La UD Logroñés gana en la derrota

Cánticos como si la UD Logroñés hubiera eliminado a la Real Sociedad y ahora mismo estuviera en octavos de final de la Copa del Rey. No, la UDL perdió este miércoles y dijo adiós al torneo del KO. La Real Sociedad ganó por la mínima con un gol de Navarro, pero si hubiera necesitado un marcador más amplio lo habría logrado. Sin embargo, el resultado no era el gran protagonista de un día que amaneció con el club enseñando su ciudad deportiva de Valdegastea a aficionados y no aficionados y continuó llenando prácticamente el campo al contar con 15.231 espectadores. Por eso, el día fue histórico. Si hubiera eliminado a la Real hubiese sido, además, épico.

La UD Logroñés sale victoriosa de su derrota más dulce, como en su momento lo fueron las vividas ante el Valencia, por dos veces, y frente al Sevilla. La cabeza dice que la Liga es lo importante, pero la Copa va unida al corazón. Y el fútbol es cabeza y corazón. Por este orden. Así, cabeza y corazón deberán recuperarse de las emociones y del cansancio que deja la Real Sociedad a su paso por Las Gaunas.

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Natxo González flirteó con el once que bien pudiera jugar en el torneo de la regularidad. Quería que todo saliera perfecto; anhelaba dar una alegría a un afición entregada y sufridora; deseaba convertir la histórica noche en épica. Solo un milagro podía conseguirlo y puestos a pedir uno, mejor para la Liga, Lo que sí deja la noche es una fecha para el recuerdo. Lleno en Las Gaunas. Algunas butacas vacías, pero más público en vomitorios y pasillos. Lleno, salvo para los más quisquillosos.

La UD Logroñés salió sin medir al rival y aunque éste necesitó un minuto para asomarse a los metros de la verdad, los blanquirrojos apelaron a la velocidad por banda con Menudo, que provocó el primer saque de esquina, y de Zourdine. Llegaban, pero no en superioridad. No le importó al once vasco ceder el balón por un momento. Los números revelan los problemas ofensivos de los locales y los números son públicos. La Real era peligrosa cuando unía a Illarramendi, Merino y Brais Méndez. Les costó entrar en el partido, pero cuando ligaban, el balón se movía a una velocidad endiablada. Sorloth, el único punta, se convertía en una pesadilla. Advertía al cuarto de hora con un disparo que no fue gol por centímetros y perseveraba en su intentó, aunque fue Navarro el que rompió el sueño local al superar a Gonzalo con un disparo cruzado tras ganar el espacio a la espalda de Campins Y Cristian. El sueño había durado poco más de media hora, pero había merecido la pena. Quedaba mucho. Para gozar, porque no había lugar para el sufrimiento.

Tiempo para el bocadillo. El partido en sí era un regreso al pasado, a aquel glorioso tiempo en el que lo que se estaba viviendo en directo era casi lo habitual cada quince días en el desaparecido Las Gaunas. Quizá no con tanto público, pero sí tremendamente ruidoso. Sin embargo, para muchos aficionados, los más jóvenes, era todo nuevo. Era su debut en un partido como ese. Por eso la grada más ruidosa no se rindió. Era la primera vez que venían un partido así, con todos esos ingredientes.

Vivir la fiesta. El encuentro en sí careció de interés tras el descanso. La Real Sociedad reapareció para firmar un monólogo de cuarenta y cinco minutos. Manejó el balón, el tiempo y, por supuesto, pudo aumentar su cuenta realizadora si Merino no se hubiera encontrado por dos veces con Gonzalo. No era necesario. La UD Logroñés tampoco daba sensación de poder empatar el partido. Todos contentos. Unos, por el triunfo, que era su obligación; y los otros por pelear hasta el último suspiro e ilusionar a su afición con argumentos y nombres propios como el de Jorge Martínez-Losa, que volvió a jugar tras once meses sin hacerlo... y se lesionó en su tobillo izquierdo. Lo dicho, todos contentos, aunque quien más quien menos se fue pensando en el Barça B. Ese resultado sí es importante.