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Hedy Lamarr: la belleza de la mente

Gente a la que amar ·

Estrella del Hollywood clásico y con una biografía de película, Lamarr fue también mujer de ciencia e inventora del WiFi

Miércoles, 1 de mayo 2019, 21:13

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Seguramente usted esté leyendo ahora mismo este artículo en su pantalla del móvil, en su tablet o en su ordenador portátil. Lo que quizá no sepa es que por el mero hecho de utilizar estas nuevas tecnologías de la comunicación está ya en relación indirecta con Hedy Lamarr, «la mujer más bella del mundo», tal y como en su momento fue promocionada. Lamarr, aunque hoy haya caído prácticamente en el olvido, fue una de las más rutilantes estrellas de cine de la época dorada de Hollywood, pero también, y de forma paralela, fue ingeniera, inventora e ideóloga del sistema de comunicaciones inalámbrico que sirvió de base para el desarrollo de la tecnología WiFi, entre otras cosas. La biografía de Hedy Lamarr, mujer extraordinaria en cada uno de los aspectos en los que se prefiera poner el foco, es sorprendente y cautivadora, y mucho más apasionante que el guión de cualquiera de las 34 películas en las que participó. Le recomiendo que siga leyendo. Yo, por mi parte, empezaré por el principio.

Una imagen de juventud de la actriz, antes de alcanzar la fama en Hollywood.

Hedy Lamarr, nacida como Hedwig Eva Maria Kiesler, vino al mundo en Viena en el año 1914 en el seno de una millonaria familia de la alta burguesía judía. Desde la etapa infantil, Hedy (o Hedwig) daba evidentes muestras de poseer una inteligencia fuera de lo común, lo que le llevó a poder matricularse en la universidad con 15 años para cursar la carrera de Ingeniería. Pero no la terminó. En su camino se cruzaron el teatro y el cine, y la superdotada adolescente lo dejó todo para irse a estudiar interpretación a Berlín, con el consiguiente disgusto familiar. Disgusto tornado en drama cuando Hedwig, con 18 años, obtuvo su primer éxito como actriz protagonista de 'Éxtasis', una película que ha pasado a la historia por ser la primera que mostraba un desnudo integral en el cine comercial y también la primera en la que una mujer interpretaba un orgasmo.

Subyugado por la belleza y sensualidad que mostraba la actriz en la pantalla, el magnate austriaco de la industria armamentística Fritz Mandl, uno de los principales proveedores del incipiente régimen nazi, se encaprichó de ella y visitó a la familia de Hedwig para 'negociar' un matrimonio que a los padres de la chica les pareció una bendición, pues con él cumplirían un doble propósito: el primero, alejar a su hija del ambiente cinematográfico, que consideraban altamente pernicioso; y el segundo, no menos importante, salvaguardar la mera integridad física de la familia (recordemos, de origen judío) al quedar emparentada con un hombre notoriamente afín a Adolf Hitler.

Hedy Lamarr, vestida para la película 'For The Heavenly Body', en 1944.

Durante los cuatro años siguientes, Hedwig vivió lo que la propia actriz describió en varias ocasiones como su etapa de «la jaula dorada». Confinada, casi se diría que secuestrada, en un impresionante castillo, Hedwig fue radicalmente apartada de cualquier contacto social que no fueran las fiestas o reuniones que organizaba Mandl, celoso compulsivo que trató, sin éxito, de comprar todas las copias existentes de 'Éxtasis' y que, entre otras aberraciones, prohibía a su esposa que se desnudara (ya fuera para bañarse o cambiarse de ropa) a menos que lo hiciera en su presencia o en la de su doncella, con quien, a la postre, Hedwig acabaría teniendo una relación sentimental. Esta relación fue determinante a la hora de urdir conjuntamente su definitivo plan de fuga de un 'hogar' y un matrimonio que le asfixiaban. Un buen día, ataviada con la ropa de sirvienta de su amante, burló la vigilancia de los empleados del magnate, salió del castillo, se montó en un coche y no paró de conducir hasta llegar a París. Y desde allí viajó a Londres, en donde se embarcó rumbo a Estados Unidos.

Por uno de esos caprichos que a veces se da el destino, la actriz coincidió en el trasatlántico con Louis B. Mayer, el jefazo de la Metro Goldwyn Mayer, que, como todas las personas con quien se cruzaba Hedwig, pareció caer rendido y desarmado ante su imponente belleza. Antes de llegar a puerto, la actriz ya le había arrancado al empresario la promesa de un contrato de siete años con la Metro. A cambio Louis B. Mayer sólo le pidió que se cambiara de nombre, y el elegido fue el de Hedy Lammar, en recuerdo de una fallecida actriz drogadicta del cine mudo, Barbara Lamarr, con quien Mayer había mantenido una relación extramatrimonial.

Clark Gable y Hedy Lamarr em el año 1940, durante el rodaje de 'Camarada X', de King Vidor.  

Entre 1938 y 1958, Hedy Lamarr rodó en Hollywood cerca de una treintena de películas, muchas de ellas muy populares en su momento aunque ninguna, es cierto, de una calidad cinematográfica sobresaliente (quizá la más recordada hoy sea Sansón y Dalila). Trabajó con compañeros de reparto como Spercer Tracy, Cark Gable o James Stewart, y a las órdenes de directores como King Vidor, Victor Fleming o Cecil B. DeMille. Y rechazó (nunca se cansaría después de lamentarlo) el papel que acabaría haciendo Ingrid Bergman en Casablanca. Pero no fue una estrella hollywoodiense al uso. Rehuía las fiestas, no bebía alcohol, esquivaba a la prensa siempre que podía, no hacía ostentaciones… Prefería pasar las noches cultivando su otra gran pasión: la ciencia.

La faceta científica de Lamarr dio su fruto más lozano (pero no el único) con el invento de lo que ella denominó 'Sistema de comunicaciones secreto'. Durante la etapa de su matrimonio con Mandl, la actriz, gracias a las reuniones que su marido acostumbraba a tener con miembros del ejército nazi, se enteró de que el sistema de misiles teledirigidos que empezaba a poner en práctica Estados Unidos estaba abocado al fracaso ya que los alemanes interceptaban y bloqueaban con relativa facilidad la señal de radio utilizada para guiar a los proyectiles. Lo que Lammar ideó en la soledad de sus noches hollywoodienses fue un sistema para transmitir esas señales fraccionadas en pequeñas partes, cambiando constantemente de frecuencia siguiendo un patrón pseudoaleatorio. De esta forma, los tiempos de transmisión en cada frecuencia eran tan cortos y estaban espaciados de forma tan irregular que era prácticamente imposible recomponer el mensaje si no se conocía el código de cambio de canales. Hedy Lammar registró la patente de su invento el 11 de agosto de 1942 con la idea de cedérsela a continuación gratuitamente al ejército de Estados Unidos, para lo cual concertó una cita con varios oficiales del Pentágono. La reunión fue descorazonadora para Lammar, pues los miliares no llegaron a tomarse en ningún momento en serio las ideas de la actriz y zanjaron la conversación recomendándole que si quería ayudar a Estados Unidos utilizara sus encantos para vender bonos de guerra.

Hedy Lamarr en Las chicas de Ziegfeld, de 1941, en una de la imagenes icónicas que han quedado de la actriz.

Sin embargo, casi dos décadas más tarde el pentágono desempolvó la patente de Lamarr y comprendió el verdadero potencial que contenía. El invento de la actriz fue utilizado por primera vez durante la Crisis de los Misiles de Cuba, en 1962, y posteriormente durante la Guerra de Vietnam. Como ha ocurrido en tantas otras ocasiones, la tecnología militar acabó dando el salto al ámbito civil, y el 'Sistema de comunicaciones secreto' acabaría aplicándose en el desarrollo de la telefonía móvil, el WiFi o el Bluetooth.

El fin de la carrera cinematográfica de Lammar llegaría con la década de los 60 y el declive de su atractivo físico. A partir de ahí, su errática existencia constituye uno de los ejemplos paradigmáticos de la exdiva hollywoodiense incapaz de asimilar su ocaso. Se volvió adicta a las pastillas y a la cirugía estética, que llegó a borrar de forma grotesca cualquier rasgo de su pasada belleza. En sus últimos años de vida fue arrestada varias veces por cometer pequeños hurtos en supermercados y centros comerciales. El reconocimiento público de su faceta como mujer de ciencia llegó cuando ella era ya una anciana y, acomplejada por su aspecto físico, no acudió a ninguna ceremonia de entrega de premios ni a ningún evento organizado en su honor. Falleció en el año 2000. Desde entonces, el Día Internacional del Inventor se celebra cada 9 de noviembre, la fecha de su cumpleaños.

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