Cuando el mérito lleva nombre de mujer
8M ·
La empresa Dolmar fue levantada desde la nada por Dolores Soto y Mariano Fernández en el año 1992, pero tras el fallecimiento de este último, fue Loli, como todo el mundo la conoce en Haro, quién sacó adelante la empresa, no sin mucho esfuerzo. Ahora, 28 años después, es la segunda generación familiar la que administra la compañía Dolmar Productos Enológicos, que tuvo otro hito con la creación en el 2008 de Laboratorio Dolmar.
Ambas empresas decidieron que de su dirección se ocuparan las personas más capacitadas para esa gestión, con la coincidencia de que en ambos casos son mujeres. Así son los valores inculcados y transmitidos de generación en generación en la familia Fernández Soto.
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En total, son 27 los trabajadores que acuden cada día a su puesto de trabajo, ya sea en Dolmar Productos Enológicos, o en Laboratorio Dolmar, con la peculiaridad de que 14 integrantes de esas plantilla son mujeres, frente a una nómina masculina de 13 miembros. A ellas se suman Maite Pérez y Ana Otero, gerentes de ambas compañías, respectivamente. Esta ecuanimidad de género es la marca del éxito de Dolmar. «Aquí no se mira una foto o unas iniciales. Aquí se mira la capacidad de las personas», señalan al unísono desde ambas empresas explicando una de las claves de su cultura empresarial.
Otra característica de la 'casa Dolmar' es que su plantilla está compuesta mayoritariamente por científicas. «Dolmar es un ejemplo de integración y conciliación», afirman las trabajadoras, que no ocultan la gran distancia que sigue existiendo entre hombres y mujeres en el mundo laboral. «A mí me han rechazado por ser mujer», «seguimos viendo en ofertas de trabajo las palabras se busca hombre», son algunos de los testimonios que expresan sus empleadas. «En el mundo bodeguero nos siguen viendo como el eslabón más débil, y creen que no podemos hacer el mismo trabajo que un hombre, y no es así», declara otra compañera.
Conciliación y flexibilidad
En la misma línea, critican comportamientos como que un gerente no suba el sueldo a una trabajadora por el mero hecho de quedarse embarazada, o que se produzcan otros hechos como que una mujer no contrate a otra ante la posibilidad de quedarse encinta.
La conciliación laboral y personal es algo que las trabajadoras de Dolmar pueden combinar de forma satisfactoria. El horario continuo y la flexibilidad que la empresa ofrece permite a las protagonistas poder hacerlo. «En Dolmar no se mide el trabajo por las horas que estés en el trabajo, sino por la rentabilidad del tiempo que estés trabajando», indica una de las directoras de Dolmar, que resume así el problema: «cuantas más mujeres estemos en puestos de responsabilidad, esa diferencia o brecha social entre hombre y mujer en las empresas se verá reducida».
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