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Grupo de trabajadores de la sala de fiestas Planetarium, durante la comida que les reunió 45 años después. LR
Míticos recuerdos de la Planetarium de Haro

Míticos recuerdos de la Planetarium de Haro

Trabajadores de la sala jarrera que revolucionó la comarca en una época de rebeldía se reunieron después de 45 años

Domingo, 16 de febrero 2025, 08:24

La discoteca Planetarium de Haro –sala de fiestas entonces– era conocida más allá de las fronteras riojanas. Se convirtió en los años 70 en un auténtico centro neurálgico de jóvenes que ansiaban disfrutar de la libertad que, poco a poco, iban ganando. Había dos emblemas que todos recuerdan. El primero, la cabina del disc-jockey circular, suspendida entre el piso de arriba y la pista, rodeada por sillones verdes y rojos y salpicada de bolas de espejos. Y la segunda, la pirámide de copas de cóctel que había sobre una de las barras. «Tenía agua, que caía desde arriba –recordaba José Ayala, Josito–. Y la limpiábamos cada 15 días».

Los trabajadores de la sala, que entonces no superaban los 19 años, se reunieron en el restaurante Terete después de 45. «Algunos, los de Anguciana y los de aquí nos hemos seguido viendo, pero había gente de fuera con los que igual hacía 30 años que no coincidíamos», señalaba José Ayala.

«Los 80 eran los años duros de la droga –rememoraba– y entraban muchos macarras que nos coaccionaban para que les invitáramos a cambio de droga», era uno de los recuerdos que tenían. «De hecho, alguno de nuestros amigos se metió en aquello y ya no está».

Un camarero atendía a un cliente delante de la pirámide de copas. LR

«En general, el ambiente era único, porque en su tiempo fue tan innovadora que era la mejor del norte de España», explicaba Juan García (alias el Pugo). «También influyó que salíamos de una dictadura. Entonces, en Semana Santa no se abría jueves y viernes porque se hacía luto y el sábado de Gloria abría a partir de medianoche». También había días clave, como Santa Lucía, el 13 de diciembre. «El día de las modistillas ellas elegían pareja –recordaban–. Entonces se conocía a las chicas pidiéndoles bailar. Si bailaba una y se iba, bien. Si se quedaba a un segundo baile y te daba conversación, entonces podías ya invitarla a tomar algo».

«Y siendo camarero de Planetarium era fácil ligar», reconocían entre risas. Este y otros muchos recuerdos fueron rescatados de la memoria, recuerdos que aún persisten con cariño entre la sociedad jarrera.

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