Las tres generaciones que 'conservan' la conserva en Calahorra
Vicente García, su yerno Fernando Barco y su nieto Daniel comparten este mes la tradición de asar pimientos y preparar tomate para todo el año
Septiembre es un mes de muchas vueltas. La del cole, la de la rutina, la del gimnasio.., pero también, en Calahorra, es tiempo de dar vueltas al pimiento y al tomate. Y es que en plena época de recogida de estos dos manjares del agro, muchos aprovechan para prepararlos en conserva y así disfrutar de ellos durante todo el año.
Los hornillos para asar los pimientos salen entonces a la calle. No tantos como en aquellos años en los que la agricultura era el motor económico de la ciudad, pero sí los suficientes para hacer ver que la tradición de las conservas en casa continua. Vicente García, con 77 años, es fiel a esta práctica que ya compartió «con mi padre y mi abuelo». Estos días revive la costumbre desde el merendero de su yerno, entre las calles Río Iregua y San Millán. El olor que desprenden los pimientos en el hornillo le delata. «Son de mi huerto, de la variedad del Piquillo y Cuerno de Toro», explica mientras les da la vuelta para asarlos por todos los lados.
Paso a paso sigue la fórmula que aprendió de su familia y que mejoró con la experiencia. «Cuando los aso los echo a un cubo tapado para que tengan calor. De esta manera la parte que no termina de asarse se cuece y luego se limpia mejor», señala. Vicente lo cuenta con un punto de orgullo. «Es que es algo que se ha hecho aquí toda la vida», afirma pensando también en cómo los pimientos asados este mes, que congela en bolsas, darán un sabor especial a muchos platos del invierno. «Puedes hacer con ellos una perola de bacalao o comértelos solo con unos ajitos y aceite. Es una delicia», dice tajante.
Pero en septiembre, en este merendero, no sólo se asan pimientos. A la par también se fragua otra 'operación conserva', que requiere de más mano de obra. La del yerno de Vicente, Fernando Barco, y la de su nieto, Daniel, con quienes prepara tomate frito.
La imagen se merece un cuadro costumbrista. Todo está perfectamente organizado. Vicente se encarga de escaldar los tomates, que luego limpia junto a su nieto. «Es el primer año que vengo. Así se mantiene la tradición», comenta el joven, que en octubre cumplirá 18 años. El abuelo le enseña, pero Daniel también le descubre que hay una manera más rápida de pelar el tomate. «Yo quito la parte de arriba y de ahí voy tirando para quitar la piel, aunque antes me ha dicho él: Mira yayo, es mejor si haces un corte por la mitad», cuenta Vicente con una sonrisa.
Fernando, en la generación intermedia entre abuelo y nieto , se encarga de pasarlo por la batidora para añadir después el triturado al sofrito que ha preparado con cebolla. «Antes lo hacíamos con el tomate entero y la trituradora, pero se preparaba un 'cristo'...», se ríe. Y entre tanto se habla del campo, de la importancia de las tradiciones y sobre todo, de trasmitirlas, porque «la culpa de que los jóvenes no sepan estas cosas es en parte de los mayores, que no les enseñamos porque pensamos que como son jóvenes no van a querer aprenderlas», sentencia Vicente.
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