Amor y odio por un embalse que cumple 90 años
El pueblo conmemora la efeméride del inicio de una obra que borró del mapa a Los Molinos
Ortigosa de Cameros conmemora este fin de semana el 90 aniversario del inicio de la obra de construcción del embalse González Lacasa. La ermita de Santa Lucía acoge una exposición y hoy, a las 12 horas, se celebra la mesa redonda 'Ortigosa y La Rioja en la España sumergida' con los escritores Sergio del Molino, Virginia Mendoza y el riojano Álvaro González, quien acaba de publicar el libro 'La voz de los desterrados' sobre el barrio ortigosano Los Molinos, desaparecido bajo las aguas del embalse.
El 18 de septiembre de 1932 el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, y el ministro Indalecio Prieto colocaron la primera piedra de unas obras que se alargaron 30 años, ya que acabaron el 31 de diciembre de 1962. La Guerra Civil primero y la falta de financiación después provocaron el enorme retraso. Ortigosa perdió con el embalse su próspero barrio industrial, Los Molinos, que contaba con ermita y prisión, además de importantes industrias y tierras de cultivo regadas por el río Albercos.
También perdió parte de su identidad porque, mientras la mayoría de los embalses se bautizan con el nombre de los pueblos que sepultan, allí se otorgó el nombre del ingeniero que dirigió la obra, fallecido antes de finalizarla, González Lacasa, en lugar de denominarlo Los Molinos u Ortigosa. Actualmente, aunque la presa está en término de Ortigosa, las aguas abarcan también El Rasillo y Nieva. La grandilocuente inauguración de la obra, con las principales autoridades del país, contrasta con la discreta entrada en funcionamiento del embalse. «No se hizo ninguna fiesta porque la construcción fue una pesadilla, no había dinero y el trabajo era intermitente. No había maquinaria y sí mucha mano de obra», explicó el ortigosano Esteban Pinillos a María Malo en estas mismas páginas.
La grandilocuente inauguración de la obra contrasta con la discreta entrada en funcionamiento del embalse
La construcción del embalse no fue como se esperaba en Ortigosa. Expropiadas las tierras y paradas las obras, se permitió continuar residiendo a los vecinos a cambio de un alquiler, pero el precio pagado originalmente se devaluó y lo obtenido por la venta, al cabo de los años, se perdió en el abono de las cuotas por permanecer allí, por lo que muchos se quedaron sin casas, tierras ni compensación. La llamada 'playa de La Rioja' que propicia agua que beber a Logroño y con la que regar al Bajo Iregua tiene su no muy conocida intrahistoria.
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