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Alfaro
Con los patronos a hombrosCientos de alfareños han acompañado a San Roque y San Ezequiel en la misa y la procesión del día grande de las fiestas de la localidad
El ritmo frenético que caracteriza desde su inicio a las fiestas alfareñas se redujo en la mañana de ayer para, con solemnidad, galas y unidad, honrar como manda la tradición a quienes las hacen posible, a quienes les dan nombre. En la jornada grande de esta semana grande, los alfareños han honrado en el mediodía de este sábado a San Roque y San Ezequiel.
El día despertó como otros, con una mañana refrescada tras una noche calurosa en exceso, en la que muchos en Alfaro habían dormido poco, bien por estar de fiesta bien por luchar contra el mercurio. Entre los primeros, unos pocos elegidos jóvenes aguantaban y convertían la noche en día para bailar con la charanga La Veleta en las dianas que recorrían el pueblo poniendo música como despertador.
El domingo, Día de los Mayores
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09.30. Encierro de toros, seguido de becerras y espectáculo de anillas en la plaza con la ganadería Arriazu.
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11.30. Homenaje a los mayores en la plaza de España, con actuación del Coro de Voces del centro de participación.
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12.00 Salida de los gigantes y cabezudos por el centro.
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12.30 Teatro familiar con Soneto Rojo en la Lonja.
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12.30 30. Degustación de champiñón en la plaza de España.
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13.00 Salida de la rondalla Monte Yerga y de la charanga La Veleta por el centro.
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19.00 Desencajonamiento de tres toros.
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19.30 Aventura con Gorgorito en La Florida.
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20.00 Certamen Furor en el cuarto de El Piyote.
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20.30 Concierto de Alicia Lahuerta en la plaza de España.
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23.30 Concierto del grupo de versiones We Dance Band en la plaza de España.
El camino era el ya conocido, hacia el recorrido del encierro. En esta ocasión, y con media hora de adelanto respecto a otros días, desde las 09.00 de la mañana, de nuevo de toros, pero con el aliciente de ser una ganadería diferente a la local de Toropasión, la portuguesa de Samuel Pereira Lupi. Y con nubes que frenaban que el día comenzara ya como un horno. Al otro lado de las barreras, menos público que en el primero del viernes. En el trazado, algún corredor más, pero sin ser tantos como en otras ocasiones ante la coincidencia con Tafalla. Y al salir de los corrales, astados que llamaron la atención por sus diferentes pelajes, capas blanquinegras y coloradas.
Con motivo del centenario de la plaza de toros, se homenajeó a los vecinos que se han puesto y se ponen ante las reses
Hubo carreras bonitas, algún mozo acercándose a los pitones y, en la segunda pasada, la anécdota de un toro que decidió no ir a la carrera sino a su paso. Como si él también sintiera la pesadez de esta ola de calor.
Tras los encierros, las dos pasadas del de toros y la velocísima de becerras para los niños y jóvenes, los pies se encaminaron hacia la plaza de toros, donde Nacho Martínez y Javier Hernández realizaron una exhibición de baile. Antes, dentro de las actividades por el centenario del coso taurino, el Ayuntamiento homenajeó a cuatro personas en representación de todos los alfareños que durante décadas se han puesto delante de reses bravas, bien como corredores, recortadores, animadores...
Con muchos nombres en la memoria de todos los presentes, fue reconocido Manolo Pérez, el recortador más laureado del país, seis veces campeón de España y con más de 120 premios ganados. También los fundadores de la Bañera Torera Francisco Martínez 'el Campanero' y Ángel Gonzalo 'el Chino', y el corredor Ángel Marín, rostros visible en los sanfermines durante años. «Lo más importante de esta plaza es tener a la gente que tenemos en las gradas –aplaudió Pérez agradeciendo ese apoyo–. Y a tantos y tantos de los que aprendimos. He recorrido decenas de plazas a lo largo de todo el país, pero ésta es en la que más he aprendido».
Tras el inicio de la mañana de la mano de los festejos taurinos menores, tocaba cambiar de registro y ponerse de gala. Los alfareños pasaron por casa, se acicalaron y se encaminaron hacia la colegiata de San Miguel para asistir a la función en honor a los patronos que motivan estas fiestas. Junto a los sacerdotes de la parroquia, presidió la eucaristía el párroco de Santa María, la catedral de Calahorra, Jesús Ignacio Merino Morga, junto al misionero alfareño Santiago Fernández. En su sermón, y por su papel también en el cuidado del patrimonio de la Diócesis, Merino Morga alabó el resultado de los trabajos para recuperar al templo del daño de las humedades.
Tras una hora de eucaristía, las campanas redoblaron con alegría a la par que los voluntarios repartían a los pies de la torre del reloj manojos de albahaca. Su olor refrescó el ambiente e imprimió más tradición al día.
El grupo Alfaro Baila y la comparsa de los gigantes dedicaron varios bailes a los patronos a lo largo de la procesión
Bajaron los patronos las escalinatas de la Lonja de San Miguel. Primero el alfareño San Ezequiel. Detrás, San Roque a hombros de mujeres, con mayordoma este año, Desirée Rosell, tercera generación de mayordomos en su familia. Y el año que viene seguirá siendo familiar y en femenino. Tras ellos, las autoridades locales y regionales.
Abrió la comitiva la comparsa de gigantes y cabezudos. La cerraba la Agrupación Musical Alfareña. Y entre ellos, integrantes del grupo de danzas Alfaro Baila, que dedicó varias danzas a los patronos en el recorrido de la procesión. Una especial y muy aplaudida ante el centro de salud, a la que se incorporaron varios veteranos, entre ellos la alcaldesa Yolanda Preciado.
Tras la eucaristía en San Miguel, el reparto de albahaca a los pies de la colegiata llenó el ambiente de aroma y tradición
La procesión siguió su ruta tradicional, con parada en la ermita de San Roque y llegada a la plaza de España, donde cientos de personas la esperaban buscando la sombra. En la despedida, una nueva danza de Alfaro Baila y otra de los gigantes, seguida por muchas familias en la plaza.
Cumplida la tradición con los patronos, una paellada popular alimentaba el mediodía y abría la perspectiva de la tercera tarde y noche festivas, de nuevo con unas temperaturas extremadamente altas. Lo que no será óbice para que decenas de niños y niñas vivieran su segunda aventura de la mano de Gorgorito y para que jóvenes y mayores bailaran con la música.