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Sitúa la Real Academia Española de la Lengua pender y colgar como sinónimos de pingar. Y eso es lo que los prejaneros llevan haciendo como un ritual generación tras generación para preparar una de las meriendas más tradicionales: penden con sus dedos las rebanadas de pan para bañarlas en el primer aceite de cada campaña, obligando a que se empapen bien antes de llevarlas a tostar en la parrilla sobre las brasas. Así surgen las pingadas, uno de los bocados más sabrosos y nutritivos que la costumbre de los pueblos nos ha legado.
En su afán de mantener las tradiciones y usos de los mayores, recién fundada por un grupo de entusiastas y añorados vecinos, la Asociación de Amigos de la Historia de Préjano convirtió en enero de 1997 ese bocado en una merienda multitudinaria. La llamó el Día de las Pingadas. Y como desde entonces, salvo el freno que puso la pandemia de covid a las citas de 2021 y 2022, la Asociación volvió a celebrar ayer, en el último sábado de enero, esta fiesta, una XXVII Fiesta de las Pingadas que reunió a cientos de personas llegadas de todo el norte del país para seguir compartiendo encuentros, sonrisas y sabores de siempre.
El grupo de voluntarios de la Asociación comenzó el ritual bañando las rebanadas en el aceite, pingando... Que es diferente del pringado de la vecina Arnedo, donde las rebanadas se pintan de aceite a brochazos. Descansaron las 1.500 preparadas en barreños antes de ir a las brasas. Porque cayendo la tarde las puertas del trujal de Tolillo, el más antiguo de La Rioja, se abrieron para el público. En su exterior, más voluntarios tostando las pingadas. En su umbral, otros repartiéndolas al mucho público de todas las edades que se acercó hasta la villa del Cidacos. Y todo en un ambiente acogedor, cálido pese a la temperaturas. De amistad con sonrisas e historias entre bocados.
El Catastro del Marqués de la Ensenada ya citaba en 1752 al trujal. Desde esa historia, el trujal se convirtió en 2012 en Museo Vivo de la Cultura del Aceite en La Rioja, gracias a una aportación del programa Leader. Así, además de merendar, los cientos de visitantes pudieron adentrarse en sus instalaciones, recorrer la maquinaria centenaria, conocer la historia bimilenaria de los olivos prejaneros en paneles explicativos que extienden sus explicaciones a la producción riojana... Y además de los paneles, los miembros de la Asociación ofrecieron todas las explicaciones a los visitantes. Para compartir su gran fiesta de invierno.
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