Fabio Jiménez, junto a la Colegiata de Alfaro, su ciudad natal. JESÚS RUBIO
Fabio Jiménez | Novillero de Alfaro

«Los toros matan, sí, pero el toreo me da la vida»

A sus 18 años, el joven lleva dos temporadas toreando novilladas sin picadores y este mes tiene cerrados ya ocho festejos

Miércoles, 4 de agosto 2021, 02:00

Tenía 14 años cuando hizo las maletas y dejó atrás su vida en Alfaro para poner rumbo a Salamanca. Solo. En plena adolescencia. 500 kilómetros ... en busca de un futuro. Con el equipaje lleno de sueños. En tierras riojanas le pellizcó fuerte el querer ser torero, cuando por aquel entonces probaba suerte sobre el césped de un campo de fútbol, y en la escuela taurina salmantina le esperaba la oportunidad de dar forma a esos sueños y convertir las ilusiones todavía frágiles en una realidad. Fabio Jiménez tiene ahora 18 años. Lleva dos temporadas toreando novilladas sin picadores, plasmando sobre el albero de muchos pueblecitos de España esos lances y muletazos que sueña desde bien pequeño. Aunque la pandemia ha cambiado, por el momento, la esencia de la vida, el toreo sigue escondiendo ese misterio único e inquebrantable por el que jóvenes como Fabio están dispuestos a dar su vida. Este domingo comienza su temporada 2021.

Publicidad

– ¿Cómo se encuentra?

– Preparado, muy ilusionado y con ganas de que se vea reflejado en el ruedo todo el trabajo realizado durante estos meses.

– El 8 de agosto comienza la temporada en Ledesma, ¿cómo se presenta el ciclo?

– Por el momento, este mes tengo ya cerrados 8 festejos. Va a ser una temporada importante, es mi segunda sin picadores, y tengo que estar a la altura de cara a mi debut con los del castoreño. Torearé unas 15 novilladas.

– ¿Tiene fecha?

– No. Dependiendo de cómo transcurra la temporada decidiré si debutar el año que viene o en 2023. Hacerse planes en el toreo no vale para nada.

– ¿De dónde le viene la pasión por el toro?

Publicidad

– Mi padre es aficionado práctico y en casa siempre he visto toros. Una vez le acompañé al campo y en ese momento me picó el gusanillo. Así que decidí marcharme a Salamanca, a los 14 años, porque a esa edad ya puedes torear en público. Tomé la decisión asumiendo todas las consecuencias. Ahora lo pienso y es una locura. Llegué sin conocer a nadie, en busca de un sueño. Y hasta ahora, que tengo 18 años, y allí sigo preparándome e intentando abrirme un camino en este mundo tan difícil.

– ¿Cree que a la juventud de hoy le falta valentía para cumplir los sueños?

– A la gente le falta valentía, sinceridad y pureza. Al final solo tenemos una vida. Sería una ridiculez dejarla pasar sin perseguir tus sueños y lo que te hace feliz. Desde pequeño supe que el toreo es lo que a mí me hace feliz.

Publicidad

– Abandonó el fútbol a los 13 años. Lo normal es soñar con ser Messi o Cristiano. ¿Qué tiene de especial el toreo?

– Es muy difícil de explicar. Alguien que no se ha puesto delante de un animal y lo ha sentido, no lo entiende. Es como una droga, que siempre quieres más e intentar ser mejor. Son una serie de inquietudes que necesitamos expresar delante de un toro.

– ¿Se torea por dinero?

– Sin vocación es imposible. Por lo menos, en mi caso, si yo no tuviese la pasión que tengo por el toreo, por mejorar cada día y por seguir buscando en mi interior, solo por dinero no podría ponerme delante de un toro.

Publicidad

– ¿Uno está realmente dispuesto a dar su vida?

– La muerte sé que está ahí, que existe el peligro, todos la tenemos en la cabeza, pero no es algo en lo que piense, porque me volvería loco. Los toros matan, sí, pero el toreo me da la vida. Si un toro acaba con mi vida en una plaza no me importaría. Yo sin el toreo no podría vivir y estoy dispuesto a asumir ese riesgo.

– ¿Qué es para usted un toro?

– Lo es todo. Un compañero con el que te tienes que aliar para formar una obra artística, que te puede llevar a tocar el cielo y amargarte al mismo tiempo. Un animal que te lo puede dar todo y a la vez quitártelo. Yo, por ejemplo, el toreo no lo entiendo como una batalla, por lo que no considero al toro un enemigo.

Publicidad

– ¿Y el toreo?

– Una obra artística que hay que hacerla despacio y con pureza. También como una fiesta del pueblo, como un ritual en el que un hombre crea arte con un toro bravo que sale sin saber embestir y que tú tienes que enseñarle.

– ¿Cómo se lo tomaron en casa cuando decidió ser torero?

– Al principio, mis padres me lo intentaron quitar de la cabeza, como haría yo con mis hijos si algún día tengo, pero una vez que lo decidí seriamente, me apoyaron como padres que son, porque ven que esto es tu vida.

Noticia Patrocinada

– ¿Se puede ser torero y a la vez hacer las cosas propias de la juventud?

– Hay tiempo para todo, aunque hay que renunciar a mucho. Se puede salir a tomar unas copas con los amigos, pero al final en esta profesión hay que estar las 24 horas. Lo duro, para mí, sería no torear e irme de fiesta. Lo que me hace feliz no es estar en un bar tomando algo con mis amigos, sino torear.

– ¿Qué toreros le influyen?

– Cada uno tiene unas cualidades, pero destacaría el valor de José Tomás, la torería de Morante, la pureza de Urdiales, la improvisación de Talavante, el arrojo de Cayetano y la clase de Manzanares, por ejemplo.

Publicidad

– ¿Y cuál es el adjetivo que define a Fabio Jiménez?

– De momento, siendo un novillero sin picadores, creo que la verdad y la pureza es lo que más importa.

– ¿Cómo es su preparación?

– Cada día corremos entre 8 y 9 kilómetros, toreamos de salón hasta la hora de comer, luego volvemos a torear de nuevo de salón y por la noche caminamos. Otras tardes las complementamos viendo corridas de toros o aprovechamos para charlar con la gente del toro, que es muy importante.

– ¿Qué formación se imparte en la Escuela Taurina?

– Todos los detalles técnicos. El oficio lo coges en el campo y en los tentaderos. Y algo muy importante, los valores humanos. El mundo del toro tiene asociados unos valores como el respeto, la humildad, la sinceridad y la educación que yo creo que faltan en la sociedad de hoy. En el mundo del toro estos valores los adquirimos desde bien pequeños.

Publicidad

– ¿Le gustaría estudiar?

– Estoy con un grado medio de enología, de vino y de aceite. Estudiar una carrera y compaginarla con el mundo del toro es muy complicado por las horas que hay que dedicarle.

– ¿Es creyente?

– No. Creo en mí y en ocasiones, ni eso.

– ¿Y supersticioso?

– Tampoco. Sí que tengo una pequeña manía. Tengo que entrar siempre a la plaza con el pie derecho.

– ¿A qué le teme más, al animal o al fracaso?

Publicidad

– A los dos. Quizá más al fracaso, porque una vez delante de la cara del animal estás tan concentrado que muchas veces no pasas miedo. Cuando fracasas, se pasa mal.

– ¿Es autocrítico?

– Sí. Me vuelvo muy loco. Nunca estoy a gusto, ni toreando de salón porque siempre veo algo que mejorar. Y me hago daño a mí mismo, porque estoy todo el día mal. Pero al final, creo que eso es lo que le hace a uno avanzar.

– El 15 de agosto torea en Alfaro, su casa. ¿Pesa todavía más la responsabilidad?

– Se suma un plus, sí. Al final mi gente es la que me va a seguir y quiero que me vea en plenitud, la mejor expresión de mi toreo. También intento tomármelo como una tarde más, con la ilusión de que está mi gente, con la que siempre he estado.

– Los números reflejan una alarmante reducción de novilladas, ¿teme que este problema pueda impedir cumplir su sueño?

– La gente del toro se debería juntar. El circuito de novilladas con picadores está siendo un gran acierto para impulsar a las próximas figuras del toreo. Y las cosas deben seguir así. El circuito tiene que seguir creciendo, y los toreros y la gente del toro tienen que apoyar las novilladas para sacar a más toreros.

– ¿Cuál es el sueño a largo plazo?

– Lo que quiere todo el mundo, ser figura del toreo, hacerse uno rico y que todo el mundo hable de ti como un buen torero y una buena persona.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

¡Oferta especial!

Publicidad