Vendimia de uva blanca, también escasa este 2024 Sonia Tercero

Vendimia 2024: la tormenta perfecta

Aún en plena recogida, la campaña, muy tranquila hasta hace apenas un mes, se ha convertido en una auténtica pesadilla para numerosos viticultores

Alberto Gil

Logroño

Sábado, 5 de octubre 2024, 13:33

´Las vamos a pasar más p... que en vendimias'. La sabiduría popular riojana alude con esta frase a las dificultades que conlleva la recolección ... de un fruto que, normalmente, llega tras el cambio de estaciones. No hay vendimia igual, pero lo de este año quedará en los libros. Al menos queda una semana más para acabar una campaña que hasta hace apenas un mes evolucionaba sobre ruedas desde el punto vegetativo y que se ha convertido en una auténtica pesadilla.

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La pésima rentabilidad. Muchos viticultores se echan las manos a la cabeza al ver su cuenta de explotación. Hay agricultores sin bodega para sus uvas, otros que ven cómo algunos de sus remolques no logran entrar en las tolvas por problemas sanitarios, pero casi todos perderán cantidades importantes de dinero por... trabajar. El tramo final de la campaña ha desvelado que había muy uva, mucha menos de la que todo el mundo pensaba. Las cartillas, el famoso papel del Consejo Regulador, permitía amparar hasta el 90% de uvas tintas y el 100% de blancas, pero son muchos los viticultores que se quedan en el 70%, el 60% e incluso menos. Dando por bueno que 70 céntimos se pueden estar pagando en muchos casos por kilo de uva tinta, y que quizás pudieran cubrir el coste de producción de un kilo en condiciones normales (90% de rendimiento), el resultado final de rentabilidad por explotación será mucho menor. Si en lugar de 5.850 kilos, entrego 4.000 por hectárea la cuenta de la explotación es roja.

La ineficaz Ley de la Cadena. Sigue ocupando titulares, incluso el debate político, pero si algo ha puesto de manifiesto esta campaña es que es ineficaz. El coste de producción es individual–con la famosa cláusula contractual en la que el que entrega las uvas firma que lo cubre al margen de lo que en realidad le paguen–, pero es que además muchos viticultores sabían de partida que, aunque podían amparar hasta el 90% por hectárea de uva tinta, no eran pocas las bodegas las que les había limitado las entradas a un 80%, un 70% o incluso menos. La Ley de la Cadena tiene en cuenta el coste medio por kilo de uva, no por hectárea, con lo que por mucho que te paguen los 70 céntimos si la bodega te admite menos cantidad, o si la cosecha es tan escasa como ésta, la rentabilidad real está en rojo.

Caso aparte es el de las cooperativas, cuando el 40% de los viticultores además están asociados. A ellas nos les afecta la ley, con lo que tampoco tienen que pagar por encima de costes a sus socios, pero tampoco cobran con garantía alguna por los graneles que venden a bodegas. De hecho, el mercado interno de vino del 2023 ha estado desplomado no, lo siguiente, con lo que las escasas operaciones que ha habido han sido a pérdidas, a mucha pérdida.

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Endiablado septiembre. En cuanto al ciclo vegetativo, venía perfecto. Ya se sabía que iba a haber poca uva, pero nadie imaginaba que sería tan poca. Una brotación limitada y corrimientos en floración ya dejaban claro que no sobrarían muchas uvas en general, pero, al final, el estrés al que la sequía y el calor sometieron a las cepas en las campañas 2022 y 2023, ha pasado factura. A partir del día 2 de septiembre empezó a llover. Varias rachas tormentosas en forma de DANA (días 2, 20 y 21 y, de remate, el pasado 2 de octubre) dejaron decenas de litros, no con la misma intensidad en todas las zonas, pero en un momento clave y apareció la botrytis. La sanidad ya era lo más determinante para el momento de vendimia y el estrés ha sido tremendo.

La locura. Con el riesgo sanitario como prioridad, la vendimia se solapó en todas las zonas y también por colores, blancas y tintas. La escasez de mano de obra, no había temporeros para cubrir todo el ámbito geográfico de vendimia al mismo tiempo, fue angustiosa. Las máquinas, para quien pudiera utilizarlas, tampoco daban abasto, con el riesgo además de que este tipo de vendimia no selecciona entre racimos o granos sanos y tocados por la botrytis.

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El cierre de vendimias. A la difícil recogida se ha sumado a última hora la decisión del Consejo Regulador de cerrar las vendimias por localidades, lo que dificulta, especialmente a la gente mayor y a quienes llevan la uva fuera de su municipio las entregas de uva. Se puede seguir vendimiando, pero hay que comunicarlo previamente y pesar en origen y destino si se va de un municipio a otro. Más incomodidad porque en zonas más tardías de Rioja Alta y algunas de Rioja Alavesa apenas se había empezado a cosechar. ¿Necesario? Parece que sí. La escasez de uvas deja mucho papel, cartillas, sin cubrir, lo que es la situación ideal para los oportunistas. Nadie quería uvas esta campaña al comenzar la vendimia pero, al no haberlas, se ha tensionado en cierta forma el mercado.

Ojo con el blanco. La merma productiva se produce tanto en tintas como en blancas. Levantar la cántara de tinto, aunque la cosecha sea muy corta –habrá que ver los números finales–, no será fácil porque ahí está el vino de añadas pasadas sin vender, especialmente de 2023, pero la fiebre por el blanco ya es una realidad. Comenzó pagándose el kilo por encima de la uva tinta, pero ahora mismo, con la importante merma productiva, hay bodegas buscando blanco como locas porque no hay producción suficiente. Así que, a ver qué pasa con el vino blanco y la cántara los próximos meses.

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