La penitencia vuelve a San Vicente

Emoción, fe y penitencia volvieron a darse la mano abrigadas por centenares de curiosos en la primera procesión de la Santa Vera Cruz de San Vicente de la Sonsierra, en la que participaron los conocidos Picaos. La belleza de la localidad riojalteña, bañada este año por el sol -no como en el último Jueves Santo que la procesión se celebró en el interior de la iglesia-, ejerció un año más de marco bucólico para esta celebración declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional.

Aunque la mayoría de los asistentes se arremolinaban desde horas antes en la calle Zumalacárregui, primer episodio de flagelación, decenas de ellos aguardaban en el entorno de la iglesia parroquial de Santa María la Mayor, junto al castillo.

Los nervios se incrementaban conforme iban acercándose los Picaos con sus túnicas marrones desde la ermita de San Juan de la Cerca, la sede de la Cofradía de la Vera Cruz, bien acompañados y asistidos por miembros de la cofradía.

Una vez salieron los pasos de la iglesia, (la Santa Cena, la Flagelación, el Ecce Homo y la Dolorosa) la nutrida comitiva rodeaba al entorno a la docena de disciplinantes, que avanzaban entre el Ecce Homo y la Dolorosa. Tras la Virgen de los Dolores caminaban ellas, las mujeres penitentes, las Marías que, encerradas en una túnica negra con encajes, arrastraban las gruesas cadenas.

El silencio se iba apoderando de las calles a su paso, hasta alcanzar el centro de la localidad, absolutamente concurrido de turistas. Allí, llegaron las oraciones frente a las imágenes. Y tras ello, comenzó el ritual.

Una vez más, el silencio cayó como una losa entre la multitud, solo roto por el sonido de las madejas sobre las espaldas y, al reanudar la marcha, las cadenas.

El Santo Entierro más clásico

Este viernes a la tarde se celebra la procesión del Santo Entierro, que contará con varias novedades. Este año se recuperarán tradiciones abandonadas a mediados del siglo XIX y a principios del siglo XX. Uno de los principales cambios serán los hábitos de los cofrades, que hasta ahora eran morados y procesionaban con la cara descubierta. Este viernes recuperarán la vestimenta antigua: con hábitos negros, cíngulo blanco –la cuerda que se ciñe a la cintura– y con cara cubierta, con el mismo tipo de capucha que los disciplinantes pero, en lugar de llevarla blanca, será negra.

Otra de las novedades este año será que el recorrido de la procesión estará iluminado por 750 velas que serán repartidas entre los asistentes. Además, se recuperará la tradición de cantar el 'Miserere', que irá acompañado por un redoble de tambor durante todo el trayecto. Este retorno a la tradición se irá propagando también por el resto de las procesiones, según indicaron miembros de la cofradía, en los próximos años.

A las 11.30 del viernes se celebra la procesión del Vía Crucis, a las 19.00 los Santos Oficios y a las 20.30 la procesión del Santo Entierro.

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