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María, hace unos días con un niño en los campamentos. M.C.
Alfaro

Cuando la solidaridad se lleva en las venas

La joven de 17 años María Caballer Jiménez recoge el ejemplo de sus padres y ha participado como voluntaria en el piso de acogida y en la expedición a los campamentos saharauis

Domingo, 16 de febrero 2025, 08:22

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Entre los seis integrantes de la expedición médica organizada entre el 29 de enero y el 6 de febrero por la Asociación Riojana de Amigos de la República Árabe Saharaui Democrática, había una joven alfareña de 17 años, María Caballer Jiménez.

«Ha sido una experiencia muy bonita, muy dura también, con momentos difíciles... pero muy bonita», describe esta estudiante de grado medio de Dependencia que hizo labores de apoyo de las neuropediatras de la expedición en las decenas y decenas de atenciones que realizaron en los cinco campamentos a los que acudieron.

No era la primera vez que viajaba a los campamentos. Ya los visitó en 2019 junto a sus padres. Y anhelaba volver. Reencontrarse con su familia. Porque la suya de sangre tiene varios hermanos repartidos por los campamentos entre los niños que desde 2001 han compartido los veranos en Alfaro de mano del programa Vacaciones en Paz.

María, con la familia e hijos de aquellos que visitaba su madre desde 2002 y acogían durante los veranos. M.C.
Nines, en un viaje en 2007, embarazada sin saberlo de María. N.J.
Nines, en 2002, con la madre de Yahia, niño de Vacaciones en Paz. N.J.
María, en 2025, con la mujer de Yahia, a la que llama cuñada. M.C.

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«En uno de los viajes que hicimos a los campamentos, yo estaba embarazada de María y no lo sabía. Creo que su horno fue allí –asiente Nines, su madre, describiendo cómo la solidaridad va en el adn y en el ejemplo–. Siempre decimos que nuestra familia no solo es de sangre. Y parte de nuestra familia está allí». Mahmud, Yahia, Jean María, Tumana y Mohamed son los hermanos con los que María ha ido creciendo durante tantos veranos de solidaridad e implicación familiar. «Entre el montón de trabajo que teníamos en la expedición he podido estar con mi familia. Y da igual en qué casa esté, todos me hacen sentir como si fueran mi familia... me hacen sentir en casa», agradece la amabilidad y generosidad de las gentes saharauis.

Mientras que la mayoría de los jóvenes de su edad ignora la realidad y condena del pueblo saharaui, su compromiso le llevó a compartir como voluntaria el pasado verano en el piso que la Asociación tuvo en Logroño la atención a cinco niños con diferentes discapacidades que participaron en el programa Vacaciones en Paz. En este viaje ha podido realizar un seguimiento de los cinco y les ha entregado medicamentos, dando continuidad a esa labor de voluntaria.

LAS FRASES

«Aunque la vida es muy dura, lo poco que tienen te lo frecen. Son personas pobres, pero de corazón muy grande»

«Siempre decimos que nuestra familia no solo es de sangre. Y parte de nuestra familia está en los campamentos»

«Cuando fui con mis padres en 2019 me gustó mucho y necesitaba volver», afirma. Madre e hija comparten ahora las experiencias al regreso. Y encuentran que la situación en los campamentos ha ido a peor. «Antes había gente trabajando en los hospitales y centros sanitarios saharauis que se habían formado en Argelia o Cuba: médicos de familia, traumatólogos... había de todo», describe Nines. «Ahora, esos hospitales están cerrados. Solo los abrían para nosotros», cuenta María. Ante esa falta de atención, hubo auténticas peregrinaciones cada jornada a los lugares donde acudía la expedición sanitaria riojana, que no descansó en dar una atención tras otra en jornadas maratonianas. Epilepsias, microcefalias, parálisis cerebral, malformaciones... problemas en niños que no se frenan ante la falta de acceso a cirugía, como sí ocurre de forma temprana en los bebés del primer mundo. «Ellos viven de la ayuda internacional y, actualmente, esta se está repartiendo con muchos más países. Y no les llega... viven como pueden. Y la gente joven se va», se resigna Nines.

Mientras, María tiene claro que regresará. «Aunque la vida es muy dura, lo poco que tienen te lo ofrecen. Son personas pobres pero de corazón muy grande», sonríe.

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