«La hostelería es algo esclava, pero si te gusta, vas a estar ahí; me canso más de fiesta que trabajando»
Dejó los estudios de Medicina cuando descubrió su verdadera pasión.
M irna Mendoza abandonó su Honduras natal hace una década. Era estudiante de Medicina y la situación de su país le llevó a migrar a ... España. Recaló en Logroño y hace ocho años, buscando trabajo, dio con un anuncio en el que La Trattoria pedía ayudantes de cocina. Empezó los fines de semana. Y se dio cuenta de que la cocina realmente le gustaba más que la carrera cursaba. En el restaurante italiano, que el próximo año soplará las treinta velas, hay clientes que llevan yendo casi un cuarto de siglo. Son familias con hijos, ahora convertidos en abuelos, que vienen también con sus nietos. «Entran a saludarme y les considero mi familia de La Trattoria». En esa clientela fiel reside parte de su éxito y también en la autenticidad de su cocina.
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– Era estudiante de Medicina cuando recaló en La Trattoria. ¿Tenía conocimientos previos?
– Ninguno. Mi antigua jefa es la que ha sido mi maestra. Yo he aprendido de la cocina de la Mamá Rosa, como solía llamarla. Me enseñó literalmente todo. Ponía todo el interés, tomaba apuntes. Me puse como reto aprender, hacer algo productivo en España y resulta que la cocina me gustó más que la Medicina. Para mí la cocina es pasión.
«Me exijo a mí misma mucho; que el cliente diga que el plato estaba buenísimo es mi satisfacción»
– ¿Cómo fueron esos inicios?
– No he estudiado en ninguna escuela de hostelería. Vine aquí, empecé como ayudante, luego de cocinera y desde el año pasado soy jefa de cocina.
– Habla de que al llegar a La Trattoria fue cuando sintió esa pasión por la cocina. ¿Y de pequeña?
– Mi padre siempre me decía que tenía el toque de mi abuela paterna. Me metía con ella en la cocina, pero al final las abuelas eran las que cocinaban siempre. Pero cuando preparaba algo, mi padre siempre me decía que mi toque no se parecía en nada al de mi hermana. Ahí se puso la semilla; era una cosita que tenía como dormidita.
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– Reconoce que su abuela paterna fue un poco su primer referente en este sector. Pero, para trabajar pizza o pasta, ¿tiene usted algún otro referente?
– Al inicio sí, veía vídeos y seguía a gente muy concreta en Instagram. Luego llegaba a casa y veía recetas, tomaba ideas y les iba dando forma, aunque les ponía un poco mi toque. Hacía una prueba, y si gustaba lo sacábamos como plato fuera de carta. Mi satisfacción es que el cliente diga que el plato estaba buenísimo. Me exijo a mí misma mucho. Soy muy exigente.
– Esa exigencia de la que habla o esos retos que se pone día a día le han llevado a quedar cuarta en el Campeonato de España de Pizzas Gourmet.
– Me presenté y quedé cuarta, en categoría clásica, con una pizza homenaje a esta tierra. Son desafíos que me pongo para seguir creciendo.
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– ¿Cuál es su pizza perfecta?
– Para mí lo son todas. Intento que sean lo más bonitas posibles. Me encantan cuando me salen esos bordes gordos, como una auténtica pizza napolitana.
– Igual la gente tiene la idea equivocada de que La Trattoria es una franquicia, pero no es así. ¿Qué le hace diferente?
– Traemos el producto de Italia. Con algo de aquí, el resultado final no queda igual. La calidad de la materia prima influye mucho. De Italia traemos la harina, el vino. el queso, los embutidos... El 90% de lo que tenemos es italiano. Y luego trabajamos con producto de la huerta, de aquí, de La Rioja; por ejemplo, albahaca, tomates... Esta es una cocina en la que se elabora todo, desde un caldo, hasta hacer lo mínimo como puede ser picar cebolla. La harina de Italia tiene más peso y al fermentar sube con más facilidad; con la harina de aquí no evoluciona de la misma manera. La Trattoria es una cocina tradicional de Italia y eso implica mucha preparación.
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– ¿Qué no falta en su cocina?
– Sal y pimienta. Lo llevan casi todas las pastas. Y es muy difícil coincidir con el punto de sal de los clientes y, de momento, lo voy acertando.
– De su niñez, ¿cuál es el plato que recuerda con más cariño?
– Era muy especial comiendo, y sigo siéndolo, así que lo que más me gustaban eran los espaguetis con tomate.
– Ha comentado que para usted la cocina es pasión. ¿Qué le diría a quien esté formándose como chef?
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– Que se siente y analice si realmente le gusta esa carrera. Hay personas, como yo misma, que nos equivocamos a la hora de escoger estudios. Cuando entré en la Trattoria es cuando descubrí mi pasión por la cocina y por eso sigo aquí. Cuando entrevisto a alguien que quiere entrar no le pregunto si tiene experiencia, porque yo no la tenía. Le pregunto si le gusta cocinar; si no le gusta, siento que no encajamos. La hostelería es algo esclava, se trabaja en fines de semana, festivos, verano..., pero si te apasiona, vas a estar ahí. Me canso más de fiesta que trabajando.
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