Tradicional tarta de Santiago.

La ruta culinaria a Compostela

Camino de Santiago ·

El peregrinaje a la ciudad gallega es también un recorrido por la gastronomía más típica del país, aunque no siempre puede ser disfrutada por los seguidores de la Ruta Jacobea

César Álvarez

Logroño

Sábado, 30 de julio 2022, 02:00

En la mayoría de los casos no resulta muy recomendable para los peregrinos a Compostela –que estos días abundan en la Ruta Jacobea a su paso por La Rioja– que disfruten de la rica gastronomía que se van a encontrar en su recorrido hacia la tumba del apóstol santo. No es una comida especialmente indicada para aquellos que han de caminar, ni siquiera en los casos en los que los platos ofrecen un notable aporte energético.

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Sin embargo, la Ruta Jacobea sí que es una buena ocasión para ir tomando nota de las viandas que se ofrecen en los cientos de kilómetros que separan Roncesvalles de la catedral de la Plaza del Obradoiro, y volver con posterioridad –y tranquilidad– a degustarlas pormenorizadamente.

La caminata, si la opción elegida en el Camino francés, arranca en Navarra. La Comunidad Foral aporta una huerta más que notable (alcachofas, pimientos del piquillo, espárragos...) junto a los animales que se crían en los valles del norte que dan la leche que para elaborar quesos de los valles del norte (Idiazábal, Roncal...) y una delicadas carnes. Todo ello se conjuga para proponer platos como el cordero al chilindrón, donde se combinan las verduras y la carne autóctona.

Si hasta Puente La Reina se llega por el ramal aragonés, el ternasco se habrá dejado –cuando menos– oler en los restaurantes y mesones del camino, donde no habrán faltado tampoco ni el jamón de Teruel (aunque el Camino le queda un poco a 'desmano') ni el melocotón de Calanda.

El lechazo, el botillo, la cecina o el cocido maragato son algunas de las propuestas castellanas y leonesas

Cuando el peregrino entra a La Rioja desde Viana observa que la huerta y su selecta producción mantienen su peso en la gastronomía riojana, cuando lleva unos kilómetros y ha superado la capital ya intuye que los mares de viñas, además de proporcionar el vino universalmente valorado, proporcionan también los sarmientos imprescindibles para firmar las sublimes chuletillas asadas a las brasa de las delicados brazos de las vides, y que bien pueden acompañarse de las patatas con chorizo (conocidas como 'patatas a la riojana' fuera de la comunidad) y que arrancaron loas y halagos del mismísimo Paul Bocouse.

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La extensión castellana, tras abandonar La Rioja por Grañón, espera al peregrino y con ella, una gastronomía muy variada y diversa. El lechazo impone su hegemonía culinaria entre las carnes, pero el cocido maragato, el botillo leonés, la cecina o la sopa castellana complementan una oferta tradicional y calórica, poco aconsejable para los que han de realizar un prolongado esfuerzo físico –y menos si es bajo los rigores del estío–, como es el caso de los peregrinos compostelanos, pero muy apta para el resto, especialmente en los meses más fríos.

En Galicia, el lacón con grelos, el pulpo a feira o la vieira (cuya concha se ha llevado al cuello) piden protagonismo

Ya en Galicia, cuando la catedral se intuye en el horizonte y se escuchan en le lejanía los susurro de ánimo del apóstol, surgen propuestas como el lacón con grelos, la empanada (impresionante la de zamburiñas), el marisco, el pulpo a feira...

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Es también en Galicia, en las últimas etapas del Camino, cuando la concha compostelana que se ha llevado colgada del cuello durante más de 750 kilómetros cobra sentido en el plato, y se pueden degustar también las vieiras, antes de espantar a las meigas –que haberlas, haylas– con una queimada y afrontar las últimas jornadas antes de obtener el último sello en la Compostelana, cruzar bajo el Pórtico de la Gloria que esculpiera el maestro Mateo y abrazar a Santiago.

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