El gran salto de Millán Benito

Millán dejó la Academia López Infante y su Logroño natal con apenas 10 años y marchó a Madrid para hacer realidad su sueño de convertirse en Billy Elliot (en el musical del mismo nombre). Y lo consiguió. Ahora, con 16 años, mira con admiración a grandes figuras del ballet como Baryshnikov, Nureyev o Polunin y sueña con ser un gran bailarín de danza clásica.

Seis años han transcurrido entre ambos sueños, un tiempo en el que este joven logroñés no ha dejado de formarse como bailarín, pero tampoco de probar otras experiencias artísticas hasta tener claro que su futuro enfila hacia el clásico. Tras encarnar a Billy Elliot participó en el espectáculo 'El retorno de Cometa' en el Teatro Price de Madrid y en el musical 'Grease'; también dio vida a un joven Hernán Cortés en la serie televisiva 'Hernán' y actuó en el cortometraje 'Ombligo' de José Val Bal.

El año pasado, sin embargo, decidió dedicarse profesionalmente al clásico e ingresó en el Real Conservatorio Profesional de Danza Mariemma, donde estudia 6º de Profesional, el último curso. Se graduará con 16 años, dos menos que la gran mayoría de sus compañeros.

Una tempranísima vocación, el gran potencial y el enconado esfuerzo de Millán de Benito perfilan su prometedor futuro, mientras el presente le proporciona sus primeras recompensas, como su participación en el Prix de Lausanne, uno de los más prestigiosos concursos de danza clásica para jóvenes promesas (de entre 15 y 18 años) que se celebra anualmente en la mencionada ciudad suiza. Allí acudirá Millán entre del 28 de enero al 5 febrero del próximo año. Serán siete días de clases, exhibiciones y competición, con tentadoras becas de estudio para los ganadores y finalistas.

«El Premio de Lausanne es un concurso bastante conocido internacionalmente que yo sigo desde hace años y al que siempre había querido presentarme –nos cuenta el bailarín riojano– . Son tan estrictos que nos piden hasta la matriz de crecimiento y un test de hábitos alimenticios. Para la selección tuvimos que enviar un vídeo de 15 minutos realizando una clase de ballet y otro con una variación contemporánea neoclásica».

Los nombres de bailarines españoles no son habituales en este certamen internacional, a donde Millán de Benito acudirá con otro compañero del conservatorio. Reconoce que «es muy difícil llegar a la final porque hay mucho nivel y gente de todo el mundo, pero estar en el Prix de Lausanne ya es un honor y supone un gran escaparate».

Desde que empezó a bailar con 4 años, Millán de Benito ha tocado los más diversos palos de la danza: hip hop, moderno, español, contemporáneo, claqué... «Pero el año pasado tuve que tomar una decisión y decidí entrar en el conservatorio para formarme en clásico, porque siempre lo he bailado pero no de cara a dedicarme a ello profesionalmente. Es tan exigente y demanda tanta técnica que tienes que dedicarte única y exclusivamente a ello», explica.

En este momento dedica al ballet unas seis horas diarias, de lunes a sábado. «Es muy duro –reconoce– tanto física como mentalmente y demanda mucha energía y entrenamiento. Es un reto físico y mental por estar tantas horas ensayando e interpretar ciertos roles en las actuaciones, pero tengo mucha suerte con los compañeros, que son muy buenos amigos míos, y en mi casa tengo muy buen ambiente también con mis hermanos y mis padres, que me ayudan mucho». De hecho, su padre se trasladó a vivir con él a Madrid al principio de su andadura como bailarín y con el tiempo también lo ha hecho el resto de la familia.

¿Cómo define Millán su baile? «Quizá porque soy muy joven me atraen mucho los bailarines potentes, rápidos, con energía... y me definiría un poco así. Me gusta mucho girar y saltar, aunque también disfruto mucho los adaggios y las coreografías más lentas».

Menciona 'Don Quijote' como una de las obras que mejor se ajustan a su estilo. «Me encanta el estilo español, esa energía y alegría. Es un ballet de Marius Petipa, del que también me gusta mucho 'El corsario', aunque sueño con bailar otras coreografías de él menos enérgicas como 'El lago de los cisnes' o 'La bella durmiente'».

En cuanto a sus referentes de la danza, menciona a bailarines como Polunin, Baryshnikov, Nureyev... y, como coreógrafos, a Nacho Duato, con quien ha tenido la oportunidad de estar cerca en los ensayos de la Compañía Nacional. «Y a día de hoy me gustan mucho William Forsythe y Jirí Kylián», añade.

A pesar de sus extraordinarias dotes, este bailarín riojano es consciente de su juventud y de que tiene que seguir formándose tras su graduación. «Me gustaría ir a escuelas o compañías fuera de España, como la del Het Nationale Ballet de Holanda (donde le han hecho una oferta); a alguna escuela alemana, como la de John Cranko; a una compañía joven de EEUU o al Royal Ballet, que es el sueño de cualquier bailarín».

Millán sueña lejos y a lo grande y, a pesar del duro esfuerzo que le exige ser un gran bailarín, jamás ha estado tentado de tirar la toalla y regresar a Logroño. «Es verdad que Logroño no puede estar mejor y siempre que voy de vacaciones o en algún puente me cuesta dejarlo, pero sé que si quiero dedicarme al baile tengo que invertir mucho tiempo, aunque hay días que es más duro. Pero nunca he sentido la tentación de dejarlo. Desde niño lo he tenido muy claro y lo sigo teniendo».

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