La comunidad rumana echa raíces en Nájera
La ciudad llegó a tener casi 800 vecinos del país del Este antes de la crisis. Ahora son menos, pero sus vidas son un ejemplo de integración, esfuerzo y convivencia
Juano del Rey
Jueves, 19 de junio 2025, 08:22
Hace poco más de dos décadas, Nájera comenzó a recibir a las primeras familias rumanas que, con sueños de prosperidad y una maleta cargada de esperanza, buscaban una vida mejor en tierras riojanas. Hoy, tras años de esfuerzo y convivencia, su presencia ya no es la de una comunidad recién llegada, sino la de vecinos y vecinas que, como tantos otros, han echado raíces.
Uno de los rostros más representativos de esta integración es el de Flor, que llegó a Nájera en 2004, tras una etapa en Alemania. «Vine con dos maletas y 50 euros en el bolsillo», recuerda. Lo hizo animada por una familia conocida que vivía aquí, y con la convicción de que en Rumanía no encontraba las condiciones necesarias para crecer como persona.
Los inicios no fueron fáciles, especialmente por la barrera del idioma. Sin embargo, Flor destaca la suerte de haber encontrado gente buena en el camino: «Las chicas del Bar La Plaza fueron las primeras en hacerme un contrato. Me cuidaron». Hoy, Flor está casada con un vecino de Uruñuela, ha cursado un grado superior en Educación Infantil y trabaja en el Ayuntamiento de San Millán como dinamizadora sociocultural. Además, colabora con asociaciones como Nájera Solidaria y trabaja con el Gobierno de La Rioja atendiendo a menores en riesgo de exclusión social. «Yo soy najerina. Aquí está mi vida. Aquí he echado raíces», afirma.
«Se adaptan muy rápido, tienen muchas ganas de aprender y las familias colaboran con el centro»
Dori Ayala
Directora del colegio
La percepción de la comunidad rumana entre los najerinos es, en general, muy positiva. Julián Martínez, vecino del municipio, lo resume con naturalidad: «Estoy casado con una rumana. Tenemos un hijo y nos va muy bien. Se integran fácilmente, son trabajadores y majos. Para mí son como cualquier otro vecino».
Adolfo, otro vecino habitual de las asociaciones locales, coincide: «Flor es una persona implicada al máximo. Hemos trabajado juntos en Cruz Roja, en Nájera Solidaria... Si todos fuésemos como ella, el mundo funcionaría mejor».
En el sistema educativo
La integración también se percibe en los colegios. Dori Ayala, directora del CEIP San Fernando, señala que aunque hoy hay solo ocho alumnos rumanos, hubo momentos -sobre todo entre 2008 y 2012- en que llegaron a representar un buen porcentaje del alumnado. «Se adaptan muy rápido, tienen muchas ganas de aprender y las familias colaboran mucho con el centro», afirma. De hecho, algunas madres han retomado sus estudios y cursado grados medios o superiores, incorporándose al mercado laboral cualificado.
Un dato especialmente relevante es el programa «Cultura, Civilización y Lengua Rumana», financiado por el Consulado Rumano en Madrid y desarrollado en el propio colegio desde hace 15 años. «Se trata de preservar las raíces culturales y lingüísticas de los niños nacidos aquí, sin cortar el vínculo con su país de origen», explica Dori.
Desde el Ayuntamiento de Nájera, el alcalde Jorge Salaverri destaca que la integración de la comunidad rumana ha sido tan natural que no ha sido necesario crear programas específicos: «Participan en todo -fiestas, actos culturales, educativos- como cualquier otro ciudadano. Es una comunidad completamente integrada».
La comunidad rumana no ha olvidado sus costumbres. Fiestas como el Mărțișor, el 1 de marzo, en que los hombres regalan a las mujeres un lazo blanco y rojo como símbolo de amor y amistad, o la Pascua ortodoxa, en la que se pintan huevos a mano, siguen muy vivas entre ellos. «Intentamos transmitir nuestras tradiciones a los niños nacidos aquí, y compartirlas con los vecinos. ¡Ya me llaman desde el portal cuando huele a comida rumana!», bromea Flor.
Según datos recopilados entre 2006 y 2012, la comunidad rumana llegó a contar con alrededor de 800 personas residentes en Nájera, lo que supuso un porcentaje considerable de la población del municipio. Su presencia también se hizo notar en el ámbito educativo: hasta el 12% del alumnado en el colegio San Fernando era de origen rumano, tal como recuerda su directora.
Aquella etapa marcó el momento de mayor visibilidad y crecimiento de esta comunidad, cuya huella todavía perdura en la ciudad.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.