Las olivas están ya en su última fase de maduración. JUSTO RODÍGUEZ

Una campaña olivarera para el optimismo

Algunos trujales de La Rioja iniciaron este lunes la recogida de la oliva para comenzar con la elaboración de aceite

César Álvarez

Logroño

Martes, 5 de noviembre 2024, 11:57

La campaña de la oliva acaba de recibir el pistoletazo de salida. La superficie agraria dedicada al olivar es una de la que más ha ... crecido en La Rioja durante las últimas décadas –prácticamente se ha triplicado en treinta años– y ocupa ya un porcentaje importante de la superficie regional pese a la ralentización del crecimiento en los últimos años.

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Después de dos campañas muy negativas (muy cortas en kilos) ahora, el olivar se enfrenta nuevamente a su examen anual porque está a punto de entregar su cosecha. Ayer, día 4 de noviembre, fue el día que algunos trujales de la región habían señalado como el de inicio de recogida de olivas, por lo que a partir de ahora, se irá extendiendo –progresivamente y según zonas– la recogidas de las olivas.

Las expectativas con las que el sector olivarero espera la cosecha de esta campaña son altas y, de momento, impera el optimismo. Este año –muy al contrario de lo que había ocurrido en los dos últimos ciclos– la climatología ha sido muy favorable. Ha llovido y se ha completado bien el ciclo vegetativo por lo que la carga de olivas es abundante en los árboles.

El único 'pero' que le ponen los agricultores al año climatológico es que –en algunas zonas– incluso ha llovido 'demasiado' en algunos momentos del tramo final de la maduración de la oliva y eso puede haber hecho que la fruta se llene de agua y el rendimiento sea más bajo del deseado.

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Javier Allo lleva cultivando olivos desde hace más de dos décadas en La Rioja Baja y considera que viene una cosecha «abundante en kilos» aunque habrá que esperar a ver los rendimientos.

La carga de olivas en los árboles es grande, pero las últimas lluvias han podido afectar al rendimiento

El año hidrológico ha favorecido que la cosecha se presente más abundante que en los últimos años

Él ha comenzado ya a coger algunas olivas en Aldeanueva de Ebro, «pero muy pocas aún», únicamente las que utiliza para la elaboración de aceites verdes. Es optimista, pero admite que el agricultor –y especialmente el olivarero– «vive en una constante montaña rusa» y en ese sentido reconoce también como viticultor «que el sector del vino, a pesar de los pesares, es más estable».

En cualquier caso, el número de hectáreas dedicadas a olivar crece cada año en La Rioja (aunque en los últimos, menos), por sus buenas rentabilidades y porque mucha gente cree que es un cultivo que no demanda mucho trabajo: «Creo que es un error pensar eso. Ahora, la forma tradicional de cultivo ha cambiado y es necesario ser muy profesional, especialmente desde que la rentabilidad la marcan los kilos de oliva» explica Allo, y apela a su propia experiencia para apoyar su tesis: «Llevo unos 25 años trabajando con olivos, y yo creo que hasta hace cuatro o cinco no he llegado a controlarlos bien. Hay gente que pìensa que los olivos se crían solos y yo no conozco ningún cultivo que funcione así». Según reconoce Allo, «la teoría dice una cosa, pero la práctica dice otra muy distinta. No es lo mismo cómo se trabaja en el Guadalquivir que aquí, con un clima mucho más extremo. Cuesta saber cómo hay que hacer las cosas».

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Por su parte, Ismael Olmos lleva menos tiempo dedicado al campo, pero desde que gestiona tanto los olivos de su familia como las de la familia de su mujer se ha juntado con algo más de 9 hectáreas de olivar en la zona de La Unión y Clavijo.

Olmos va a esperar todavía un par de semanas o quizá algo más a que sus olivas maduren –«si las recogemos ahora, el rendimiento no va a ser bueno, hay que esperar aunque el trujal abra ya»–, aunque en principio, también es optimista por lo que observa en el campo: «Este año se ven bien los olivos porque las lluvias han favorecido», señala, aunque la alegría no puede ser completa porque «el vendaval que hubo hace algunos días tiró muchas olivas al suelo que se han perdido» y luego que la humedad que ha sido buena a lo largo de todo el ciclo ya no lo es tanto ahora porque «como no hace frío, todavía hay mucha mosca que afecta al olivo y se ha tenido que tratar mucho más», afirma.

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Ismael Olmos reconoce que el olivar sí que parece ser un cultivo al alza, aunque también comenta que eso supondrá volver a la montaña rusa en el que viven constantemente: «En los últimos tiempos, el olivar, salvo algunas excepciones, ha sido un cultivo rentable y eso ha hecho que se plante más, pero el problema es que dentro de unos años, esos olivos comenzarán a dar olivas, y como aumentará la producción ya no se pagará tanto y dejará de ser rentable, por lo que estaremos en la situación contraria».

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