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Miguel Herreros

La UD Logroñés se monta en el avión del profesionalismo

La plantilla ha volado desde Agoncillo esta mañana rumbo a Las Palmas

Víctor Soto

Logroño

Sábado, 3 de octubre 2020, 12:16

Adiós, autobús. Hola, vuelo chárter. La Unión Deportiva Logroñés ha descubierto una de las sensaciones aparejadas al ascenso de categoría. El fútbol profesional no sabe de bares de carretera ni incómodas horas en un asiento viendo pasar paisajes. Para ser un miembro de la élite del fútbol nacional, un miembro de pleno derecho de LaLiga, hay que subirse a un avión. Así lo manda también la institución que rige el fútbol profesional español, que recomienda que los viajes de más de 450 kilómetros se hagan en avión como medida preventiva.

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Miguel Herreros

En el caso de la UD Logroñés, hoy no había más remedio porque su rival es Las Palmas. Pero, en tiempos pretéritos, hubiese tocado ir a Madrid, apurar combinaciones y realizar desplazamientos propios de Phileas Fogg. Eso es pasado.

Esta mañana, a las 9.20 horas estaba programado un vuelo chárter desde el aeródromo de Agoncillo hacia Las Palmas. La UDL pisaba por fin el aeropuerto riojano y le daba un color blanquirrojo a un recinto habitualmente infrautilizado. La pasada semana el Castellón ya hizo uso de Agoncillo e, incluso, logró salir de él más allá de las 22.00 horas, un hito inédito hasta ahora (que se lo pregunten a los centenares de pasajeros desviados a lo largo de los años a otras instalaciones). No tendrá la misma suerte la expedición blanquirroja, que hará noche en Canarias (el encuentro finalizará sobre las 22.20, hora peninsular) y volverá el domingo.

Pero salir por la mañana de la capital riojana para recalar, a mediodía, en Canarias, descansar en el hotel (sin apenas contacto, todos encerrados en sus habitaciones) y salir al Gran Canaria a buscar la primera victoria de la historia de la UDL parecía cosa de ciencia ficción hace unos meses. Pero ya está aquí. La Unión Deportiva Logroñés se ha subido al avión del fútbol profesional. A ver si hay suerte y no llegan turbulencias.

Miguel Herreros

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