20 desde León y tres años después se marchó un año al Eivissa Ibiza, para regresar en junio del 2023 a Burgos. «Estoy muy contento porque Burgos es muy parecida a Logroño. Encima, por la proximidad me permite volver a ver a la familia y amigos, aunque no ir a la Laurel ya que jugamos los fines de semana. «El club es maravilloso, la gente que lo rodea, el ambiente, la afición, es un club muy profesional que tarde o temprano llegará a la Asobal e irá creciendo con los años», explica el lateral.
Edu Ortiz se marchó el año pasado a Ibiza después de 105 encuentros y 35 goles con el BM Logroño. «Es un club familiar, todo es muy cercano, tanto directiva como cuerpo técnico», afirma el zurdo, que cree que la División de Plata es una liga «muy igualada». «Estoy contento, jugando mucho y adaptándome a la liga», añade este jugador que echa de menos «todo» de Logroño.
Nagore Sáenz comenzó jugando en el extinguido Itxako antes de vestir la camiseta del Sporting, equipo en el que jugó hasta el curso 2014/15. El Canyamelar Valencia, el Salud Tenerife, el Porriño y el San José Obrero fueron las camisetas que defendió antes de regresar al Grafometal hace dos años. Luego se marchó al CHB Mazán-Sorgues en la N1 francesa antes de fichar por el Mislata, lugar que es su «segunda casa». Nagore lleva más de una década fuera de Logroño, estudió Ciencias de la Actividad Dísica y el Deporte y ahora va a por el Máster. «Todas las experiencias me aportaron cosas positivas», sintetiza.
Estudios y trabajo, motivos por los que los riojanos emigran
Edu Cadarso, Edu Ortiz, Ernesto López, Javi Espinosa o Nagore Sáenz no son los únicos riojanos que salieron de las fronteras regionales para probar suerte. Hay varios otros jugadores que aprovechando los estudios o las oportunidades laborales continúan practicando el balonmano en divisiones de menor calado.
El joven exfranjivino Lucas Iriarte, por ejemplo, defiende ahora la camiseta del Royal Premium Gijón, equipo que supo ser de Asobal y ahora lucha por la zona media alta de la Primera División en el Grupo B.
En el mismo grupo lucha por objetivos similares el Congesa XXI Ciudad de Salamanca donde juegan los riojanos Unai Sanz, de 19 años y criado en el Calasancio, y Nacho Alonso, de 25 y con pasado en el Ciudad de Logroño.
En un grupo diferente, el F, otro riojano arrima el hombro para que el Grupo Egido Pinto intente meterse en zona de 'play off' de ascenso. Se trata de Rubén Estebas, de 28 años, que se crió bajo el ala del Calasancio.
Alba Ibáñez también creció vestida de amarillo. Hoy, con sus 21 años, juega en el Club Balonmano Getasur madrileño, que también lucha por el ascenso. Mismo objetivo que el Deza Córdoba cuya portería defiende la exCalasancio Marta Villoslada, que desde hace varios años ha incursionado por varios equipos de la geografía española y francesa.
Quien juega desde hace cinco temporadas en el país galo es David García. En concreto, este extremo derecho que creció bajo el ala del Calasancio, defiende la camiseta del Athletic Club Boulogne Billancourt. Este club ubicado en las inmediaciones de Roland Garros juega en la Primera Nacional Élite francesa.
Pero no solo los jugadores riojanos buscan otros horizontes fuera de la región. También lo hacen los entrenadores. Es el caso del logroñés Guillermo Castaño que dirige esta temporada al Servigroup Benidorm femenino, del Grupo D de la División Plata, conjunto que lucha por la permanencia de la categoría. Castaño, antes de esta experiencia, fue entrenador de equipos base riojanos y del Sant Joan.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión