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El centenario olmo de El Rasillo de Cameros, en la mañana del pasado viernes. RUBÉN MARTÍNEZ SORIANO
Auge y caída de un olmo que es más que un árbol

Auge y caída de un olmo que es más que un árbol

El Rasillo de Cameros ·

Los vecinos y veraneantes viven con inquietud y tristeza la enfermedad del que es el símbolo del pueblo camerano

Diego Marín A.

Logroño

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Domingo, 3 de julio 2022, 09:43

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Desde hace una semana los vecinos, descendientes y veraneantes de El Rasillo de Cameros viven en vilo por la salud de su olmo centenario. Agentes forestales del Gobierno de La Rioja detectaron que el árbol padece grafiosis, enfermedad producida por un hongo que bloquea la circulación de la savia, provoca un fuerte marchitamiento de las hojas y la muerte. En los años 30 y 70 del siglo XX una pandemia de grafiosis mató muchos olmos en España y por eso, aunque se ha actuado rápido, tanto la Dirección General de Biodiversidad –que catalogó el ejemplar de El Rasillo como Árbol Singular de La Rioja– como los cameranos permanecen atentos a la evolución de un olmo que es mucho más que un árbol.

El olmo es el símbolo de El Rasillo. «Es un habitante que lleva viviendo en el pueblo más de 400 años, es el referente, un icono y el logotipo de El Rasillo. Lo es todo y no sería lo mismo sin él», describe el alcalde, Rubén Martínez Soriano. El descubrimiento de la enfermedad, confiesa el regidor, supuso un susto terrible y generó incertidumbre. Se consultó con el biólogo, ingeniero de Montes y catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid Luis Gil, también con Jesús Llaría, ingeniero de Montes y jefe del Servicio de Gestión Forestal de La Rioja. «Jesús lleva cuidando del olmo veinte años y ya sabía qué hacer para intentar salvarlo. A día de hoy no se han visto nuevas ramas afectadas, aunque no quiere decir nada. Si se salva, será el único que se ha salvado, pero también es cierto que nunca se había actuado tan rápido», señala el alcalde.

«Significa tradición, apego a los árboles, testimonio de la historia porque ha visto nacer, crecer y morir a muchos vecinos, ha visto bautizos, bodas y funerales. Y representa la tradición de plantar árboles en las plazas de los pueblos. En Inglaterra se considera a los olmos árboles sagrados y en Francia lo que se acuerda bajo ellos tiene valor de ley. Al margen, cuenta con un importante valor sentimental», describe Jesús Llaría, vecino del pueblo.

«Si se salva, será el único que lo ha logrado, pero es cierto que nunca se había actuado tan rápido», señala el alcalde

El olmo de El Rasillo es único porque no se conoce otro en España de la especie de montaña situado en una plaza de pueblo. Situado a 1.106 metros de altitud, desde 1999 ha recibido cuidados y podas de reconfiguración y estabilización de las ramas porque las pudriciones han ahuecado el tronco. El alcalde reconoce que se le han saltado las lágrimas, que es difícil descansar por las noches. «Es de las cosas más difíciles que me ha tocado vivir. Nosotros vamos a hacer todo lo que esté en nuestra mano para salvarlo», advierte Rubén Martínez.

Blanca Rosa Ruiz, propietaria de las casas rurales El Olmo de El Rasillo, siente una tristeza tremenda. «He amado ese árbol toda la vida, desde niña, cuando trepaba por sus entrañas hasta sus ramas. Siempre he admirado su majestuosidad», declara. José Antonio Herrero, veraneante en El Rasillo en casa de su tío Santiago, identifica al pueblo con el olmo. «Es como un antiguo vecino, como la tía Juana o el tío Dionisio. Es más que un árbol, un punto de reunión, un lugar para jugar, un símbolo», opina. Y David Ijalba, presidente de la Asociación de Ambientólogos de La Rioja, destaca que ejemplifica cómo «un ejemplar puede traspasar lo meramente natural, a nivel de valor, y pasar al lado emocional y representativo de unas gentes y su pueblo».

Por el momento se han realizado podas para intentar que la grafiosis no llegue al tronco, única posibilidad de salvarlo. Mientras, todos, como escribió Machado del olmo del Duero, piensan: «Mi corazón espera/también hacia la luz y hacia la vida,/otro milagro de la primavera».

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