Borrar
Raquel Santos, en el centro de la fotografía, junto a sus compañeros y responsables del hospital Jackson de Miami, en la entrega del reconocimiento a la mejor enfermera del año. R. S.
Sanitaria calagurritana en una cárcel de Miami

«Hay mucha droga en una prisión»

Raquel Santos, sanitaria en una cárcel de Miami y galardonada en su hospital como enfermera del año, se maneja entre sobredosis de fentanillo, lesiones por peleas y atenciones por enfermedades

Isabel Álvarez

Calahorra

Viernes, 30 de mayo 2025, 07:34

Comenta

Raquel Santos es la 'enfermera del año' en Miami. Aunque para ser precisos lo es realmente del hospital Jackson Health System de la ciudad más famosa de Florida, a la que llegó en el año 2001 desde Calahorra. Por segundo año, y además consecutivo, esta calagurritana ha conseguido ser la enfermera mejor valorada en este centro hospitalario estadounidense. Pero el reconocimiento, que recibió la semana pasada le llega no por su profesionalidad en la atención a pacientes que han pasado por una operación o han tenido que ser hospitalizados, sino por su trabajo en una de las cárceles más grandes de Miami, a cuyos presos, unos 1.200, da cobertura sanitaria el hospital en el que trabaja.

«Es un premio que se da por el compañerismo, el buen trabajo, la profesionalidad... Primero son las compañeras las que votan a través de un buzón y luego son los jefes los que deciden», explica sobre este galardón, que en su caso supone además valorar la labor de los enfermeros y enfermeras en entornos de riesgo, como puede ser un centro penitenciario. A pesar de ello, Raquel asegura que «estamos bien protegidos por los oficiales». «Cada vez que tenemos que atender a algún preso, ellos van esposados por las manos y, si son de alta seguridad, también por los pies», relata. Aún así el miedo a sufrir una agresión, en una cárcel en la que «la mayoría de los presos padecen una enfermedad mental », es algo con lo que tiene que lidiar. «Sobre todo, puedes pasar miedo en las emergencias ya que de repente tienes que entrar a una celda con 20 presos y hasta que llegan los refuerzos vas con uno o dos guardias», comenta. «Hará dos o tres meses un preso, que estaba maniatado, intentó morderme en la pierna», cuenta recordando una atención en un caso que era de emergencia.

Raquel trabaja en el centro Pe-Trial Detention, en el que están internados presos con distintos niveles de riesgo. «Puede estar una persona por haber conducido bajo la influencia del alcohol hasta un asesino en serie», dice.

LAS FRASE

«Puedes pasar miedo en las emergencias, ya que de repente tienes que entrar a una celda con 20 presos»

«Puede estar una persona que ha conducido bajo la influencia del alcohol hasta un asesino en serie»

El consumo de sustancias estupefacientes entre los presos es uno de los problemas que debe afrontar casi a diario. «Parece que no hay drogas dentro de una prisión y hay mucha», lamenta. Así, reconoce que su total control es una asignatura aún pendiente, lo que conlleva que tenga que atender habitualmente «sobredosis de fentanillo y de veinte mil cosas que ellos se meten». Aún así –puntualiza– «me da mucha lástima la situación de muchos muchachos jóvenes». «Te das cuenta de que están ahí porque nunca han tenido cariño, porque se han criado en la calle, con drogas...», afirma a la vez que incide en que con este tipo de pacientes «tampoco puedes mostrar afecto, pero sí que puedes entenderlos un poco más por la situación que han vivido». Aunque evidentemente no todo son sobredosis o atenciones por peleas entre «'gangas'» –pandillas–. También, se realiza un trabajo importante en el control de enfermedades, como la «diabetes» y otras dolencias.

Su máxima de todos modos es «el trato a todo el mundo por igual». Y especialmente, en Miami, «donde hay muchas nacionalidades». «Para mí todo el mundo es igual y los trato con la mayor profesionalidad», remarca desde la ciudad de Florida, en la que asegura existe temor por las políticas de Trump. «Tú notas en las calles que la gente se está escondiendo, que ya no es igual», asegura esta calagurritana para quien su llegada a Miami –«para aprender inglés»– hace 24 años fue «una suerte», porque «encontré gente maravillosa, que me ayudó mucho».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

larioja «Hay mucha droga en una prisión»

«Hay mucha droga en una prisión»