Ibou Diagne Fall, compañero de piso de Mari, delante del inmueble en el que vivían junto a otras cuatro personas.
Calahorra

«Estamos todos destrozados. Ninguno de los cinco hemos podido dormir»

«Era muy buena. Nunca discutía con nadie y nos preparaba el café», destaca un compañero de piso de Mari

Isabel Álvarez

Calahorra

Miércoles, 30 de agosto 2023, 07:27

Mari vivía en una habitación, con cerradura, en un piso compartido con cinco hombres. Ellos, además de compañeros de trabajo, eran como parte de ... su familia en Calahorra. «Era una persona muy buena, nunca discutía con nadie y trabajaba muy bien», la recordaba ayer Ibou Diagne Fall, uno de sus compañeros de piso, natural de Senegal, visiblemente afectado por el suceso. «Siempre se levantaba a las cuatro de la mañana y nos preparaba el café antes de marcharnos a trabajar», relataba Ibou, que asegura que la última vez que vio a Mari fue antes del fin de semana: «Desde el viernes estábamos sin ir a trabajar, porque no había cajas para recoger la pera y la manzana. El viernes la vi comprando alitas de pollo en el matadero de Calatayud (empresa avícola)».

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Ya el lunes, ante la extrañeza de no haberse presentado al trabajo, Ibou y el resto de inquilinos del piso intentaron ponerse en contacto con la fallecida. «Otro compañero le había llamado al móvil y no lo cogía, tampoco al WhatsApp, así que con una tijera consiguió abrir la puerta y al ver lo que había pasado llamó al 112», explicaba Ibou, quien lleva tres años viviendo en el número 18 de la calle La Estrella. «Mari llevaba allí como unos 15 años. Vino como yo de Zaragoza, donde vive su hermana y sus dos hijos», añadía.

El edificio en el que ocurrió el derrumbe del tejado pertenece, tal y como explicaron los vecinos a este periódico, a tres propietarios. El dueño del segundo piso es un ciudadano portugués, sobre el que recae una orden de alejamiento por la cual no puede permanecer en Calahorra. Esta persona sería además el dueño de la empresa a través de la cual son contratados los inquilinos de la vivienda para trabajar en el campo.

«El jefe nos ha dicho que podemos a ir a una casa que tiene en Logroño», indicaba Ibou, al tiempo que precisaba que toda la cuadrilla contaba con «un contrato de trabajo». «Estamos todos destrozados. Ninguno de los cinco hemos podido dormir», terminaba entre lágrimas.

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