«Nos hemos quedado sin nada»
Vecinos de la mujer fallecida relatan situaciones de insalubridad en el inmueble y lamentan que se permita el alquiler en viviendas en mal estado
Las circunstancias de los vecinos del inmueble de la calle La Estrella 18, sobre el que se desprendió parte del tejado el lunes, son ... similares a las de los residentes del número 18 de la calle San Andrés, que sufrió un derrumbe parcial el 19 de agosto. Los dos son edificios antiguos, con daños estructurales, cuyos propietarios alquilan a personas con rentas bajas o en situación de vulnerabilidad.
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Es el caso de Rocío Heredia, quien hace un meses se estableció en el 18 de la calle La Estrella, junto a su marido y sus dos hijos. «Vinimos aquí porque en Andalucía no hay trabajo y aquí mi marido podía trabajar en el campo», contaba ayer junto a la puerta del bajo del edificio, marcada por el humo de los dos incendios que también ha sufrido. Rocío y su marido pagan al propietario, un ciudadano marroquí, «280 euros, más la luz». No es mucho en comparación con el precio de los alquileres de viviendas ubicadas en zonas con mejores condiciones de habitabilidad de la ciudad, que pueden rondar entre los 450 y 700 euros.
A pesar de ello Rocío lamenta que se permita a los dueños de propiedades en mal estado obtener un beneficio económico con los alquileres. «El jefe de ellos ( de la mujer fallecida y sus compañeros), el dueño de mi casa y el del tercero saben cómo está el edificio y que no está en condiciones para vivir», sostiene esta vecina, que asegura que antes de entrar a vivir no sabía en qué situación estaba realmente el resto del inmueble. «Cuando uno no es de aquí, tampoco sabe en qué condiciones están las casas», afirma.
De su relato se deduce además que las condiciones de salubridad no eran buenas. «Mi casa está bien, pero tenemos 'bichos'», dice mostrando una gran cantidad de picotazos en sus brazos, que podrían ser debidos a la presencia de pulgas. Habla también de malos olores. «No podía abrir la ventana del salón. Mi marido ha tenido que echar lejía por todo el bloque porque olía muy mal», explica Rocío, que ha sido realojada junto al resto de su familia en el Hostal Gala.
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Todavía ayer se le erizaba la piel al recordar lo ocurrido sobre las seis de la tarde del día anterior. «Estaba echándome la siesta y de repente escuché gritar a mi vecina del tercero: ¡Se ha muerto! ¡Se ha caído el techo!», decía. Fue entonces «cuando desperté a mi marido y escuché a la Policía decir que había que llamar a los bomberos. Entonces salimos corriendo de la casa, íbamos descalzos con los niños...», contaba preocupada por su situación tras el desalojo. «Hasta el día 1 de septiembre estaremos en el hotel, pero a partir de ese día ya no sé», decía.
Los técnicos municipales deberán valorar en qué situación se encuentra ahora el inmueble, que no estaba declarado en ruina. Una declaración, por cierto, con la que sí cuenta la vivienda de al lado, en el número 20. «Hace unos meses se hundió por atrás, pero como no afectaba a la calle no se ha hecho nada», apuntaba sobre esta edificación Mireia, inquilina desde hace tres años, junto a su marido, en una vivienda la tercera planta. «Nos hemos quedado en la calle, sin nada. Yo tengo toda mi vida arriba y sólo he podido sacar dos ropas y a mis animales, un perro y varios gatos», decía angustiada. Y es que ésta es la segunda vez que vive una tragedia así. «Me pasó lo mismo en la calle Alforín», recordaba esta mujer, nacida, como su marido, en el País Vasco.
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