En La Rioja, las conservas tienen una presencia notable tanto en las mesas como incluso en la propia economía regional, pero siempre están ligadas a ... las verduras y hortalizas (o incluso alguna fruta) que se cultivan en los campos de la región. Sin embargo, no existe una cultura del 'laterío', un término que se acuñó hace algunos años para denominar a las latas de conserva. En La Rioja, no es habitual recurrir a él ni para el aperitivo, ni mucho menos para 'armar' una comida o una cena con estos productos.
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Sin embargo, en septiembre de 2019 abrió, en la calle María Teresa Gil de Gárate, Espacio Odisea, un local que presume del primero –y casi único– que ha hecho de las conservas en lata de la máxima calidad su estandarte.
El origen de las latas de conserva parece estar a principios del siglo XIX, cuando el inglés Peter Durand evolucionó el sistema 'inventado' unos años antes de las conservas en botes de cristal hervidos, y patentó las latas de hojalata. La guerra mundial, años después, extendió su utilización.
Actualmente Francia ha adquirido relevancia con la conservación de sopas, caldos e incluso platos de caza en lata. En Portugal son las conservas de pescado y marisco las más populares, siendo las más famosas las de Aveiro. En España son especialmente reconocidas las de Andalucía, con –por ejemplo– las distintas conservas del atún de almadraba.
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De todas ellas y de muchas más se puede dar buena cuenta en el logroñés Espacio Odisea. Susana Miranda, la responsable del establecimiento, señala que «parece que sólo hay mejillones en lata, pero hay muchas más cosas», comenta. Incluso la carne se comercializa también enlatada. «Nosotros disponemos de conservas de Pulled Pork, Pastrami u Oreja a Feira».
Muchas de las conservas que se sirven en Odisea han sido testadas por los responsables del local en el lugar de producción para asegurar la calidad y comprobar el proceso. «Hemos acudido a Aveiro y otros lugares del mundo a ver y comprar conservas. En otros casos, el 'encuentro' ha sido casual, porque por ejemplo, en una ocasión durante un viaje a Marruecos vi en un mercado un puesto donde se vendían conservas. Compré muchas y leyendo las etiquetas vi, y luego me lo corroboró el vendedor, que eran las mismas que yo había comprado en Aveiro, porque el pescado lo mandan de Marruecos a Portugal», comenta Susana Miranda, quien explica también que las conservas tienen su propia cultura. «Por ejemplo, el mejillón siempre se come con palillo y en la propia lata; el berberecho, por contra, se sirve en plato con su jugo porque es lo que ha generado el propio marisco no es malo y no hay que tirarlo porque es el agua de la cocción y el propio caldo», apunta la responsable de Odisea. «Otro de los errores que se suelen cometer es comer el laterío con pan. La patata frita es el pan de las conservas en lata, por eso, nosotros tenemos de diferentes tipos de patata frita gallega, para adaptarnos a cada una de las conservas», señala.
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Todo un mundo
El laterío ha generado a su alrededor todo un mundo en el que ha emergido la figura del 'catalatas' para analizar esos productos que cada vez están más presentes en la gastronomía. «Hay restaurantes que elaboran sus ceviches contando, por ejemplo, con berberechos en lata de la más alta calidad.
E incluso existen también opciones no sólo para celíacos (la mayoría salvo alguna muy concreta incluyen gluten en su salsa) sino también veganas, como las españolas elaboradas a partir de algas marinas.
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Y para los más 'raritos' incluso existen las conservas en las que la sardina no tiene ni piel ni espina.
Conservas gourmet y complejas recetas enlatadas
Lejos de la simplicidad de las recetas de las conservas de antaño (que prácticamente limitaban su consumo a los bocadillos de sardina y alguna rara ocasión más), ahora las nuevas tendencias acuden a la más alta gastronomía para perpetuarla en lata.
En Espacio Odisea, algunas de las conservas que más éxito tienen son las latas portuguesas de lomos de atún, aceituna negra y algas; filetes de caballa con curry y pimiento malagueta;lomo de atún con naranja y canela (que marida a la perfección con un vermú riojano) o los lomos de atún con tomate seco.
Y es que el paladar de los riojanos cada vez se va haciendo más y mejor a este tipo de gastronomía, más habitual en otras ciudades, pero que en La Rioja no tiene precedentes.
El mejillón también es todo un clásico en el mundo de las latas de conserva y por ello, la variedad es enorme: a la vinagreta, de roca, picante, en escabeche ahumado, al vapor...
El laterío se ha extendido tanto que incluso el vino o las patatas fritas se pueden disfrutar en lata si se acude a un establecimiento especializado como Odisea, tanto es así que su propietaria, Susana Miranda, bromea con que «en Odisea, te dan la lata» y es que la oferta se puede consumir en la barra o llevar a casa.
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