«Sin las vacunas, la sexta ola, de una magnitud descomunal, habría sido la peor de todas»
Pello Latasa Zamalloa | Director general de Salud Pública ·
«Esta pandemia y este virus nos están enseñando que menos lo esperable hace de todo», admite el expertoR. G. LASTRA
Logroño.
Lunes, 14 de febrero 2022, 01:00
Llegó a La Rioja, procedente del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) que dirige Fernando Simón, en septiembre de 2020 para ... relevar a Enrique Ramalle al frente de la Dirección General de Salud Pública y desde entonces no ha conocido tregua alguna. Pello Latasa Zamalloa (San Sebastián, 1986) ha afrontado las cinco últimas embestidas de una pandemia sobre la que admite que «menos lo esperable hace de todo». Quizá por ello elude augurar el futuro inmediato tras una brutal sexta ola que parece quedar ya atrás.
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– ¿Es esta ola, con su disparatada explosión de contagios, la de la ratificación de los beneficios de las vacunas frente al COVID?
– Hay que esperar un poco más de tiempo y tener la información bien consolidada para poder afirmar las cosas de forma fehaciente, pero sin duda esta ola habría sido muy diferente sin la exitosa campaña de vacunación que hemos tenido. Es cierto que la propia variante Ómicron es un poco más leve que las anteriores, pero a esto también se le ha sumado la reducción de la vulnerabilidad de la población a padecer formas graves de la enfermedad que ha supuesto la protección de la vacuna.
«En esta ola han cambiado las magnitudes de los indicadores y lo que estos nos dicen; la misma tasa no significa ya lo mismo»
TASAS E INCIDENCIAS
– ¿Qué hubiese sido de nosotros con la embestida de Ómicron sin las vacunas?
– Por la magnitud que ha tenido habría sido probablemente la peor porque, aunque la variante intrínsecamente tiene menor virulencia y produce menos formas graves, su magnitud ha sido descomunal. No hay más que ver lo que pasa en otros países con coberturas vacunales más bajas, que están sometidos a la presión asistencial y a una mortalidad muy preocupantes.
– ¿Se ha alcanzado ya el pico de la curva? ¿Es ya real la radiografía que se obtiene de los datos o hay todavía retrasos en la consolidación de las estadísticas?
– Hay varias cuestiones. La primera es que los datos son los que son y no podemos cambiarlos porque debido a la magnitud de la ola hubo que modificar la relación de la ciudadanía con las pruebas diagnósticas e introducir los autotest, lo que ha afectado a las estadísticas y que haya cosas que no veamos porque habrá positivos que no se han notificado. Pero además del cambio en las magnitudes de los indicadores, hay que entender también lo que los propios indicadores nos están diciendo. Tenemos que reconfigurar todo el esquema de marcadores para entender mejor a partir de esta sexta ola qué es lo que está pasando, porque aunque el indicador sea igual ya no significa lo mismo que en las olas anteriores. Tenemos que reinterpretarlos y aprender a utilizarlos para poder gestionar la pandemia en esta nueva fase que empezará cuando acabe esta sexta ola que, efectivamente, estamos dejando ya atrás.
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«La clave va a ser escuchar la música y bailar al son, pero preparados y en alerta porque no conocemos la canción»
FUTURO PANDÉMICO
– ¿Se atreve a pronosticar cuánto tiempo deberá de pasar hasta que la región recupere las tasas de octubre, cuando rozamos la nueva normalidad? ¿Será un descenso rápido?
– Es complicado decirlo por varias cuestiones. La primera, porque hemos visto que la movilidad influye muchísimo y, posiblemente, en los periodos que aumente ésta, ahora enseguida por Carnaval y Semana Santa, volverá a aumentar la transmisión. Tampoco sabemos todavía dónde nos dejará esta sexta ola el suelo, si lo situará en la misma incidencia que antes o será más alta o más baja. Con toda la gente que se ha infectado ahora, igual la incidencia baja más y tiende a cero, que sería lo esperable, pero desde luego esta pandemia y este virus nos están enseñando que menos lo esperable hace de todo.
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– ¿Teme nuevas olas de dimensiones similares a las seis ya sufridas o que sean más leves?
– Es muy difícil, porque sobre todo dependerá de la emergencia de nuevas variantes y lo que estamos viendo es que la propia naturaleza global de la pandemia nos ha enseñado que lo que pase en cualquier rincón del mundo nos afecta directamente. En un escenario global con una campaña de vacunación bien desarrollada la pandemia podría entrar en una fase más predecible, pero mientras tanto los picos de contagio que puedan ocurrir en cualquier lugar del planeta nos afectarán.
Vacunación con confianza
– Las restricciones regionales han desaparecido ya y quedan mascarilla, distancia y vacunación. ¿Será suficiente?
– Pues esperemos que sí, pero siempre hemos dicho que lo que tenemos que hacer es ir adecuando las medidas de control al nivel de riesgo en el que nos encontremos, pero como decía antes los indicadores que llevamos controlando desde el inicio de la pandemia ahora nos dicen cosas diferentes, con lo que tenemos que reinterpretar también los riesgos para adecuar las intervenciones y que sean más proporcionales.
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– ¿Qué más se puede hacer para atraer a los no vacunados?
– Tenemos que reconocer una cosa, que tener dudas es razonable, pero lo importante es saber gestionarlas, buscar la información y preguntar a los sanitarios de referencia, enfermeras, médicos y farmacéuticos, aclarar todas las dudas y acudir con confianza a vacunarse porque es una herramienta que está viéndose fundamental. La gente debe saber que, si quiere ayudar a los sanitarios, que se han dejado la piel, lo mejor es que se vacunen porque eso reduce sus posibilidades de que acaben requiriendo un ingreso hospitalario o unos cuidados intensivos en caso de infectarse.
– Hay quien habla de gripalizar la pandemia, ¿no es pronto?
– Por explicarlo fácil, creo que la clave va a pasar por saber escuchar la música y bailar al son. Si la melodía nos dice que la cosa se está ralentizando, podemos danzar más tranquilos, pero preparados porque no conocemos la canción ni cómo va a ser la siguiente parte. Hay que mantener un cierto nivel de alerta, pero hay que ocuparse también de desarrollar las capacidades para poder responder a esos cambios en el ritmo. Posiblemente la experiencia que tenemos con la vigilancia y el control de otras infecciones respiratorias, como la gripe, nos sean de utilidad para aplicar ese modelo a esta enfermedad, pero, insisto, estando siempre preparados para cambiar el ritmo del baile: gripalizarlo cuando se pueda gripalizar y covidizarlo cuando se deba.
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