Disparos en la cocina
Redes sociales. A partir de la tradición, la riojana Laura Sacristán triunfa en las redes con @shoothecook y sus recetas «rápidas, ligeras y sabrosas»
ELENA JIMÉNEZ MARTÍN/T. R.
Lunes, 16 de agosto 2021, 02:00
Desarrollando su propio concepto de «cocina infinita», Laura Sacristán (Tricio, 1990) pasó su infancia endiosando el momento de la merienda. El chorizo era el ingrediente ... a combinar con cualquier cosa, el placer culpable (el 'guilty pleasure', que dicen en inglés), zamparse a mordiscos costillas adobadas y el pequeño secreto entre abuela-nieta, un bocatita de chorizo escaldado. Ni las nocillas ni las coca-colas contaminadas de azúcar hacían que su paladar salivase en ese momento único donde le permitían creerse cocinera y echar a volar su imaginación. «Yo creo que ya era un poco 'realfooder' desde pequeña», afirma ahora entre risas.
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Eso del 'realfooding' –la comida real– suena diferente según a quién se le plantee: desde a un cocido de lentejas hasta a un crujiente de acelgas, queso feta y boniato. Lo cierto es que ambas recetas tienen cabida en ese movimiento que Sacristán predica en su proyecto cibernético @shoothecook. El nombre, guiño a una traducción polisémica e idea de una amiga irlandesa, se duplica en todas las redes sociales que emplea, aunque la que más usa en la actualidad es Instagram, donde cuenta con casi 30.000 seguidores.
El nombre es un juego entre el disparo (shoot) a un cocinero y un disparo (fotográfico) a la cocina. Así, la 'influencer', 'instagramer', 'foodie' –o cualquiera de los otros nombres que se emplean para referirse a los cocineros de la red– aúna en su cocina virtual toda su formación, que no es poca.
«Mientras un paquete de bollería valga menos que un brócoli seguiremos teniendo un problema»
Allá por la era del blog...
En Zaragoza estudió el Grado de Ingeniería en Diseño Industrial y Desarrollo de Producto. Fue en ese momento, acompañada de la sensación de libertad de abandonar el nido parental y trasladarse al piso de estudiantes cuando, por primera vez, rechazó los tuppers de su madre y aceptó que lo que le apetecía era experimentar con la comida fuera del horario de aperitivo tardío.
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El sentimiento de independencia y el deseo de no probar bocado de casa se acrecentó, aún más, tras marcharse con una beca de tres meses —que luego se alargó a tres años— a Irlanda. «Tenía un trabajo que me permitía tener las tardes libres, así que empecé a ir a cursos de cocina y de fotografía. Mis jefes me daban muchísima libertad y eso fue un impulso para abrir mi propio blog –la comunicación que se llevaba por aquel entonces en Internet– en 2016. Además, me di cuenta de que allí iban más avanzados en lo de la alimentación saludable. Como no tienen gastronomía propia, están muy abiertos a tener restaurantes de todas las partes del mundo. Lo quería probar todo», cuenta.
Los 'influencers' también buscan ganarse el sueldo
Junto a @shoothecook, Laura Sacristán trabaja como creadora de contenidos para otras empresas. Entre ellas, y desde hace un año, colabora con la cuenta @realfooding de Carlos Ríos, nutricionista y cara visible de la corriente 'comida real'. «En las redes, lo único que se puede hacer para sacarte el sueldo son los contenido patrocinados u ofrecer tus servicios a las empresas. Al final, lo que preparo para ellas va en línea con lo que defiendo». De esta forma, al igual que en su proyecto, trata de mostrar productos sostenibles, asequibles y diferentes porque, según dice, «freír una pechuga sabemos todos».
A partir de ahí, el quebradero de cabeza fue cómo poder monetizar el blog. Después de noches estudiando cocina en Barcelona mientras trabajaba a distancia en el estudio de diseño irlandés, probó trabajando en hoteles de lujo, en restaurantes de a pie y en cocina de eventos. «Salí de eso por el horario, las condiciones y porque no era tan creativo como estar en casa y poder crear al día cuantas recetas quieras», explica.
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Adaptando la tradición
Sacristán, que no se apura en comer (y contar) si un día cena asado y vino con amigos, trata de mostrar en el día a día un tipo de cocina orientada, sobre todo, a la generación de lo rápido y del no tengo tiempo.
Con un público entre los 25 y los 40 años, adapta sus recetas a una fórmula de cocina que parece (casi) improbable: «La alimentación tradicional elige el producto de calidad, aprovecha la materia prima. Lo que se intenta, a partir de ahí, es ofrecer una alimentación adaptada a un tiempo en el que se quiere comer saludable, pero no pasar mucho tiempo en la cocina. Para no perder ese producto local debemos enseñar esta nueva cocina más rápida, más ligera e igual de sabrosa. Si no, no repites. No obstante, mientras un paquete de bollería valga menos que un brócoli seguiremos teniendo un problema».
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Conocida en el pueblo de poco más de 400 habitantes como «la chica de los platos saludables», la 'influencer', aunque vive en Barcelona reivindica sus raíces riojanas y vuelve a ellas cada vez que regresa a la tierra. En muchas ocasiones, los ingredientes con los que cocina son de cosecha propia: «Cuando bajo a la huerta soy feliz. Oír a mis amigas decir que en verano comen tres veces a la semana caparrón verde con patatas y pisto me parece una suerte». Incluso, una vez, hace algún tiempo, organizó un taller con los vecinos para ver qué aceptación tenía su cocina.
Así, en una confianza productor-usuario en la que parece no haber distancias, Sacristán no distingue entre Internet y el boca-oreja: «Cuando han probado tres recetas tuyas y les han funcionado confían en ti. Pasa lo mismo con la gente cercana. Cuando les gusta lo que cocinas y les explicas por qué comes así te escriben para consultarte, cuando antes igual no lo hacían».
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