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Sostenibilidad - Buena Energía

La gran autopista eléctrica de España se atasca

Dani Méndez

13 Noviembre, 2025 - 08:50

España tiene sol, viento, saltos de agua y tecnología, pero su red eléctrica se ha quedado pequeña. Más del 80% de los puntos de conexión están saturados y nueve de cada diez proyectos que piden acceso no lo consiguen. Sin una red moderna, robusta y digitalizada, la transición energética y la reindustrialización corren el riesgo de quedarse en el arcén.

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La electricidad también viaja. Lo hace por una red inmensa de cables, transformadores y torres que conectan las centrales de generación eléctrica, como los parques solares o eólicos y las centrales hidroeléctricas, con las ciudades, las fábricas y los hogares. Es, literalmente, la autopista de la energía.

España ha avanzado con fuerza en generación limpia, ha duplicado la potencia renovable y reducido a la mitad las emisiones, pero el sistema que debe transportar toda esa electricidad no da abasto. Hoy, nueve de cada diez empresas que piden conectarse a la red reciben un no por respuesta.

El cuello de botella no está ya en el sol o el viento, sino en los cables que deben llevar esa energía hasta donde se necesita. España tiene más electricidad limpia que nunca, pero falta carretera para que circule. Sin una red reforzada y digitalizada —capaz de crecer y responder en tiempo real—, no será posible integrar de verdad las energías renovables, electrificar usos que actualmente emplean energías menos limpias ni mantener la estabilidad del sistema.

Para que la transición funcione de verdad, la red debe dar el salto: más capacidad, más modernización y mejor dimensionamiento. El problema: falta red donde más se necesita.

España produce cada vez más energía solar y eólica, pero no siempre puede aprovecharla ni llevarla hasta donde se necesita. En los últimos años las infraestructuras de transporte y distribución no crecen al ritmo de la demanda eléctrica. El resultado es un cuello de botella: el 90% de las empresas que piden conectarse a la red no pueden hacerlo. Laureano Álvarez, socio de Monitor Deloitte, especializado en energía, advierte además que la saturación afecta a casi todo el territorio: del arco mediterráneo al Cantábrico, pasando por Madrid o la Andalucía industrial.

Energías renovables

El país tiene energía limpia, competitiva y abundante, pero no tiene suficientes ‘enchufes’ donde conectarla. Sin una red más robusta, moderna y extensa, la transición energética y la reindustrialización quedarán bloqueadas.

La red

“En un solo año pidió conexión el equivalente a un tercio de toda la potencia contratada del país, y solo se pudo conceder el 9%. Eso significa que el sistema no tiene capacidad suficiente”, resume Laureano Álvarez, socio de Monitor Deloitte, especializado en energía.

Vivienda

La saturación de la red eléctrica retrasa hasta cuatro años la entrega de nuevas viviendas, porque muchas promociones no pueden conectarse al sistema, según Asprima, la Asociación de Promotores Inmobiliarios de Madrid. En un país con un déficit de 700.000 viviendas nuevas, el atasco eléctrico se convierte también en un problema social.

Vehículo eléctrico

Sin una red reforzada, la movilidad eléctrica no saldrá de las grandes ciudades. Las peticiones a las distribuidoras crecen un 30% al año y muchas quedan en espera; en ciudades medias y áreas rurales, el punto de conexión puede estar a más de 10 km. “No basta con instalar cargadores; la red debe soportarlos”, afirma Juan José Alba, de Endesa.

Industria

Las redes saturadas paralizan inversiones, frenan la creación de empleo y encarecen la producción. Muchas industrias que quieren acceder a la red para electrificar sus procesos o ampliar consumo se encuentran con que no hay capacidad. Esto retrasa la descarbonización industrial y es una amenaza para la competitividad.

Centros de datos

“El freno no es la falta de proyectos ni de energía renovable, sino la capacidad de conexión”, advierte Begoña Villacís, directora ejecutiva de la asociación de data centers SpainDC. “En 2024 se quedaron fuera decenas de miles de millones de euros de inversión por no poder conectarse.” España pierde soberanía digital ante proyectos que se fugan a otros países.

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El debate regulatorio: la clave está en la inversión

El debate sobre el atasco en los accesos a la red surge cuando toca establecer el marco regulatorio que va a regir el desarrollo de las redes en los próximos seis años. La CNMC (Comisión Nacional de Mercados y Competencia) ha puesto en consulta una metodología que, aún con avances, no da los incentivos suficientes para desarrollar el volumen de infraestructura que exige la electrificación.

El sector argumenta que la retribución que se ofrece en nuestro país es inferior a la de los países de nuestro entorno, lo que hace a España menos atractiva para invertir. Además no se garantiza que se retribuyan todas las inversiones realizadas y, por tanto, no se incentiva el desarrollo de la red.

Uno de los puntos clave es el límite de 233 €/kW que se reconoce para nuevas conexiones, cuando el coste real ronda los 400 €/kW: la brecha deja inversión sin recuperar y enfría proyectos. A esto se suma un ajuste del OPEX (los gastos operativos, es decir, el coste de mantener el servicio y correcto funcionamiento de la red) y una tramitación compleja que tensiona plazos.

Fondo tarjetas

El atasco en cifras

La transición energética avanza más rápido que la infraestructura que debe sostenerla. Las redes eléctricas, pensadas para otro tiempo y otra escala de consumo, no logran absorber toda la nueva demanda. Detrás de cada proyecto que se retrasa —una promoción de viviendas, una fábrica, un punto de recarga o un centro de datos— hay un mismo obstáculo: falta capacidad para conectarse. Estos tres datos resumen el problema actual.

83,4%

de nudos saturados

Más de ocho de cada diez puntos de la red de distribución no tienen hueco para nueva demanda. Resultado: proyectos que esperan meses o años su "enchufe" y otros que directamente se caen.

10%

de solicitudes aprobadas

De 67 GW solicitados para conectarse, solo se concedieron 6,2 GW. El resto, rechazados o en trámite. La red no crece al ritmo de la demanda real: sólo se han aprobado un 10 por ciento de las solicitudes.

233€/kW

La normativa de la CNMC reconoce 233 euros por cada kilovatio de nueva potencia conectada como coste ‘razonable’ de inversión en red. Sin embargo, el coste real medio ronda los 400 €/kW. Esa diferencia frena muchas ampliaciones previstas.

En paralelo, el Gobierno ha abierto la vía de un Real Decreto de planificación que elimina techos y eleva el tope anual de inversión en distribución hasta unos 3.400 millones, además de introducir inversión anticipatoria y digitalización. El desajuste entre ambas piezas —metodología de la CNMC por un lado y planificación del Ministerio por otro— añade incertidumbre y retrasa decisiones.Desde Endesa, Juan José Alba resume el choque en clave operativa: “La CNMC te deja invertir para mantener la red, pero te lo pone muy difícil para incrementarla”. Si el país necesita más capacidad, el modelo retributivo debe estar al servicio de esa estrategia, subraya. En paralelo, el debate sobre la tasa de retribución financiera vuelve a primer plano: con una TRF (que determina la rentabilidad para los operadores de sus inversiones en redes eléctricas) del 6, 58% en España frente al entorno europeo (7–9%), el atractivo relativo del país se resiente. Y por tanto la inversión se realizará en otros países.

La visión macro la aporta Laureano Álvarez, de Deloitte: “Si el modelo retributivo no cambia, no habrá inversión. El capital va donde se remunera mejor”. La conclusión práctica es nítida: mientras convivan un reconocimiento de 233 €/kW frente a costes próximos a 400 €/kW, una TRF por debajo de sus pares y un OPEX más estrecho, el ritmo de ampliación de la red quedará condicionado a que regulación y planificación se alineen de verdad. Solo entonces la red podrá crecer al paso de la nueva demanda.

Qué pide el sector

Elevar la rentabilidad regulada propuesta por la CNMC del 6,58% hacia el rango europeo (7–9%) para que el capital entre en redes y no se vaya a otros países. Lo resume Laureano Álvarez: si el modelo retributivo no cambia, no habrá inversión; el capital va donde se remunera mejor.

Estabilidad y coherencia normativa a largo plazo. Juan José Alba lo plantea en clave operativa: si el país necesita más capacidad, el modelo debe estar al servicio de esa estrategia; planificación y metodología tienen que ir a la par.

Capacidad real para conectar nueva demanda: industria, vivienda, rural y corredores de recarga. Pedro González, director general de AEGE, (AEGE) pide ordenar la cola y liberar huecos bloqueados por expedientes inmaduros o duplicados, con criterios de madurez y caducidades claras. Mientras eso no ocurra, industrias viables se quedan fuera o reciben alternativas inviables a decenas de kilómetros, con costes y plazos que hacen caer la inversión. La falta de red no solo retrasa la descarbonización industrial, también amenaza la competitividad de las grandes consumidoras de energía, que ya soportan precios más altos que sus competidores europeos. “Una industria no puede tirar un cable de 40 kilómetros solo para conectarse”, explica Pedro González, director general de AEGE. “Hay que poner orden: diferenciar proyectos reales de los que no lo son para liberar capacidad a quien de verdad la necesita”.

Una visión de país para los sectores digitales. Begoña Villacís advierte de que sin red disponible se perderán proyectos de centros de datos y empleo asociado; planificación anticipatoria y refuerzos donde ya hay demanda comprometida.

En síntesis: no es un mensaje corporativo, sino económico. Sin red no hay industria, ni empleo, ni transición energética que llegue a la calle.

Desde Endesa, Juan José Alba subraya que no se trata solo de instalar equipos, sino de ganar capacidad efectiva: digitalización para detectar y aislar fallos, priorizar refuerzos donde hay más demanda y acelerar conexiones. También advierte que, con el marco actual, parte de esas inversiones corren el riesgo de no realizarse.

Endesa anunció el pasado año una inversión de 4.000 millones de euros entre 2025 y 2027 para reforzar y digitalizar sus redes: más contadores inteligentes, automatización de maniobras y supervisión en tiempo real. El plan incluye redes más resistentes al clima —actuaciones en líneas, centros de transformación y subestaciones— y mejor preparadas para integrar renovables y nueva demanda. En palabras de Alba, el ritmo de despliegue depende de que regulación y planificación vayan a la par: si la metodología limita la rentabilidad y el reconocimiento de costes, el plan deberá ajustarse.

PRINCIPALES EMPRESAS DISTRIBUIDORAS

Las compañías distribuidoras de electricidad son las encargadas de transportar y distribuir la energía eléctrica desde su producción hasta los puntos de suministro. Estas son las principales.

12,2

e-distribución

11,2

i-DE

3,8

ufd

0,7

E-REDES

0,5

Viesgo

1,2

Begasa

322 pequeñas distribuidoras 1,2

Mapa step 3

Fuente: CNMC informe de supervisión de los mercados minoristas de gas y electricidad.

Por qué es importante

Reforzar la red eléctrica no es un gasto, es una inversión estratégica. Entre 2026 y 2030 se prevé destinar unos 21.500 millones de euros —unos 4.300 millones al año— que podrían movilizar hasta 24.000 millones de actividad, cerca del 1,5% del PIB, y miles de empleos en fabricación de equipos, ingeniería y construcción. “Cada euro que se invierte en red genera más de un euro de PIB”, recuerda Laureano Álvarez, que insiste en que “la red no se ve, pero es la que decide si una empresa se queda o se va”.

La red eléctrica es la columna vertebral de la economía verde: sin ella, la energía limpia no llega, las fábricas no se instalan y los coches eléctricos no se cargan. Para la industria electrointensiva, Pedro González advierte que “si no hay red y si la energía es más cara, no habrá reindustrialización”. En el plano digital, Begoña Villacís (SpainDC) señala que “España no puede liderar la economía digital con una red del siglo XX”, y que la falta de capacidad “ya está haciendo que proyectos millonarios se vayan a otros países”. Juan José Alba (Endesa) lo vincula con el equilibrio entre política y economía: “Las empresas no pierden; el país sí. Si no pueden invertir aquí, lo harán en otro lugar”.

Conclusión: la oportunidad

España tiene sol, viento y talento industrial. Lo que falta es red. Reforzarla abre carriles: más renovables conectadas, electricidad más barata, menos emisiones y proyectos que eligen quedarse.

La ecuación es sencilla: si la electricidad no puede circular, la transición se atasca y la reindustrialización no despega. Con una red capaz de crecer y responder en tiempo real, la energía limpia llega donde hace falta, la inversión se activa y el país gana competitividad. El mensaje final es claro: sin buenas redes eléctricas, no hay futuro verde.

España tiene sol, viento y tecnología, pero su red eléctrica se ha quedado pequeña. Más del 80% de los puntos de conexión están saturados y nueve de cada diez proyectos que piden acceso no lo consiguen. Sin una red moderna, robusta y digitalizada, la transición energética y la reindustrialización corren el riesgo de quedarse en el arcén.

España tiene sol, viento y tecnología, pero su red eléctrica se ha quedado pequeña. Más del 80% de los puntos de conexión están saturados y nueve de cada diez proyectos que piden acceso no lo consiguen. Sin una red moderna, robusta y digitalizada, la transición energética y la reindustrialización corren el riesgo de quedarse en el arcén.