El balonmano se moría. Se apagaba poco a poco, de forma progresiva, sin posibilidad de marcha atrás. En algunos focos muy puntuales se trabajaba bien en la base, pero era una labor de corto recorrido: en categoría juvenil agonizaba para acabar falleciendo en senior.
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Una mañana todo cambió, la luz amaneció diferente. El paisaje se veía de otra manera, se apreciaban colores y matices hasta ahora desconocidos. ¡Se había cumplido su sueño! La ciudad tenía un equipo de balonmano en la máxima categoría. Por fin iban a desfilar por el Palacio de los Deportes los mejores equipos del país.
Y el sueño fue creciendo. Como si de una bola de nieve se tratase, partido a partido, temporada a temporada, cada vez se superaban retos mayores. El proyecto se consolidaba y los ecos del buen hacer de la entidad traspasaban las fronteras.
Fue tal la progresión de este equipo que consiguió disputar la Liga de Campeones, la competición de clubes más importante del mundo. Eso, en sí mismo, ya era un logro de dimensiones impensables para un equipo modesto como aquel.
Pero estaba claro que a soñar no les ganaba nadie. Y soñaron con pasar la fase de grupos y clasificarse para el Top16, los octavos de final de la Champions. Solo 16 elegidos. Y lo lograron.
El sorteo deparó un emparejamiento contra el Veszprem húngaro, una pléyade de estrellas con un conocido acento español. Un nuevo capítulo en esta gran fiesta.
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Y llegó el esperado día del partido. Pero algo extraño pasó. La gente se despertó de nuevo entre grises y negros. No había luz, ni alegría. No había Veszprem, ni Champions, ni equipo en Asobal. ¡El sueño se había esfumado, habían despertado de golpe! Y regresaron los años sin futuro, de juveniles sin proyección, de seniors agotados.
El balonmano se moría, se apagaba poco a poco. Y cuando la gente que solía encontrarse antes en el Palacio de los Deportes se veía ahora por la calle, solo se miraban a los ojos. No hablaban, no hacía falta. Cada mirada era una confesión: "Creo que podía haber hecho algo más por mantener nuestro sueño, si pudiera dar marcha atrás...". Y continuaban su andar pesado con la vista perdida en el infinito. Como buscando en el horizonte algo de consuelo, algo de perdón.
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