Lavado de cara para los puentes del Ebro
Infraestructuras. Mantible y Sagasta están de obras mientras que ya hay ofertas para intervenir en el de Hierro, una vez acabada la reforma del de Piedra
Ya se notan los primeros efectos de la intervención en el puente Sagasta, el último en incorporarse al panorama logroñés sobre el río Ebro, allá por 2003. La actuación para reparar sus desperfectos, fruto del paso del tiempo y de un mantenimiento más bien rácano, está en estos momentos en una de las pasarelas peatonales. Hay que actuar en multitud de frentes, desde las bases de los apoyos para evitar que entre agua en los estribos a los paramentos de hormigón, que tienen fisuras; desde el drenaje del tablero y el tratamiento a los tirantes y las barandillas de las pasarelas, arcos y celosías. Serán 473.394 euros en dos anualidades: 240.894 euros este año y 232.500 euros el ejercicio próximo.
Pero, a la vez, se está actuando en el que puede que fuera de los primeros puentes de la ciudad, el de Mantible, cuyo estado hace mucho que no permite la función principal de un puente, la de facilitar la comunicación entre las orillas. En su caso, se trata de recomponer el arco finalmente desplomado hace unos meses y de intentar salvar lo que queda. De momento la acción se ve poco porque se está en fase de señalización, habilitación de accesos y saneamiento de la zona, pero en unas semanas se colocará una estructura provisional para reconstruir la bóveda. Las obras, con un coste de 755.501 euros y un plazo de diez meses, buscarán consolidar la pila, reparar fisuras, colocar anclajes... para, por fin, reconstruir el arco colapsado.
Al Puente de Hierro le tocará en breve, aunque no será lo mismo que, cuando hace una década, se invirtieron más de dos millones de euros durante cerca de un año. Ahora serán 357.578 euros –algo menos porque las tres ofertas que ya se han recogido y se están estudiando casi seguro que rebajarán esta cifra– y bastarán tres meses. En el horizonte, la cesión de su gestión, ahora regional, al Ayuntamiento tantas veces mencionada. Algún día será. La reparación prevista, que se llevará a cabo durante tres meses, prevé actuaciones en sus tramos metálicos, pilas, superestructura y firmes. Para los tramos metálicos se plantea el saneado del acero; para las pilas, sobre todo, limpieza; y para la superestructura, la sustitución de tramos de barandilla corroída, la reposición de las juntas de dilatación y el arreglo de las aceras.
El Puente de Piedra está recién terminado (en febrero). Su reforma mantuvo el paso cerrado casi un año. Aún estamos como de estreno, cada festivo de lo que sea, con las luces de diferentes colores que se encienden bajo sus arcos. Para pagar los 900.000 euros largos que costó la obra, se contó con dinero del Gobierno de España porque el puente forma parte del Camino de Santiago, y la obra venía acompañada de la intervención en el camino de La Grajera, también Ruta Jacobea. La inauguración se produjo con ministro y placa.
El tercer puente fue construido en 1985 como parte de las obras de la nueva variante de la carretera N-111 de Medinaceli a Pamplona a su paso por Logroño, circunvalación este, actualmente denominada A-13. Su proyectista, Carlos Siegrist, cuenta en su haber otros puentes como el del Guadalquivir en Córdoba, construido a la vez que el de Logroño.
Si bien está gestionado por la Demarcación de Carreteras del Estado, el Ayuntamiento quiere que se realice una modificación que permita acceder al polígono Cantabria a pie y en bicicleta de forma segura. La conexión del polígono con el resto de la ciudad, para peatones y ciclistas, se está haciendo por las aceras de servicio de la A-13, a ambos lados del puente, lo que obliga a elegir de antemano una u otra dependiendo de a qué lado se quiera ir –desde la Universidad si se va a la zona oeste o desde la depuradora si el destino está en la zona este–. Hace unos meses, se abrió por debajo del puente, en la margen norte del río, una conexión ciclista entre la calle Pescadores, la avenida de Mendavia y Las Balsas. En aquel momento, desde el Consistorio se hablaba de solución parcial porque la completa solo podía darse con ese cambio en el puente.
Los peatones cuentan, además con la pasarela del parque del Ebro, construida en 1986 y que fue objeto de una rehabilitación importante –de 346.000 euros– en 2015 porque tampoco se le había hecho mucho mantenimiento. El repaso fue de abajo arriba. Hasta las farolas.
Y, del que iba a ser el quinto puente de Logroño, en la prolongación de la calle San Millán, nada se sabe pese a que formaba parte del Plan de Infraestructuras.
No ha habido Corporación que no haya querido integrar el Ebro en la ciudad, pero ahora buena parte de las iniciativas constructoras se ejecutan al otro lado del río. Los datos municipales apuntan a más de 1.800 residentes e incluso se están abriendo algunos negocios. Que los puentes funcionen para comunicar es clave.
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